Hace mucho tiempo, en una conversación coloquial, un amigo cercano definía lo que para él era el reino del absurdo. El anciano octogenario no hizo grandes aportaciones a la expresión, ni estableció un concepto social articulado, de esos compuestos por palabras grandilocuentes que a veces necesitan de un diccionario a mano. Él solo pronunció una sentencia: el reino del absurdo es Cuba. Hubo silencio en la sala, como para tratar de digerir aquello; pero pronto todos nos descubrimos contando anécdotas y poniendo ejemplos que se superaban unos a otros, y confirmaban la tesis del sabio hombre.
Desde aquella fecha cada historia crítica de la realidad cubana, cada comparación entre pasado y presente, cada medida que se toma o aplica con arbitrariedad, cada evento o noticia que se conoce y no tiene conexión con las vivencias de los ciudadanos, cabe dentro del concepto. Es un término que existe como para que quepan en él todas las cosas a las que la lógica no le puede encontrar explicación.
Por estos días, en medio de la pandemia del Coronavirus que ha sumido al mundo en un una crisis generalizada, Cuba, que vive una situación peor que a inicios de la enfermedad en marzo de 2020, anuncia nuevos logros “multidimensionales”. No se trata de los candidatos vacunales cubanos, tan propagandizados y politizados desde el nombre, sino de algo más generalizador, un logro más grande, tan abarcador que el más común de los ciudadanos no alcanza a percibirlo. Me refiero, sin más vueltas, a la nota publicada en Granma, y firmada por la redacción, el pasado 9 de abril, bajo el título “Cuba es el segundo país con más bajo índice de pobreza multidimensional”. Justo al leer el titular pensé en el sabio anciano del reino del absurdo, y me di cuenta que cuando creemos que hay cosas insuperables, la triste realidad cubana nos demuestra que nos falta más por ver y experimentar.
En 174 palabras Granma nos explica esta nueva proeza cubana, que ubica al país en la segunda posición de una lista de 105. Y para los que no conozcamos en qué consiste el mencionado Índice de Pobreza Multidimensional, en el último pequeño párrafo nos explican que este “identifica carencia a nivel de los hogares y las personas en los ámbitos de la salud, la educación, y el nivel de vida…”.
Sí, usted ha leído bien, aunque esté pensando lo mismo que yo cuando leí tan solo el titular: Cuba de pronto es un paraíso terrenal y no lo sabíamos. ¡Qué extraño resulta que tantos ciudadanos cubanos deseen emigrar y no seamos un receptor masivo de migrantes! Sí, Cuba supera a 103 países, y es tan solo superada por uno que no se dice cuál, en la lista del Índice de Pobreza Multidimensional. ¿No será Granma quien se supera con semejante noticia? Con profundo dolor siento el peso de la burla cuando se habla de carencias en los hogares y de calidad de vida. ¿En serio somos un ejemplo para el mundo? Y como para que no hayan dudas que es un cálculo real se menciona al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y a la propia ONU; pero ya sabenos que algunos parámetros que miden estas organizaciones, basados en estadísticas que emite Cuba, parecen más ideales que valores prácticos.
Desde hace muchos años hablar de nivel de vida en Cuba es risible, pero se agudiza en medio de la pandemia del Coronavirus que ha puesto en vilo a economías desarrolladas y con mayor grado de bienestar ciudadano. El mito de la salud y la educación públicas, que no gratuitas, ha sido sostenido por mucho tiempo y por sí solo se explica:
– ausencia de medicinas, equipamiento e insumos médicos;
– falta de ética profesional del personal médico;
– salarios que no se corresponden con la profesión;
– exportación de personal médico para misiones y colaboraciones internacionalistas, al punto de limitar la cobertura nacional.
Supongo que el famoso Índice no ha tenido en cuenta, en el apartado de carencias hogareñas y personales, las múltiples vicisitudes del común de los cubanos, que quizá no sean las de quienes están encargados de emitir las estadísticas y publicar los resultados. Las carencias no hace falta que Granma las describa, todo ciudadano cubano puede agregar un nuevo elemento a esta lista resumida:
– una tarjeta de racionamiento para controlar cuánto y qué comer durante un mes;
– largas colas para adquirir los productos más elementales de subsistencia;
– servicios como agua, electricidad y gas a precios elevados;
– salarios insuficientes que no alcanzan para pagar los servicios y los pocos alimentos en oferta;
– apertura de tiendas en moneda libremente convertible que no es la de pago, ni tampoco es vendida con facilidad por los bancos cubanos.
Una vez más tiene razón mi viejo amigo: el reino crece en el absurdo. Estas cosas suelen suceder cuando no hay conexión entre un frío índice calculado para recibir loas y autobombo, y la mesa del más común de los cubanos. Mientras el país se hunde en la miseria, los medios oficialistas, que representan al Partido que “es la fuerza política superior de la sociedad y del Estado” según la Constitución de 2019, anuncian estos logros. Ojalá que sean superadas las actuales condiciones de vida y verdaderamente podamos vivir de forma digna. Hace falta voluntad de cambio, liderazgo efectivo y respeto por los ciudadanos.
- Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
- Licenciado en Microbiología.
- Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
- Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
- Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
- Responsable de Ediciones Convivencia.
- Reside en Pinar del Río.