La Palabra aterrizada

Yoandy Izquierdo Toledo
Jueves de Yoandy

Hace unos días me pidieron animar un grupo de adultos para analizar la Palabra de Dios que se proclamaba ese día. Confieso que cuando la leí para prepararme me pregunté qué podría decir más allá de los versículos, cómo aterrizar a nuestra realidad y ver de qué manera me servía en mi vida diaria. Se trataba del Evangelio de Juan sobre el milagro del ciego de nacimiento. Recordé a unos queridos amigos que me han enseñado a interpretar cada detalle de la Escritura y, realmente, el debate resultó muy enriquecedor. Mucho más de lo que pensaba en un inicio. Doy gracias a esos amigos, que saben quiénes son y me leen cada jueves.

A este texto (Juan 9) le podríamos llamar también el Evangelio de la luz, porque eso es lo que sucede: el paso de la vida en la oscuridad que produce la ceguera, a la plenitud de la luz cuando es recobrada la visión. Si nos quedamos en el mero milagro de la sanación estamos perdiendo la oportunidad de asimilar otras enseñanzas que se extienden más allá para marcar en nuestra vida cotidiana los acentos de un estilo fortificado en el espíritu, pero aterrizado en la realidad.

Podemos extraer algunas enseñanzas del propio Jesús, del ciego y de los fariseos.

Jesús entra en conflicto con los jefes del pueblo porque a través del milagro pondera la dignidad humana, coloca a la persona en el centro, sin distingos y respetando tanto su libertad como sus derechos. A veces propiciar que otros salgan de las tinieblas y miren con luz propia el mundo, corre el riesgo de levantar ronchas en quienes prefieren a la persona sumida en la ignorancia, la oscuridad y la apariencia. Quien intenta limitar la visión de la realidad por conveniencia, quien prefiere ciudadanos ciegos que no escruten con sus ojos las realidades circundantes, quien critica al que ve con luz larga el presente o vislumbra el porvenir y trabaja en la construcción de mejores escenarios, atenta contra la libertad en su más alto grado.

Los fariseos, cuya esencia se replica en nuestra sociedad vertiginosamente, lo cuestionan todo, viven encerrados en sus limitadas verdades para coartar la capacidad humana del libre pensamiento y actuación. Las actitudes farisaicas se evidencian cuando prima el dogma, el imperio de la ley a conveniencia, el cumplimiento irrestricto de normas cerradas que frenan el desarrollo humano y reducen a la persona a ser un instrumento en manos de un poder determinado. Para ellos todo lo que se escape del marco de sus principios es considerado “fuera de la ley”. Podríamos decir que es algo así como que, si el fin es cumplir la ley, da igual qué tipo de métodos se empleen para lograrlo. Es una visión reducida y reductora de las capacidades humanas que son inimaginables dentro de ambientes de libertad.

El ciego de nacimiento, el otro protagonista de este texto, el beneficiado por el milagro de recobrar la visión se encuentra en una posición dual. Por un lado feliz con esta concesión, por otro supone un conflicto para su vida. Es cuestionado por sus propios padres, que representan a todas aquellas personas donde habita el miedo y no abren la puerta a la verdad que libera y a la fe, la razón y el bien que dan fuerzas para vencer al mal. Aquí se pone de manifiesto el viejo refrán que dice: “No hay peor ciego que el que no quiera ver”. El ciego de nacimiento se cura. Sus padres, con perfecta visión permanecen en la oscuridad de la duda, el culto a los hombres, la fe ciega en líderes mal elegidos, el seguimiento de la norma sin cuestionar que a veces no tributa ni al bien personal ni al bien común.

La recuperación de la visión nos viene a presentar la realidad humana de encontrarse con una nueva vida, con un nuevo proyecto, con un nuevo rumbo ante nuestros ojos. Esta realidad entraña riesgo y sacrificio, legitima que el camino de la luz no está exento de conflictividad, pero da frutos para siempre.

Vivir en la verdad, pasar de las tinieblas a la luz, supone opciones claras y fortaleza de espíritu para vivirlas con sentido.

Apostemos, arriesguemos y abramos los ojos que la luz viene, inevitablemente, bañada de libertad.

 

 


  • Yoandy Izquierdo Toledo
  • Licenciado en Microbiología Universidad de La Habana
  • Máster en Bioética Universidad Católica de Valencia
  • Máster en Ciencias Sociales Universidad Francisco de Vitoria
  • Consejo Directivo Centro de Estudios Convivencia
  • www.centroconvivencia.org
  • Facebook Yoandy Izquierdo
  • Twitter @YoandyIzquierdo
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