La triste historia del ganado bovino en Cuba

Martes de Dimas

En un artículo del Diario de Cuba, titulado “la masa ganadera en Cuba se ha reducido otro 10% durante los últimos siete años, se citan las cifras publicadas por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), que lo confirman.

A ese análisis añado otros factores y datos históricos que permiten una mayor comprensión del origen del ganado bovino y las causas de su declive.

Los peninsulares arribados a nuestras costas en la primera mitad del siglo XVI se dedicaron a la búsqueda de oro para enriquecerse y regresar. Los magros resultados obtenidos en esa empresa no permitieron que la minería se convirtiera en una economía suficiente para el sustento de esas incipientes comunidades.

Fue en la segunda mitad de ese siglo que, a los colonos que aceptaron permanecer al menos durante cuatro años, se les comenzó a distribuir la abundante tierra existente y a partir del año 1520 comenzaron a confirmarse como dueños. Esos latifundios se dedicaron a la cría extensiva del ganado bovino, el cual no era originario de Cuba, como lo es el tabaco, sino que fue traído desde la vecina isla de La Española, por el primer Gobernador General de la Gran Antilla, Don Diego Velázquez.

En casi todas las villas cubanas se fomentó la cría y la comercialización del ganado, incluyendo el comercio de contrabando con otras islas del Caribe, como ocurrió en las villas de Bayamo y de Trinidad.

Con tierra abundante y condiciones climáticas favorables el ganado se multiplicó en hasta convertirse, a diferencia de la minería, en la primera economía de Cuba, hasta que en la segunda mitad del XVII, el tabaco, una planta que si era originaria de Cuba, la desplazó del lugar cimero, pero no de su peso en la economía insular.

Posteriormente, en la segunda mitad del siglo XIX, el crecimiento del ganado recibió el impacto negativo de las tres décadas de guerras independentistas que tuvieron lugar entre 1868 y 1898.

Durante la república la producción de carne y de leche bovina creció paulatinamente en provincias como Camagüey. El censo realizado en 1946 constató la existencia de 4 116 millones de cabezas de ganado vacuno y una población que no superaba los 5,5 millones de personas. Ese dato explica que se instalaran fábricas cubanas y extranjeras en varios puntos del país para la producción de derivados lácteos, como las de la compañía suiza Nestlé en Bayamo y en Sancti Espíritus.

Esos datos explican el por qué, la ganadería bovina y sus derivados, hasta la década de los años 50 del pasado siglo, constituyeron una de las principales fuentes de ingreso de la economía nacional. Sin embargo, a partir de 1959, con la estatización de la mayor parte de las tierras, la salida del país de los ganaderos más experimentados y las restricciones a los pequeños productores privados, comenzó el deterioro progresivo que se mantiene hasta el día de hoy.

En 1958, la producción de carne vacuna y de leche era la segunda actividad económica agrícola después de la caña de azúcar. La cantidad de ganado vacuno y de habitantes observaban cifras similares (unos seis millones en ambos casos). Es decir, la proporción de cabezas de ganado por habitante, en los doce años que separan a 1946 de 1958, se elevó de 0,74 a 1,0. Un ritmo de crecimiento que, de haberse sostenido, hoy contaríamos con unos 11 millones de cabezas de ganado. Sin embargo, el Control Nacional de Registro Pecuario, realizado en 1967, reportó más de siete millones de cabezas de ganado, cuando la población era de 8,2 millones, lo que arroja un descenso de 1,0 a 0,87 cabezas por habitante.

En ese momento, imbuido de un voluntarismo extremo, con el objetivo de elevar la producción de carne y de leche, y de convertir a Cuba en la Suiza de América, el líder de la revolución. Olvidando que un político cubano había expuesto un proyecto con similares fines en el parlamento de la República, al que Orestes Ferrara[1] le preguntó ¿Con cuántos suizos cuenta usted para sacar adelante su proyecto.

El ganado bovino fue sometido a un desacertado cruce genético. La raza Holstein, de alta productividad lechera, se cruzó con la raza Cebú, gran productor de carne. El objetivo del cruce era crear una nueva raza capaz de producir al mismo tiempo abundante carne y leche. Con ese fin se importaron miles de novillas Holstein, sementales y semen congelado de Canadá, se creó una organización nacional que formó un ejército de técnicos en inseminación, se creó un sistema de vaquerías dotadas con ordeño mecánico y aire acondicionado. Sin embargo, el mayor acceso de la población a la leche dependió, del suministró gratuito que durante diez años garantizó el programa de alimentos de las Naciones Unidas.

El resultado de los cruces fue un animal físicamente débil, proclive a muchas enfermedades y sin valores productivos en carne y leche -lo que unido al desinterés que generó la estatización de la propiedad agrícola, la incapacidad administrativa, los salarios insuficientes, las miles de hectáreas de tierra invadidas por plantas indeseables como el marabú- la producción ganadera, agudizada por la pérdida de las subvenciones de la Unión Soviética, ha mantenido un decrecimiento sostenido.

Para su recuperación, en noviembre de 1997, se promulgó el Decreto Ley 225, concentrado en medidas represivas; multas de hasta 500 pesos al tenedor de ganado que se le perdiera un animal; prohibición al “dueño” para sacrificarlo y disponer de su carne; multas y penas de hasta de tres años de privación de libertad si el propietario no declaraba los terneros nacidos en los 30 días posteriores al parto; obligatoriedad de vender los animales sólo al Estado, a precios determinados por éste; y si es hembra sólo podía matarla si el animal sufría un accidente. Esto último explica que algunos dueños provocaran accidentes como pretexto para sacrificarlas.

Según datos ofrecidos por el fallecido economista cubano Oscar Espinosa Chepe, al cierre de 2010 el ganado vacuno tenía 3 992 500 cabezas, por debajo de los 4,1 millones existentes en 1990, y mucho menos que los 7,2 millones de 1967.

Para empeorar la situación, a principios de 2016 murieron por falta de comida y de agua y miles de animales fueron sacrificados ilegalmente. Sólo por esta última causa en 1988 se reportó la pérdida de 48 910 reses. Contrario a 1958, cuando el propietario disponía libremente de sus animales. Ese deplorable cuadro de la ganadería obliga a erogar cada año sumas millonarias para comprar en el exterior lo que se puede producir en Cuba.

Si algo ha demostrado el modelo totalitario, más que la incapacidad para conservar producciones en las que Cuba históricamente se destacó, como es el ganado bovino, es que con la reducción de otro 10%, se pone en peligro, incluso, la leche de los menores de edad.

La Habana, 13 de diciembre de 2021

[1]Orestes Ferrara Marino (1876–1972). Militar, político, diplomático, profesor universitario y escritor de origen italiano. Coronel del Ejército Libertador. Delegado a la Asamblea Constituyente de 1940.

 

 


  • Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
  • Reside en La Habana desde 1967.
  • Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
  • Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
  • Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
  • Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
  • Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).

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