El trabajo por cuenta propia, el sector privado como prefiero llamarle, o el sector no estatal, como se emplea mucho (dada la repetida costumbre de llamar a las cosas por lo que no son) aún presenta trabas para su desempeño. No me referiré, entre otros motivos porque no soy experto, a asuntos netamente económicos; pero sí comentaré mis impresiones como uno de los afiliados al cuentapropismo, luego de haber vivido la experiencia de trabajar en el sector estatal.
Algunas de ellas:
- A pesar de la elevada cifra de trabajadores cuentapropistas que existen en Cuba hoy, aún somos minoría si nos comparamos con el número de trabajadores y empresas estatales existentes. Esto repercute a la hora de la igualdad de derechos esenciales como el acceso a redes de mercado mayorista, posibilidades de inversión y cooperación extranjera, formación de gremios, entre otros.
- Existe aún, muy arraigada a la cultura del pueblo cubano, la división entre lo estatal y lo particular. Son marcadas las diferencias en los servicios que ofrece un sector y otro, por lo que no están exentos de comparaciones y críticas. Tal es la magnitud de esa constante comparación que cuando algo funciona medianamente bien, viene a continuación la pregunta ?esto es particular o del Estado?
- Dado el vertiginoso auge del caso Cuba luego del restablecimiento de las relaciones diplomáticas con el “enemigo histórico” en 2014, se muestra un sector privado que incluso llegó a reunirse con el presidente Barack Obama durante su visita a Cuba. Pareciera que la Isla alcanzaba la normalidad, superaba las trabas y sorteaba los obstáculos más difíciles. Pero la realidad del día siguiente mostraba que se seguía sin un mercado mayorista que facilitara insumos para cada tipo de actividad comprendida en la lista oficial para ejercer el trabajo por cuenta propia en Cuba; que las actividades profesionales seguían excluidas y continuaban los oficios de zapatero remendón, afilador y amolador de tijeras y cuchillos entre otras actividades que a veces cuesta creer que estén legalizadas. Se prohíbe, por ejemplo, inscribir, publicar y distribuir una revista, fundar una consultoría jurídica o un aula de estudios, o un consultorio médico.
Ejercer el trabajo por cuenta propia ha permitido mostrar al mundo que en Cuba existen buenos restaurantes, bares, puntos de venta de dispositivos y aplicaciones móviles, etc. Falta sumarle otras actividades que demuestren que el talento de los cubanos va más allá y que la libertad de creación y empresa nos puede llevar por caminos de prosperidad inimaginables.
Si el sector privado no fuera eficiente y no reportara beneficios a quienes lo ejercen, los ciudadanos no lo preferirían, ni muchas personas dejarían su trabajo estatal para migrar al cuentapropismo. A veces el cuentapropista no se desempeña en lo que estudió, ni en algo parecido, y escuchas varias voces que preguntan si no ejerciste la profesión algún día o si te sientes frustrado, pero la decisión ha sido tomada porque la libertad, el valor del trabajo y la calidad de vida y condiciones mínimas del trabajador, también conllevan sus dosis de sacrificio.
Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.