Es intrínsecamente humano temer a lo desconocido, sentirse vulnerable e indefenso ante el poderío de unos y el asedio constante de otros, y valorar continuamente si nos conducimos por el camino correcto, o al menos, el que nos dicte nuestra conciencia.
En Cuba se viven tiempos difíciles para todos.
1. Para los que han defendido el sistema de gobierno de un solo partido, una sola ideología y una generación histórica, se plantea una situación diferente a partir del 19 de abril de 2018: la elección de un “nuevo” líder para ocupar la dirección del país.
2. Para los que aún dentro las filas del gobierno han tenido sus discrepancias, sus ideas diferentes que no logran salir a flote o sus planteamientos son a veces de más oposición que el de los propios opositores, también surge un momento de incertidumbre, como cuando el barco se hunde, o mejor dicho, en sentido positivo, cuando llega a puerto seguro pero en un lugar desconocido, luego de una ardua travesía.
3. Para los que no simpatizan totalmente con el actual sistema, pero han encontrado una brecha para mantenerse en la doblez de “hacer como que no me afecta” entretanto “pueda salir a flote”, se presenta un período de acoplarse a lo “nuevo” y trazar estrategias de mantenimiento en la incoherencia entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace.
4. Para los que abiertamente expresan su pensamiento a través de diferentes vías, la prensa, el mundo de la cultura, el cine, la música y la cotidianidad, cabe la posibilidad de ser escuchados o al menos tolerados, y también la de mantenerse en la posición actual de “disidentes y opositores”.
Para todos los actores sociales, cualquiera de los cuatro grupos anteriores, la situación se presenta con la disyuntiva de mantenerse tal como hasta la fecha, o replantearse y “cambiar todo lo que debe ser cambiado”, como dice un concepto de revolución, con el que estoy de acuerdo si se cumpliera a cabalidad.
El famoso y mencionado concepto de revolución también puede ser empleado e interpretado por aquellos a quienes continuamente se les tilda de “contrarrevolucionarios”. Hoy he leído un fragmento mientras esperaba mi turno para una entrevista “migratoria” con un oficial de la Seguridad del Estado sobre mi participación en el IV Encuentro de Pensamiento y Propuestas para Cuba del Centro de Estudios Convivencia. “Revolución es tratar siempre a todos como seres humanos”. Eso queremos todos, pero como seres humanos en igualdad de dignidad, deberes y derechos sobre esta tierra.
Los que hemos decidido hacer algo en esta hora de Cuba, en que pareciera llegar el tiempo de las doce campanadas y faltar aún por terminar muchos de los preparativos del convite, debemos estar más convencidos aún del valor de lo que hacemos. El futuro es incierto, pero cada vez más cercano. Es responsabilidad de todos, desde la posición de espectador, protagonista o telonero, garantizar la paz, la concordia, el respeto y sobre todo la tranquilidad ciudadana.
Como decía Martí en “Nuestra América”: “Es la hora del recuento y de la marcha unida y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes”. Hagamos un balance, examinemos nuestras conciencias, mantengamos nuestras proyectos sin dobleces, conservemos nuestra identidad y no descalifiquemos a los diferentes. Son tiempos de unir no de dividir.
La vida lo pondrá todo en su lugar. Quizá muy tarde como algunos pesimistas anuncian, o más temprano que lo que otros esperan, Cuba resucitará, y los cubanos ya no tendremos miedo de vivir en esta Isla, donde el bienestar ciudadano se coloque en el centro de la política, la economía y toda la sociedad.
¡Que así sea!
Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.