Hoy es un día especial para un joven como yo que nací en 1987. Por primera vez en mi vida he estado desde hace meses preguntándome, y oyendo a personas muy respetables preguntarse ¿quién sería el nuevo presidente de Cuba a partir del día de hoy?
Previsiblemente, y desde la sesión de la Asamblea del Poder Popular que tuvo lugar ayer, parece que será Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez. No sé, porque no soy adivino, lo que hará en los años que le toca administrar a este país. Pero lo que sí sé es que nació después de la Revolución, que tenía un año cuando Playa Girón; que tenía otro más cuando la Crisis de Octubre; que tenía ocho cuando la Ofensiva revolucionaria intervino todos los negocios pequeños y “timbiriches” que quedaban en propiedad privada en Cuba; que tenía 10 años cuando el fracaso de la “Zafra de los Diez Millones”; que tenía 15 años cuando se celebró el Primer Congreso del Partido Comunista; que tenía 16 años cuando se aprobó la Constitución socialista de 1976; que tenía 29 años cuando se cayó el campo socialista en 1989 y 31 cuando se desintegró la Unión Soviética.
Y ustedes dirán, es muy fácil sacar las cuentas y citar algunas fechas históricas. Y si se ve así es realmente una obviedad. Sin embargo, recuerdo todas estas fechas que marcaron hitos en los 60 años de la revolución para que tomemos conciencia de que este hombre de 59 años no vivió ni el Moncada, ni la dictadura de Batista, ni el triunfo de la Revolución, ni participó en Girón, ni en la Crisis de Octubre, ni en la fundación del PCC, ni en muchos de los graves errores cometidos al inicio y durante décadas, como los juicios y fusilamientos ejemplarizantes, las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), ni Camarioca, ni la crisis de la Embajada de Perú. Su historia es la de un civil, la de un militante en tiempos de paz, la de la cotidianidad de un Secretario del Partido en una provincia del interior del país, la de un Ministro de Educación Superior, la de un Vicepresidente en tiempos de cambio generacional. Estos son datos, hechos, no cálculos, ni predicciones.
Los hago para decir mi convicción obvia y pedestre de que no hay una persona igual a otra, ni aunque pertenezca al mismo Partido y comparta la misma ideología. Vicepresidentes o militantes del mismo partido han sido Adolfo Suárez en España, Lenín Moreno en Ecuador, Temer en Brasil; Trudeu en Canadá es hijo de su padre Pierre Trudeu, amigo personal de Fidel Castro. El actual presidente de Angola fue el ministro de las FAR de Dos Santos… y así una larga lista de personas que provienen del mismo partido, de la misma familia, del mismo gobierno, de la misma ideología y no actuaron igual a otros dirigentes. Es imposible que dos personas sean idénticas en el pensar, el interpretar, el carácter, la voluntad, la inteligencia, las formas de gobernar y las visiones de lo que sería mejor para su país.
Hoy, 19 de abril de 2018, Cuba comienza una nueva etapa que, sin dudas, será compleja, difícil como ninguna anterior, no solo por la crisis interna sino por la correlación de fuerzas desfavorable a este tipo de gobierno en la región y en todo el mundo. Cuba deja hoy atrás 60 años de un gobierno con dos únicos protagonistas y un único apellido. Claro que no se trata de un problema onomástico, se trata de un cambio de apellido que supone un cambio de familia y educación, de genética y de crianza, de estilos y talante, de mentalidad y de actitudes. Aún cuando se pertenezca a un mismo partido, a un mismo gobierno anterior y se adhiera una misma ideología. Los ejemplos que cité tienen una moraleja: “Cada maestro tiene su librito” aunque el forro y la encuadernación sean idénticos. Lo que cuenta es el contenido y los métodos. Aunque tenga que ser gradual, y sea al estilo de quien le toca la encrucijada.
Quiera Dios, los tiempos de este nuevo presidente y los de esta nueva etapa que hoy comienza, sean los mejores para Cuba, para su libertad, su soberanía, su democracia, su progreso material, moral y espiritual.
Yo, hoy mismo, 19 de abril de 2018, solo quiero vivir conscientemente este momento histórico, sin dejar de pensar en el futuro, pero sin dejar en este crucero parqueada mi esperanza. Y quiero igualmente darle gracias a Dios por permitirme vivir este día, ser lo que soy, trabajar por el porvenir de Cuba en Convivencia y mirar alto y lejos, hacia su plena libertad y felicidad.
Amén.
Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.