La semántica de la “coyunturalidad”

Jueves de Yoandy

Ayer mientras hacía las lecturas del día, trataba de aplicar el Evangelio a nuestra realidad. San Lucas nos recordaba que: “En aquel tiempo, dijo el Señor: “¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños sentados en la plaza, que gritan a otros: Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis” (Evangelio según San Lucas, 7,31-35).

Las preguntas son oportunas y trascendentales. Cobran vida en estos momentos que se viven en Cuba, donde, sin haber salido del llamado “período especial”, entramos en una etapa denominada “coyuntural”. Entonces, la primera pregunta, ¿a quién se parecen los hombres de esta generación?, no debe ser respondida con las mismas consignas de antaño, ni deben asegurar totalmente que somos continuidad. Continuidad es un término, y más que eso un programa de gobierno, que no se corresponde con las necesidades reales de un país que ha sufrido numerosas necesidades por largos periodos de tiempo. Continuidad contradice los intentos de formar un hombre nuevo. Continuidad no debe constituir un bloqueo a toda iniciativa digna, coherente, proactiva y venida de la sociedad civil y/o la oposición para compartir, junto al gobierno, el mismo deseo de pensar Cuba. Y así habría una larga lista de elementos que justifican por qué estamos llamados a no ser continuidad, sino todo lo contrario, cambio y renovación profunda. La segunda pregunta, que habla de la comparación, también nos ofrece la respuesta en el mismo Evangelio, y pareciera como si describiera una realidad social vivida: no quedarse en el infantilismo de la queja, ni disimular el problema con la risa sinsentido, el pregón del falso triunfo, o el llanto eterno que no libera ni edifica.

Pero estas breves líneas no son para hablar de continuidad, ni de comparaciones. Basados en las palabras de Jesús a los jefes del pueblo debemos trabajar para no detenernos, como ellos, en el camino de la esperanza. De las enseñanzas de la Palabra, que cuesta mucho aterrizar a veces porque es más fácil dejarla en la dimensión religiosa, podemos beber una gran fuente de sabiduría y tenemos una fuerte aplicación en cada una de las vivencias de la cotidianidad. Por estos días, en que ha sido declarada oficial “una situación coyuntural” para el país, la contemplación del problema, la enajenación y el desconocimiento no son remedios ni actitudes viables. Sobre todo cuando se habla de “coyuntura”, que da idea de algo pasajero, y realmente es el agravamiento de una situación sostenida en tiempo, y que no sabemos cuándo pueda tener fin porque las causas que la provocan no son erradicadas en su totalidad.

Cuando persisten las actitudes justificativas ante algo que es evidente, y las personas tanto responsables como afectadas, por la falta de conocimiento o por la escasa o mala voluntad, buscan pretextos para no enfrentar conscientemente el asunto, se agotan los argumentos y se aleja toda posibilidad de diálogo. Más aun si todos los medios de comunicación, la fuerza de trabajo y diferentes sectores de la población del país se hacen eco o usan pretextos casi infantiles, como decía Jesús.

Existen muchas razones para la desesperanza y la incertidumbre en la población cubana. El anuncio de la “situación coyuntural” desanima, mucho más porque hemos vivido, sin haber sido anunciadas antes con tanta vehemencia, situaciones difíciles en otros sectores que no solo abarcan el sector energético debido al suministro de combustible. Hace pocos meses se hablaba de la crisis alimentaria, y hasta se sugerían “novedosísimas” estrategias como el cultivo de la jutía o el avestruz. El desabastecimiento no es coyuntural. La falta de recursos para la educación, la baja calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje, el fomento de una política educacional tendiente a la ideologización de los educandos ha venido afectando la calidad de la enseñanza en Cuba; tampoco ha sido coyuntural. El irrespeto a las libertades fundamentales, al punto de llamar mercenarios a quienes piensen y opinen diferente, no es coyuntural, al parecer se recrudece y es una orientación nacional.

Con este panorama, que escapa de toda “coyunturalidad”, cualquiera pudiera hundirse en la más terrible depresión. Sin embargo, como también se infiere de la lectura del mencionado Evangelio, la enseñanza está en practicar las cualidades inherentes a todo responsable de cada obra social. No es cuestión de ser solidarios a la fuerza, o convertirnos y cambiar de la noche a la mañana, o por una orden que no era necesario instituir, ya que “pensar Cuba” lo vienen haciendo muchos cubanos hace algún tiempo, no sin ataques ni limitaciones.

Debemos pasar de la semántica de la “coyunturalidad” a la apertura que Cuba necesita, y a la formación de la persona humana y el cuerpo de la sociedad. No como respuesta a una “coyuntura”, porque mañana surgirán otras, sino porque Cuba y sus ciudadanos lo necesitamos. Entre bailar y lamentarnos, mantengamos un punto de equilibrio que nos permita vivir la fe y el Evangelio encarnado en esta tierra y ante esta “coyuntura”.

 

 


  • Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
  • Licenciado en Microbiología.
  • Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
  • Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
  • Responsablede Ediciones Convivencia.
  • Reside en Pinar del Río.

 

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