Como sólo se puede distribuir lo que se produce y el sistema totalitario implantado en Cuba cada vez produce menos, el racionamiento disminuye de forma alarmante
He hablado de la crisis terminal y el dolor desgarrador que se vive y se sufre dentro de la Isla por tantos motivos. Hoy quiero referirme a un dolor compartido entre todas las orillas de nuestra nación desmembrada.
Hace varios años, en una seria conversación sobre el futuro de Cuba, ante el optimismo y las ganas de comenzar a pensar en el mañana, desde abajo y en pequeño, alguien dijo en público que ese trabajo era superfluo. Poco tiempo después, por aquello de que la vida nos da lecciones con el paso implacable del tiempo, lo que parecía superfluo
Estamos viviendo, en Cuba y en el mundo, tiempos de desconcierto. Es una mezcla de cambio de paradigmas, medidas económicas drásticas, abandono de alianzas políticas, ruptura de modelos sociales, desarraigos de lo mejor de la cultura occidental de raíz cristiana, entre otras fuentes de desconcierto
Entiendo que pocos entiendan lo que sucede en Cuba desde el punto de vista económico. Digo en cuanto a la economía y no a la política porque, además de ser harina de otro costal, al hablar de desorden económico, crisis, inflación, ordenamiento y reordenamiento monetario, inevitablemente nos referimos a consecuencias de un sistema político que establece la centralización y, por consiguiente, la falta de libertad también en la economía
He escuchado a bastantes personas en Cuba que me dicen: “es que creen que somos idiotas”, otras expresan: “es que nos consideran tontos o estúpidos”, y otros que exclaman:
Ayer, 5 de marzo, inició la Feria del Libro en la más occidental de las provincias cubanas. Como dice una amiga muy entusiasta: “sin pena ni gloria”. La prensa oficial, repleta de eufemismos, ha expresado que se desarrollará, esta vez, en un “contexto energético adverso”
Recientes acontecimientos en Cuba y en el mundo han abierto un debate, en ocasiones apasionado y en otras partidista, acerca de la validez de cualquier medio para alcanzar algunos fines considerados como buenos.
El 25 de febrero pasado conmemoramos 172 años de la muerte del Venerable Padre Félix Varela. Uno de los miedos del gobierno cubano relacionado con su proceso de canonización ha sido la idea de que la “Iglesia” se apoderaría de la figura de Varela. En cambio, podría suceder lo contrario
Hacer un discernimiento de actuaciones personales propias o ajenas, de acontecimientos sociales o internacionales, de estrategias de negociación o de gestiones de paz y libertad, requiere una escala de valores éticos que, con frecuencia, entra en contradicción con posturas ideológicas