Lo más importante en la vida

Lunes de Dagoberto

Encontré en el cuarto de mi nieta mayor un afiche que decía “La cosa más importante en la vida no son las cosas”. Y me alegré mucho de que su madre haya escogido ese afiche para ella.  

El materialismo y esa fiebre posesiva que inunda al mundo de hoy, es una de las causas de tanta infelicidad. Pues ser dichoso no está en tener sino en ser. Recordé inmediatamente aquella frase de Martí: “Mucha tienda, poca alma”. Y pensé que en Cuba, por la gran escasez de todo que hay no sería significativa esa frase. 

Pero me he dado cuenta que existe un ansia de tener por defecto. Es decir, dado que durante toda la vida las cosas han escaseado en Cuba, entonces se crea una especie de adicción al tener y acumular cosas, pensando que con eso saciaremos nuestra aspiración a ser feliz. 

La pobreza material, la miseria y las penurias de la vida cotidiana que estamos viviendo en Cuba no son buenas y nadie quiere vivir por debajo de los niveles mínimos de pobreza. La respuesta a la ambición del tener no es nivelar descendentemente a todos hasta la miseria. Ese vicio posesivo solo se cura cultivando el espíritu, llenando el alma de valores, virtudes y proyectos que den sentido y profundidad a nuestra vida. 

Solo así podremos ir relativizando el tener y dándole más valor al ser, al saber, al servir, al crecimiento humano y la apertura a la trascendencia. La familia, es la primera educadora de sus hijos y esta debería ser la primera asignatura que se transmitiera con el ejemplo y la palabra en el seno del hogar. La escuela colabora con la familia en esta formación y debería dejar la ideologización, la propaganda política, las consignas y la simulación, para cultivar en la infancia y en la juventud una existencia pletórica de contenidos y no solo de formas. 

La Iglesia y los círculos de amigos deberían también influir positivamente en la sencillez de vida y en la simplicidad de la existencia como la fórmula para alcanzar mayores grados de humanidad y espiritualidad. 

Hasta el lunes próximo, si Dios quiere.

 


Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
Ingeniero agrónomo. Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017.
Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006.
Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director.
Reside en Pinar del Río.

 

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