María en clave de fe cubana

Yoandy Izquierdo Toledo
Jueves de Yoandy

María en clave de fe cubana

Los cristianos católicos estamos viviendo por estos días la Novena a la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de la República de Cuba. Los testimonios sobre la intercesión de la Reina y Madre de todos los cubanos en la vida de este pueblo son múltiples, porque más allá de ser María una figura muy especial en la vida de la Iglesia Católica Universal, la religiosidad popular cubana la considera como símbolo de cubanía.

Las oraciones de acción de gracias o petición a la Virgen del Cobre, la confianza de los hijos de esta tierra en Cachita, demuestran la estrecha relación filial que nos une. Son muchos los epítetos que a lo largo de la historia han sido usados para referirse a esta advocavión Mariana y caribeña, que nos acompaña desde las lomas del poblado del Cobre, atenta y acogedora de nuestras súplicas. Uno de esos títulos es el de Virgen Mambisa, uno de los más evocados, ya sea porque es empleado en canciones religiosas, o porque nos une esa estirpe insular de lucha por el bien de la Patria, la tranquilidad de sus hijos y el fin último de la libertad. Decir Virgen de la Caridad es hablar de un emblema patrio, es asociar el sufrimiento del pueblo cubano a la protección y amparo de una madre silícita, es fundir el elemento religioso a los símbolos nacionales, e incorporar su imagen al más sagrado altar de la Patria, venerado desde nuestros mambises y multiplicado por la tradición.

Cada Novena escuchamos, incluso en voz de los religiosos practicantes, anécdotas sobre la presencia de la Virgen de la Caridad del Cobre a través de una estampita, una escultura pequeña en cada casa, una vela encendida, un ramo de girasoles, vestir a los niños de amarillo, o la visita al Santuario Nacional de El Cobre para cumplir una promesa. Hoy quisiera recordar, en este cuarto día de la Novena de 2021, en medio de la crisis que sufre el pueblo cubano que custodia con sus ojos misericordiosos, la presencia de María de la Caridad en tres elementos urgentes y necesarios de nuestra realidad nacional.

1. La aceptación de lo diverso. Siguiendo el ejemplo de María, que ante la llamada del ángel no cierra la puerta, y medita en su corazón esa realidad tan diferente que se le presenta, los cubanos debemos pensar en el futuro de Cuba, en una nación plural, respetuosa de las diferencias y, sobre todo, con todos y para el bien de todos. El ejemplo de María, de ofrecer su sí, confiando en que todo lo que está por venir será bueno y edificante porque viene de Dios, debe calar en lo más profundo de nuestra esencia humana, para que nos insufle esperanza, fortaleza para el camino, y paciencia para entender en clave de fe los signos de estos tiempos difíciles.

2. El reconocimiento del valor del diálogo y el rol de los dialogantes. Si María hubiera renunciado al diálogo estrecho con Dios, hubiera ignorado la señal del ángel, y hubiera obviado las palabras de su prima Isabel, no hubiera creído verdaderamente en que daría a luz al redentor del mundo. El diálogo en paz, la actitud serena, la escucha efectiva son actitudes necesarias en un pueblo que adolece de comportamientos cívicos y que necesita un cambio en paz, cerrando la puerta a la violencia. María del Cobre, ante cuyos pies acudieron nuestros mambises de las guerras de independencia, para pedir protección y amparo, nos propone el camino de la libertad, pasando por la cruz, pero a través del triunfo del amor que todo lo puede.

3. El emprendimiento del camino hacia la reconciliación y la paz. Los pasajes de la Biblia que podemos releer por estos días, referidos a Jesús perdido en el Templo, dan fe que, a pesar de la adversidad, de las situaciones que pueden llevar a una madre al borde de la desesperación, triunfa la reconciliación y el perdón como el único camino hacia la sanación verdadera. La reconciliación no anula la justicia, pero cuenta con el perdón y el propósito de enmienda. En estos momentos críticos de Cuba, de polarización de criterios, de intentos de dividir en bandos, de filtrar la sociedad para separar los puros de los confundidos y apátridas, nunca se hace más necesaria la reconciliación. Un corazón de odio no conduce al encuentro entre hermanos. Una orden de combate no es una señal de fraternidad, amor al prójimo y ansias de paz. Unas constantes remembranzas del pasado de guerra, enfrentamiento y discordia, no son las mejores bases para emprender el largo camino hacia la libertad, la sanación del cuerpo social, y el tránsito hacia la civilización del amor.

Que la Virgen del Caridad del Cobre, madre de todos los cubanos, nos ayude a vivir en clave de fe estas realidades sociales. Que como reza el canto por estos días: “Salva a Cuba de llantos y afán”. Que así sea por el bien de la Patria y de todos sus hijos.

 


  • Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
  • Licenciado en Microbiología.
  • Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
  • Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
  • Responsable de Ediciones Convivencia.
  • Reside en Pinar del Río.

 

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