Tres requisitos de la prudencia política

Yoandy Izquierdo Toledo

Jueves de Yoandy

La prudencia, conocida como la madre de las virtudes morales, tiene la función de dotar al hombre de cualidades que pueda poner en práctica a la hora de ejecutar sus actos. La prudencia política es la capacidad que deben tener los políticos de utilizar los instrumentos de participación política más adecuados para cada una de las situaciones que se vayan presentando durante su gestión.

La prudencia tiene relación con otras muchas virtudes o cualidades humanas como la conciencia, porque vivir ordenadamente permite actuar y juzgar conscientemente para el bien, por lo que las acciones humanas están encaminadas también en esta dirección. A su vez, para el ejercicio de la prudencia política se necesitan ciertos requisitos como son: la memoria, el entendimiento y la docilidad. A continuación apuntaré algunas ideas alrededor de estos requisitos.

La memoria: es eficaz a la hora de analizar el pasado para no repetir los mismos errores, sino para considerando precisamente los errores, proyectarse en sentido positivo hacia el futuro. No se trata de reescribir la historia, reinventarse el pasado manipulándolo, ni obligar el presente reprimiendo bajo unas pocas ideas u opciones. Eso no es memoria, eso es manipulación de los hechos y acomodo de las realidad según los intereses de los grupos de poder. El político prudente sabe recoger lo mejor de la savia que le ha antecedido y poner en función de las nuevas obras toda la experiencia y herencia del pasado.

El entendimiento: este requisito puede ser entendido desde dos puntos de vista. El primero, el de entender la situación que se necesita resolver, para lo que no solo basta conocer y basarse en principios generales, teóricos o utópicos, sino que se necesita una visión aguda de la realidad circundante y de los problemas de cada época en cuestión. El segundo, el del entendimiento propiamente dicho entre los decisores, ejecutores y receptores, para que por la vía del diálogo y la negociación se arribe a los acuerdos necesarios y se establezca el diálogo efectivo entre políticos y ciudadanos.

La docilidad: referida a la disposición para recibir las enseñanzas que, por ejemplo, nos pueden llegar a través de la memoria histórica, o aquellas que podemos sacar a partir de un entendimiento entre todas las partes implicadas en la resolución de un conflicto. Este requisito es lo contrario de la soberbia, que limita la capacidad de aprender de todos y de todo, y reduce entonces el crecimiento no solo perosnal, sino de la sociedad para la que el servidor público ha estado destinado en su misión de búsqueda del bien común.

Otros requisitos necesarios para garantizar la prudencia política son la razón, la providencia y la cautela, sobre los que comentaré en la próxima columna. Entretanto, debemos hacer énfasis que estos ingredientes del ejercicio de la política como servicio público son los que podrían garantizar una convivencia pacífica y civilizada en Cuba.

 


  • Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
  • Licenciado en Microbiología.
  • Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
  • Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
  • Responsable de Ediciones Convivencia.
  • Reside en Pinar del Río.

 

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