Diversas acepciones de un único fenómeno: el populismo

Jueves de Yoandy

Existe un concepto general de populismo que lo presenta como “un movimiento político que sustenta una ideología anti-status quo” (Di Tella, 1965) y que funciona semejante a catalizadores-activadores-reelaboradores de necesidades, malestares, humillaciones y descontentos sociales” (Aibar, 2007). Desglosando esta acepción más holística de fenómeno, podemos decir que es una forma de articulación de determinados elementos en torno a la política que genera movimientos en la esfera pública y se presenta a través de dos dimensiones: la alteridad y la representación. En su relación con el otro recurre a la identificación de un enemigo del pueblo, dividiendo la sociedad en dos fuerzas antagónicas y estableciendo alianzas con los “excluidos”, mediante una ruptura fundacional para reescribir la historia desde una perspectiva personalista. En su dimensión representativa establece una relación directa con sus seguidores y a través de los medios, haciendo uso de un liderazgo carismático y sustituyendo el discurso político por uno moral, que genera vacío, crisis de la institucionalidad, limita la participación de la oposición, debilita el ejercicio de accountability y coloca a la política en un estado de conflicto permanente.

Si analizamos el populismo como un fenómeno con carácter antagónico se puede hablar entonces de “Una ideología que considera que la sociedad está definida en última instancia en dos grupos homogéneos y antagónicos, el “pueblo puro” contra la “élite corrupta”, que sostiene que la política debe ser una expresión de la voluntad general del pueblo, y que, además, se opone de forma natural al elitismo y al pluralismo” (Mudde, 2004).

Lo expresado anteriormente define al populismo a través de la antagonización de la sociedad de acuerdo a una “lógica de contenidos” que enfrenta a la mayoría (el pueblo), contra una minoría (la oposición y un enemigo externo construido). Puede presentarse como estilo de liderazgo, movimiento, partido, discurso o régimen que genera nuevas relaciones entre el Estado y la sociedad, y entre los diferentes actores sociales. Se basa en la figura de un líder que introduce al pueblo, hasta ahora ausente, en el discurso político y asume la representación de los excluidos. La tensión entre incluidos y excluidos no se resuelve definitivamente y provoca alteración o interrupción de la democracia.

También podemos referirnos al carácter ambiguo o bifronte del populismo cuando se valora desde perspectivas diferentes; por ejemplo, en su vinculación con la democracia. Los teóricos más clásicos del populismo indican que “La relación entre populismo y democracia no es ingenua ni homogénea. Unos señalan que atenta contra la democracia mientras otros defienden que es parte de ella” (Freidenberg, 2012). En este sentido se considera una forma particular de determinadas prácticas políticas, con marcado carácter ambiguo. Por un lado, se inserta a los excluidos, dominados, no representados, en el debate público; se exige el derecho al voto, a la libertad de expresión y asociación y se incluyen nuevos temas en las agendas políticas. Por otro lado, a través de la figura de un líder carismático se suprime cualquier intervención política de representación, se vulneran las instituciones, se anula el pluralismo y se cae en una etapa de conflicto en la política.

 Por último, de acuerdo a la naturaleza compleja del populismo es posible entenderlo como un movimiento social, cuando establece relaciones entre líderes y seguidores, basadas en el entusiasmo colectivo; como forma de política pública, cuando disuelve los límites entre lo público y lo privado. Es estrategia política, cuando busca el poder político, articulando nuevas concepciones socieoeconómicas basadas en la división y en la antipolítica. Es manifestación de la cultura política, cuando genera nuevas identidades socioculturales entorno a la categoría de pueblo. Es discurso ideológico, cuando predomina la semántica no política, sino moral entorno al líder, propiciando excesos de personalismos que conllevan a autoritarismos y, en general, disminución de la calidad democrática.

En resumen, el populismo podría ser una característica de los nuevos actores políticos y sus gobiernos que limitan la calidad democrática y la convivencia pacífica y civilizada; a la vez que dañan el Estado de Derecho y la persona del ciudadano.

 

Referencias

Di Tella, T. S. (1965) Populismo y reforma en América Latina. En Desarrollo Económico, Vol. 4, No. 16. p. 391-425.

Aibar G. (2007) La miopía del procedimentalismo y la presentación populista del daño”. En Vox Populi. Populismo y democracia en Latinoamérica. México: FLACSO.

Mudde, C. (2004) The Populist Zeitgeis”, en Government and Opposition, 39 (4). p. 543.

Freidenberg, F. (2012) ¿Qué es el populismo? Enfoques de estudio y una nueva propuesta de definición como un estilo de liderazgo. Selected Workers. Instituto de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. p. 19.


  • Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
  • Licenciado en Microbiología.
    Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
    Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
    Responsable de Ediciones Convivencia.
    Reside en Pinar del Río.

 

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