Moderación es una palabra y una realidad en desgracia. En nuestros días se confunde moderación con flojera, se confunde con componendas. Se identifica con apaciguamiento, o con disimular las injusticias o con acallar los legítimos reclamos de libertades y derechos
Como cada año, como en cada primavera, vuelve la Fiesta de la Resurrección de Jesucristo. Esta celebración no es solo para los cristianos, es la Fiesta de la Vida. Es el triunfo de la Luz sobre las tinieblas. Es la certeza de que el Bien, la Verdad y la Belleza, triunfarán sobre el mal, la mentira y el horror
Hoy terminamos la trilogía que conforma la plegaria que rezaba el Padre Manolo de Céspedes, en cada Misa, después de la oración del Padrenuestro: “Líbranos del miedo, del egoísmo, de dejarnos arrastrar por el ambiente”
El lunes pasado comencé a comentar acerca de una plegaria que agregaba, después del Padrenuestro en la Misa, mi compadre el Padre Manolo, quien fuera obispo de Matanzas y que rezaba así: “Líbranos del miedo, del egoísmo, de dejarnos arrastrar por el ambiente
Hace unos días falleció un gran amigo, hermano y sacerdote, el Padre Monseñor Manolo de Céspedes, último descendiente directo del Padre de la Patria. Aprendí mucho como ser humano y como cristiano formando un equipo de trabajo, de sacrificios y esperanzas, con dos personas: el obispo Siro y el padre Manolo
He hablado de la crisis terminal y el dolor desgarrador que se vive y se sufre dentro de la Isla por tantos motivos. Hoy quiero referirme a un dolor compartido entre todas las orillas de nuestra nación desmembrada.
Estamos viviendo, en Cuba y en el mundo, tiempos de desconcierto. Es una mezcla de cambio de paradigmas, medidas económicas drásticas, abandono de alianzas políticas, ruptura de modelos sociales, desarraigos de lo mejor de la cultura occidental de raíz cristiana, entre otras fuentes de desconcierto
He escuchado a bastantes personas en Cuba que me dicen: “es que creen que somos idiotas”, otras expresan: “es que nos consideran tontos o estúpidos”, y otros que exclaman:
Recientes acontecimientos en Cuba y en el mundo han abierto un debate, en ocasiones apasionado y en otras partidista, acerca de la validez de cualquier medio para alcanzar algunos fines considerados como buenos.
Hacer un discernimiento de actuaciones personales propias o ajenas, de acontecimientos sociales o internacionales, de estrategias de negociación o de gestiones de paz y libertad, requiere una escala de valores éticos que, con frecuencia, entra en contradicción con posturas ideológicas