Impenetro y netro a la fe |
El impenetro y netro a la fe Escalarescalarescalerescalarescalaré la Magia. Ladeando en el risco de su piel, la dura calma, que me llevará en línea vertical. Venciendo el miedo y la arrogancia súbita. Pero altiva será siempre tu fragancia mujer. De las manos inminentes saldrá mi espíritu. Enmudeciendo el alma del poeta, fragmentando la esencia del pintor. Montaña maternal de talentos eximios. La mitad en mis sueños sellarán, el perenne vacío del tiempo. Esculpiendo el aire de tu imagen marmórea. Pero hoy llevaré mis dos mitades: El pintor: caeré en la plegaria del insomne, engalanando de rojo la estancia del verde, podré respirar versando la sentencia lúgubre del cielo. El poeta: ¿Podrías darme fe? Viviendo en mi espíritu, existiré. ¿Cómo personificar el llanto del espacio? Versátil es el dolor ajeno a nuestros huesos… El pintor: suelo, en verbada sabiduría, estrellar el rostro sublime en la probidad que ya es plena. El pintor-poeta: Se quedará el cielo yerto, en el imperecedero altruismo, de la similitud eterna del cuerpo-niño, que con sus dos manos, ha avizorado –tal vez- desde la nostálgica mesura de un fermento, para decirnos: ¡Hoy no ha muerto el creador! Una cara, dos razones, una oscura, otra más oscura, dos almas, un silencio… Divina apariencia del ser, que desciende sin lamentos, el Iris del Prado. Hoy no existe la muerte… en tanto, se quiere ilustrar con mi propio rostro, la antonimia del último creador, la armonía decadente del Universo. Sostendré la recaída del alma en su culto, Deshecha en huesos, mi docilidad será sublime, Ahogaré la fementida esencia de los sacrificios humanos
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