Nuestra sede está en el alma

Jueves de Yoandy

Justo hoy, 11 de enero, hace un año que Karina Gálvez, miembro del Consejo Directivo de Convivencia y una de sus fundadoras, fue detenida y su casa, sede del Centro de Estudios Convivencia, fue sellada para no ser devuelta.
 
Disímiles han sido los hechos que confirman tratarse de un asunto de ideas y no de “cosas”, como la confiscación de una vivienda, bien habida, según la práctica común de todos los cubanos. Tal es así que, como para confirmar que no existía delito alguno, en mayo de 2017, meses después de la confiscación de la vivienda, se emitió un decreto-ley que establece el valor referencial para la compraventa de viviendas.

 

La otrora sede del Centro de Estudios Convivencia, vivienda de la economista pinareña, fue confiscada en juicio celebrado el 31 de octubre de 2017, y puesta a disposición del Consejo de Administración Municipal de Pinar del Río. La propietaria fue condenada a tres años de privación de libertad, subsidiados con limitación de libertad. De la sanción se deriva la inhabilitación del derecho al voto, la restricción de la libertad de movimiento nacional y la prohibición de salida del país. El tiempo que dura la sanción, Karina Gálvez, quien fuera durante muchos años profesora de Finanzas en un instituto de economía, trabajará como auxiliar de limpieza en otra entidad del sector educativo. Esta vez no impartirá clases, ni estará cerca del estudiantado, pero quienes la conocemos sabemos que cuando se tiene bien arraigada la educación nunca de deja de enseñar.

Con estos sucesos que marcaron el año 2017 para Convivencia, el Centro de Estudios perdió el espacio físico donde reunirse a pensar Cuba, donde impartir los cursos de educación ética y cívica y donde la libertad con responsabilidad tuvo siempre su morada. Esta sería la tercera pérdida del espacio físico: primero, la sede del Centro de Formación Cívica y Religiosa y la revista Vitral en el Obispado de Pinar del Río en 2007; y segundo, la confiscación y colocación de un muro de zinc y cemento en el patio de la familia Gálvez-Chiu. En 2007 nos propusimos “de cada hora del día 15 minutos para quejarnos y 45 para proponer”. En 2009, a propósito del “muro de Convivencia”, alguno de los visitantes dejó escrito en las planchas de zinc llenas de grafitis: “¿Quién pone muro a las ideas?” Hoy, tiempo después de los dos sucesos anteriores, dejar a Convivencia sin sede pretende ser la forma de silenciar el pensamiento y frenar la alternativa que propone sin ataques ni descalificaciones.

Convivencia seguirá fiel a su esencia porque nuestra sede está en el alma.

Algo anda mal en un país cuando se ataca a ciudadanos pacíficos y se convierte en delito el pensamiento y la opinión mesurada.

Algo anda mal cuando la justicia queda en mano de unos pocos y el ciudadano se siente totalmente indefenso.

Muchas gracias Karina, por soportar la prueba y responder por todos los que pensamos una Cuba diferente.

Muchas gracias Livia, su hermana y también colega nuestra, que hoy cumples años, en el día elegido para perpetrar el hecho con el que se abrió esta nueva etapa de Convivencia.

 


Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.

 

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