Primero de mayo: ¿performance o realidad?

 

En los sistemas totalitarios es difícil no politizarlo todo; da igual una fecha patria, el natalicio de algún patricio o una festividad universal. 

El primero de mayo, día internacional de los trabajadores se incluye en ese largo historial de efemérides en las que se “reafirman las conquistas de la Revolución”, se “ratifica nuestra decisión de luchar por el socialismo”, y “nos mantenemos unidos y victoriosos frente al enemigo”. Pero esta vez he leído en una de las pancartas que pegan en los portales, paredes o columnas, “para embellecer el barrio” una consigna muy peculiar. Dice que en Cuba las marchas en conmemoración de este día no son para reclamar derechos, sino que son fiestas para mostrar lo que nos distingue positivamente de los demás países del mundo. 

Quisiera creer que la consigna es totalmente verdadera, que alguien, muchos, o todos los trabajadores que desfilaron ese día se sienten identificados con ella. Pero algo no concuerda cuando escuchas entre la población las principales motivaciones para asistir al desfile:

  • Unos, la mayoría, asisten porque en sus centros de trabajo se realiza un control certero de los participantes; elemento que es tomado como indicador a la hora de ofrecer una evaluación, obtener algún beneficio o sencillamente “no destacar como foco negativo”. 
  • Otros, en su mayoría estudiantes de las diferentes enseñanzas, participan para garantizar su exigida “integralidad”, factor ideológico tenido en cuenta, en ocasiones superior a un índice académico.
  • Y otro pequeño grupo, a decir de ellos, lo hacen porque están convencidos de que la Revolución es invencible y que en Cuba los trabajadores no necesitan reclamos ni exigir derechos que ya están alcanzados.

 

Sin embargo, un día cualquiera, puedes escuchar fácilmente que, incluso los que pertenecen a ese tercer pequeño grupo hacen eco de frases y actitudes muy repetidas en Cuba: “yo hago como que trabajo y ellos hacen como que me pagan”; “el salario no me alcanza para nada”; “la cosa en el trabajo está en candela”. Y es ahí entonces que se recuerda que el salario promedio de un trabajador cubano no alcanza para vivir el mes; que las condiciones de trabajo no son adecuadas ya sea en una escuela, hospital o centro de servicios; que no se cumplen todas las normas de protección e higiene del trabajo, que no existe el derecho a la libre sindicalización, y otro rosario de problemas que escuchamos todo el año, pero que parecen olvidarse en el día internacional de los trabajadores. 

Debemos vivir con mejor coherencia entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace. De lo contrario caemos en ese mal que corrompe pueblos enteros: la doble moral. Reclamar nuestros derechos como trabajador no es estar en contra de ninguna figura ni de ningún proceso, es estar a favor de la persona humana. 

 


Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.

 

Ver todas las columnas anteriores

Scroll al inicio