Un regalo para mamá

Jueves de Yoandy

Hoy es un día especial. Una buena coincidencia: mi habitual columna de jueves y un aniversario más de vida de mi madre, la fuerte y valerosa mujer que me ha dado el ser y acompañado siempre. Confieso que no me gusta escribir columnas muy personales, pero la ocasión lo merece, y es propicia para mostrar a ella el agradecimiento eterno de quien le debe todo. Sirva también como homenaje a todas las madres que comparten dolores y alegrías mientras son el sostén de nuestras vidas.

Cada madre es especial, cada hijo considera a la suya “la mejor madre del mundo”, y cada uno tiene sus razones. Si me pidieran tres palabras para definir a la mía, rápidamente expresaría: entrega, trabajo y comprensión. Esas tres cualidades se han conjugado con el sacrificio de sus 60 años repletos de amor y de ternura.

Todas ellas me recuerdan las veces que en la Sagrada Biblia se menciona a la mujer-madre como paradigma de la familia y el hogar. “Mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Su valor supera en mucho al de las joyas” (Proverbios 31:10). Y así me he sentido, premiado por la vida, en deuda por esas enseñanzas de vivir para el servicio, la ayuda al prójimo y la entrega a cada causa que requiera la participación oportuna, silenciosa, pero efectiva.

“Busca lana y lino, y con agrado trabaja con sus manos” (Proverbios 31:13) para edificar el hogar desde la sencillez de la semilla y la grandeza del corazón. El trabajo no le asombra, le convoca; y aunque el cansancio le alcance, siempre tiene la sonrisa en el rostro para hacer de cada tarea un espacio de realización, una buena obra y un gesto de ayuda a quien le necesite.

“Fuerza y dignidad son su vestidura, y sonríe al futuro. Abre su boca con sabiduría, y hay enseñanza de bondad en su lengua” (Proverbios 31:25-26). Las circunstancias en las que creció, la familia numerosa y la dicha de ser la primera mujer de los nueve hijos, no le depararon grandes estudios ni un futuro de academia; pero ha labrado hondo en la escuela de la vida. Su sensatez a toda prueba, el oído cercano y la palabra exacta, sólida y sentida, ha llegado a cada sobrino, a cada amigo, a cada familiar. En el seno del hogar nunca se ha escuchado un indicio de desánimo, de queja o de agresión; por el contrario, ante las disímiles situaciones adversas que se han presentado, ha permanecido firme, con su sensibilidad exquisita y su presencia constante, la palabra amorosa y certera. Nunca he respirado el desaliento, el miedo, la exigencia para que abandone las causas que me pueden traer problemas por encarnar el Evangelio y pensar con cabeza propia. Ella, como muchas madres cubanas, ha puesto también su mejilla por el hijo, ha soportado la injusticia y también como María, ha dicho “hágase Señor tu voluntad”.

Estas cinco acciones podrían constituir un camino a seguir para intentar compensar la deuda infinita que tenemos con nuestras madres. Apliquémoslas durante nuestro paso por este mundo:

1. Demos gracias a Dios por su presencia en nuestras vidas.
2. Cumplamos el mandamiento de honrarle en cada momento.
3. Agradezcamos sus consejos sabios.
4. Dejémosle saber que les apreciamos.
5. Bendigámosle en su día y siempre.

Y para seguir con la lectura de la Palabra, ofrezco esta bendición por mi querida madre y por todas las valientes madres cubanas. Cada una de ellas tiene su historia y su cruz, entonces que tengan también su lugar especial en el corazón: “El Señor te bendiga y te guarde; el Señor te mire con agrado y te extienda su amor; el Señor te muestre su favor y te conceda la paz” (Números 6:24-26). ¡Que así sea!

 

 


  • Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
  • Licenciado en Microbiología.
  • Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
  • Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
  • Responsablede Ediciones Convivencia.
  • Reside en Pinar del Río.

 

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