Un nuevo proyecto de Universidad para Cuba

Yoandy Izquierdo Toledo
Jueves de Yoandy

El origen de la palabra universidad tiene que ver con la universalidad, la totalidad, la colectividad, es decir, siempre ha estado asociado a un gremio, a un grupo de personas reunidas que, en este caso tienen que ver con el conjunto de facultades que conforman una institución para otorgar grados académicos. Las lecciones de la historia nos muestran a los pueblos las experiencias adquiridas a través de los siglos, que pueden servir de referentes para la fundación de una universidad centrada en el verdadero crecimiento humano y profesional.
Si bien es cierto que no todas las personas llegan a acceder a la universidad por asuntos de interés profesional, cuestiones económicas o porque deciden separarse de los estudios para introducirse más tempranamente en el mundo del trabajo, todos reconocen que el sentir y el ser universitario implica un largo proceso de formación que puede apellidarse, sin lugar a dudas, de integral. La universidad tiene no solo una misión desde el aspecto personal, sino también e indisolublemente unida a la primacía de la persona sobre las instituciones, una misión ética, moral, espiritual y social.
Volviendo a la historia de la Universidad, en mayúscula, debemos propiciar desde la propia institución y los sistemas educativos de cada país las verdaderas reformas universitarias que son necesarias para cada tiempo y lugar. Los países que hemos vivido sistemas totalitarios por muchos años debemos entender que el concepto de “universidad para todos” debe referirse a la posibilidad de acceso porque existan las modalidades de lo público y lo privado; pero debe tener en cuenta que no se trata de masificar, colectivizar u orientar la “tarea de choque” de que todos los ciudadanos deben ser universitarios. Esta máxima o eslogan político se desmitifica cuando, por otro lado, se enarbola la expresión de que “la universidad es para los revolucionarios”. Entonces ¿es real que es para todos? ¿O “todos” se refiere a quienes comulguen con un tipo de ideología determinada que, precisamente, cierra el cerco al propio concepto y misión de lo que es una verdadera universidad?
El Centro de Estudios Convivencia, en su informe del Tercer Encuentro del Itinerario de Pensamiento y Propuestas (https://centroconvivencia.org/category/propuestas/educacion-propuestas/) presenta un breve análisis de la Universidad en el futuro de Cuba. Se relacionan una serie de conceptos, de los cuales me gustaría destacar el que se refiere a la universidad como la unidad de todas las cosas o la convivencia de todo lo diverso. Este habla, por sí mismo, de la esencia, la función principal y el estilo de universidad que necesitan los pueblos para acoger a toda persona que apueste por el camino del conocimiento y formar una comunidad educativa al servicio de la sociedad.
El mencionado informe también describe los tipos de universidades de acuerdo a sus filosofías inspiradoras o tipos de financiamiento y recoge una serie de funciones. Aquí sobresalen la función educativa e investigativa a través de una combinación de la formación de profesionales con sólidos resortes morales y la cercanía de la tecnología y la innovación a la vida del ciudadano, de acuerdo a los problemas no resueltos de la realidad nacional.
Pero lo más importante que debemos tener en cuenta, sin importar la confesionalidad o laicidad de la universidad, son algunos requisitos indispensables para su funcionamiento. Estos vienen a ser el eje central de toda su misión hacia el interior, es decir, para con los alumnos y el claustro de profesores, y hacia el exterior teniendo el cuenta el papel de la institución en interacción con las demás y toda la sociedad.
El primero, la autonomía como condición indispensable para poder cumplir de forma eficaz la misión de la universidad independiente de los colores políticos que conduzcan al país.
En segundo lugar, la universidad debe garantizar un nivel profesional y educativo de calidad conjugando el proceso de enseñanza-aprendizaje con el componente humanístico en las investigaciones.
En tercera posición, la universidad debe fusionar lo que el presbítero Félix Varela puso en práctica en La Habana en lo que fue el germen de nuestras universidades: la conjunción de ciencia y conciencia, pensamiento y compromiso, verdad, bondad y belleza.
Otros muchos factores se nos presentan como requisitos indispensables: el diálogo entre la institución, el estudiantado y el claustro docente, y de todos ellos con la comunidad, es decir, la extensión universitaria; el compromiso ético y social para crecer en valores cívicos, humanos, morales que contribuyan al mejoramiento moral y político de la sociedad; la apertura al intercambio académico y científico con los nacionales y el extranjero; así como el carácter propositivo y proactivo que incluye la crítica constructiva seguida de acciones concretas para el mejoramiento social.

En estos días en que nuevamente vuelvo a la universidad, refuerzo más la idea de que es una gran fuente de capital humano; pero más allá de los talentos al servicio de la sociedad me gustaría resaltar lo que es lema en mi alma máter actual: “vencer el mal a fuerza de bien”. Eso es, también para Cuba, una exhortación más allá de la universidad, un incentivo para todos los cubanos.

 


Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología por la Universidad de La Habana.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia. Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.

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