Al fin ha visto la luz para toda la población el tan esperado “Proyecto de Constitución de la República de Cuba” el 31 de julio de 2018. La red de Correos de Cuba lo pondrá a disposición de todos a través de la venta en forma de Tabloide en los estanquillos del país. Toca a cada cubano ejercer la responsabilidad de estudiar, debatir y proponer sobre la que será la nueva ley principal de la República y que regirá el futuro de la Nación.
Dicho Proyecto será sometido a consulta popular entre el 13 de agosto y el 15 de noviembre del 2018. Este mecanismo (la consulta popular) es aquel que se usa para posibilitar la participación ciudadana en un proceso de toma de decisiones, sirviendo para ejercer el derecho constitucional de aportar en torno a temáticas de trascendencia nacional, de forma tal que la voluntad de cada uno de los ciudadanos pueda incidir realmente en el debate y el conjunto de decisiones que posteriormente adopten los órganos representativos del Estado.
¿La consulta popular es un verdadero signo de democracia en Cuba? Sería bueno hacernos esta pregunta muchas veces y generar muchas respuestas, que sean todas escuchadas y canalizadas las peticiones que de ellas se deriven. Ya el proceso de confección de un Anteproyecto de Constitución, elaborado por una comisión elegida “a dedo”, no es un buen comienzo para asegurar una democracia real desde la base; pero debemos ejercer al menos estas cuotas de derecho a opinar que tenemos a través de la consulta popular y luego en el referendo. Ahora bien, el asunto está en ser lo verdaderamente críticos y propositivos y para ello se requiere de un estudio detallado del proyecto que se nos presenta.
Conocemos de la falta de educación cívica que sufrimos los ciudadanos cubanos. En muchos casos no se conoce nada de la historia constitucional del país; cuando más las modificaciones últimas de 2002, para introducir pequeños cambios que, a la larga, no cambiaron mucho en beneficio de la ciudadanía. En el proyecto que ahora nos presentan, 16 años después del último toque que se le dio a la Constitución de la República de Cuba, aparecen 87 artículos más que en la vigente, para un total de 224. De la actual Constitución se mantienen 11 artículos, se modifican 113 y se eliminan 13. La pregunta es: ¿conocemos los cubanos que vamos a hacer el análisis dónde fueron introducidos los cambios, qué era lo que estaba establecido antes y qué se propone ahora? ¿Tenemos propuestas concretas, peticiones reales, derechos que queremos ver reflejados en la nueva Carta Magna? ¿Podemos tener la certeza de que nuestras peticiones serán escuchadas? ¿Serán escuchadas las propuestas que tenemos muchos grupos de la sociedad civil que hemos trabajado el tema de reforma constitucional?
Recuerdo cuando hubo un exhaustivo análisis de los “Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución para el período 2016-2021” en cada una de nuestras escuelas, universidades, centros de trabajo, etc. Nunca supimos si el debate y las propuestas que emanaron de aquel tiempo fueron tenidos en cuenta, máxime cuando escuchamos en voz de nuestros dirigentes que el proceso de actualización ha sido complejo y sabemos que en la práctica se ha cumplido un bajo porcentaje de lo que fue planteado en aquellas directrices de país. Espero y deseo que este proceso entorno a la nueva Constitución sea transparente, que cada cubano pueda verse reflejado en su texto, que sean escuchadas las opiniones; pero sobre todo, que existan opiniones, que no se convierta en un simple análisis porque es una “orientación de arriba”.
A la pregunta de qué esperan los cubanos de la nueva Constitución nos encontraremos disímiles respuestas: la de los que no esperan nada, los pesimistas de siempre que no participan en el proceso y desinflan a los demás; la de los que tienen una buena educación ética, cívica y política y piden cambios estructurales asentados en los derechos civiles, económicos, políticos y culturales; y la de los amplios sectores populares que tan solo piensa que mejore la vida, y ya eso es bastante.
Creo que debemos participar en la consulta popular con propuestas que reflejen nuestras expectativas y luego votar, según nuestra conciencia, en el referendo que aprobará o no la nueva Constitución.
Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.