A través de los siglos ha perdurado una vieja tradición de la Iglesia Universal: cada 6 de enero se celebra el día de la Epifanía del Señor, también conocida como Fiesta de la Iluminación, Fiesta de todas las Culturas, Adoración de los Reyes o Día de los Reyes. Esta celebración hace alusión a la visita de los magos de Oriente a Jesús después de su nacimiento en Belén.
Surgió la costumbre de ofrecer y recibir regalos, como aquellos que recibió Jesús de parte de los tres reyes: mirra, incienso y oro. Los niños redactan su carta pidiendo un regalo que generalmente es un juguete deseado.
En Cuba, como en la mayoría de los países del continente americano colonizados por la metrópoli española, se extendió esta tradición. Específicamente para nuestro país, en Fiesta de Reyes era el único día en que los cabildos de esclavos gozaban de libertad de expresión y del espacio público. Por tanto era una ocasión sumamente esperada para que los esclavos hicieran valer el ejercicio de sus libertades fundamentales y de su propia cultura.
Respetar tradiciones como esta contribuye a la formación de los más pequeños, alimenta el espíritu y fomenta el cultivo de la fantasía. Es tarea esencial de los padres, como parte de su función educadora desde el seno de la familia, incentivar este tipo de actitudes infantiles que luego se traducirán en la generación de pensamiento creativo y por consiguiente en el aumento de la capacidad para establecer propuestas y soluciones ante determinados problemas de la vida personal, familiar y social.
Es bien sabido que dada la situación en que vive la familia cubana promedio, donde los salarios son bajos y el nivel de ingreso familiar a veces no cubre ni las necesidades básicas, se hace muy difícil mantener la tradición del Día de Reyes. Inclusive se escuchan frases de desahogo en el lenguaje popular que refieren los avatares y sinsabores de la fecha. Algunos dicen: “Magos tienen que volverse los padres en Cuba para comprar un regalo”. Y no es muy cierto porque, si encuentras algún juguete que satisfaga las expectativas de los niños, en la mayoría de los casos no cumple con los estándares también establecidos por el lenguaje popular. Aquello de “las tres B” de Bueno, Bonito y Barato está difícil de combinar.
Como suele suceder en muchas ocasiones, la fecha también propicia las diferencias: algunos niños tendrán regalos exuberantes y otros tendrán que sufrir que todo pase inadvertido. De modo que de la igualdad nada. Y es que ni siquiera están al alcance los libros de literatura infantil, los libros de colorear o pequeñas revistas infantiles. Escasean en las librerías de siempre y si te acercas a las librerías de la Empresa Cubana Artex, un libro puede llegar a costar el equivalente a una semana de trabajo.
Ante todas estas dificultades es hasta cierto punto entendible que la familia tienda a saltarse la tradición del Día de Reyes Magos. Cierto es que cuesta, requiere sacrificio, contiene dosis de sinsabores, pero son cuestiones que ni los adultos entendemos en disímiles ocasiones. Preguntémonos entonces cómo lo podrían entender los niños.
Los abrumadores ruidos cotidianos llegan a ensordecer, pero es menester de la familia seguir apostando por la fantasía.
Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.