Un día como hoy, pero de 2008, veía la luz en la red de redes el primer número de la revista sociocultural Convivencia. En aquel entonces no muchos apostaron por que la publicación pinareña tendría larga vida. Hoy, 10 años después podemos decir que valió la pena la quijotada, el riesgo, la entrega por llevar a cada lector en el ciberespacio y dentro de Cuba, cada uno de sus 60 números hasta ahora.
En el número 60 que dedicamos al décimo aniversario escribí un artículo a modo de balance de esta primera década. Allí hicimos un resumen de las principales estadísticas en cuanto a número de artículos, colaboraciones de la Isla y la Diáspora, principales temáticas abordadas en cada sección que conforma a Convivencia y hablamos del valioso aporte de los artistas de la plástica que nos han acompañado, voluntariamente, para que cada número luzca una portada e interiores como merece la comunidad de lectores.
Hoy quiero hacer un balance personal sobre lo que ha representado Convivencia para mí en estos diez años:
- Transité, como en los tiempos de la otrora Vitral, de lector a colaborador.
- He aportado mis energías y mi tiempo a una obra en la que Convivencia es, más que un nombre, un estilo de vida, un ingrediente para el alma y una regla de oro sobre el respeto al trabajo y a la persona humana.
- He encontrado un espacio plural para ejercer el periodismo ciudadano, desde la seriedad, con profesionalismo y sin ataques ni exclusiones.
- He colaborado con muchas personas que han pasado a ser parte de mi círculo de amigos, y hemos compartido juntos los buenos y los malos momentos de estos años.
- He adquirido una herramienta utilísima para la salud de cada proyecto y obra que pretenda perdurar: el trabajo en equipo. Más allá de la palabrería y la vanalidad, el equipo de Convivencia ha sido mi familia y mi escuela de crecimiento.
- He perdido a algunos amigos, pero sé que estarán de vuelta en el momento oportuno. Presiones externas y miedos interiores les han hecho retirarse, pero con el grato recuerdo y la palabra escrita que refleja haber vivido juntos los mejores tiempos de la vida.
- He pasado malos momentos, los que llegan sin buscarlos en un país donde pensar, proponer, estudiar y proyectarse hacia el futuro, con cabeza propia, parece ser un delito. Los he ofrecido como el precio de la libertad de contar con un espacio en que se respire diferente y se crea conscientemente en el valor de lo que se hace.
- He colaborado con otros medios de comunicación social alternativos dentro y fuera de Cuba, lo que ayuda a fomentar el respeto hacia lo diferente, consolidar el ejercicio ciudadano de la libertad de expresión y aportar cada uno, desde su propio carisma, una opinión basada en la realidad.
- He comprendido que a veces el camino se tuerce, que lo que está predestinado también puede cambiarse, con el favor de Dios, y que “un hombre es tan feliz como decida ser”, como expresaba Abraham Lincoln. He decidido serlo investigando sobre el cáncer, ayudando a entender mejor la mezcla de la biología con la química y siendo parte de una obra entre hermanos proyectada hacia el mundo de la educación y la cultura en Cuba.
- He salido fortalecido espiritualmente en estos diez años gracias a las relaciones humanas cosechadas y a la satisfacción personal y de todo nuestro equipo, de estar entregando nuestro paso por esta tierra a la niña de nuestros ojos: la revista sociocultural Convivencia.
Llegue a todos los hacedores de esta modesta obra, a la comunidad de lectores y a todos los colaboradores y amigos, nuestro más sincero agradecimiento y una felicitación especial en este nuevo aniversario de la revista Convivencia, un umbral para la ciudadanía y la sociedad civil en Cuba.
Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.