La capacidad de comunicarnos a través del lenguaje es un don de los seres humanos que nos diferencia de los animales y para algunos nos hace seres superiores. Digo para algunos porque está en debate eso de “ser superior”. Las bacterias y los microorganismos en general, a veces con una sola célula, son autónomos y pueden sobrevivir a determinados ambientes, incluso extremos. La persona humana, con todos los atributos con que cuenta y con la herramienta de la comunicación y el diálogo, en ocasiones vive en un mutismo irracional. En otros casos un mal uso del lenguaje hace que no se llame a las cosas por su verdadero nombre.
Es frecuente escuchar en la calle y en los medios de comunicación, los términos de sector “no estatal” en lugar de sector privado. Por estos días aumentan las cooperativas “no agropecuarias” y ha habido hasta quien ha llamado algún emigrado como “excubano”. A quien piensa diferente y es consecuente con su pensamiento, con el ejercicio de la libertad de expresión y de asociación, algunos le llaman “contrarrevolucionarios”. Y así aumenta el afán de nombrar las cosas de modo negativo, como quien quiere confundir o contrapone conceptos, fenómenos o procesos.
Repito, el lenguaje es un recurso poderoso con el que contamos los seres humanos. Hacer un uso correcto y llamar a las cosas por su nombre es lo mejor que podemos hacer. De lo contrario se genera un clima de negatividad y se distorsiona la realidad; pero sobre todo se cultiva el diálogo haciendo uso de definiciones basadas en lo que no es.
Pienso en los niños, adolescentes y las jóvenes generaciones que no deben hacer uso de este recurso deformante. Por mi parte y en mi círculo de interacciones seguiré hablando en el sentido enunciativo afirmativo.
Hasta el próximo jueves comencemos a llamarlo todo por su verdadero nombre.
Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.
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