La enseñanza en Cuba: antecedentes  y actualidad

Martes de Dimas

Antecedentes

Durante los 56 primeros años de república, con los gobiernos desde Tomás Estrada Palma hasta Fulgencio Batista, la enseñanza en Cuba experimentó un avance considerable.

La creación de centros educacionales, la reducción del analfabetismo del 57 al 23,6%,la matrícula de unos noventa mil alumnos en la enseñanza privada que aliviaba los gastos del Estado y permitía a los padres con posibilidades económicas elegir el tipo de educación para sus hijos, y la formación de miles de maestros en las Escuelas Normales. Un resultado que explica por qué en su alegato durante el juicio por el asalto al cuartel Moncada, Fidel Castro no consideró la enseñanza entre los principales problemas a resolver y explica por qué fue posible movilizar unos trescientos mil cubanos durante la Campaña de Alfabetización, que fueron preparados antes de 1959.

A pesar de esos resultados no todo fue perfecto. Hubo fallos en el mal manejo de los fondos públicos y una pobre atención a las zonas rurales: dos males perfectibles, pero cuya solución no requería de una revolución.

Una vez eliminada la división de los poderes públicos, disuelta la sociedad civil y el poder concentrado en una persona, la esfera educativa quedó bajo el control absoluto del Estado. En diciembre de 1959 se promulgó la “Ley de Reforma Integral de la Enseñanza”, que declaró al Estado como el único organismo con capacidad legal para crear centros de enseñanza oficiales en cualquiera de sus niveles. En junio de 1961 se aprobó la Ley de Nacionalización General y Gratuita de la Enseñanza”, una normativa innecesaria pues la enseñanza en Cuba no era extranjera. En ese mismo año Fidel Castro pronunció Palabras a los Intelectuales, donde marcó los límites permitidos: “dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada”. Y en enero de 1962 la Ley de Reforma de la Enseñanza Superior colocó a las universidades bajo el control del Estado y la autonomía universitaria desapareció.

En febrero de 1961 las escuelas normales fueron clausuradas y sustituidas por otras para formar maestros revolucionarios. Desde entonces, la carencia de personal docente obligó a la improvisación, proceso que condujo a la graduación de “maestros integrales” para impartir casi todas las asignaturas, cuyo fracaso confirmó la máxima del padre Félix Varela: “instruir puede cualquiera, educar solo quien sea un evangelio vivo”.

La Cartilla y el Manual empleados en la Campaña de Alfabetización fueron dos instrumentos diseñados para enseñar a leer y adoctrinar.

La enseñanza se empleó para fines no educativos. Para mejorar sus relaciones con la Unión Soviética, dañadas por la exportación de la revolución a otros países, en 1968 Cuba apoyó la invasión de Checoslovaquia por las tropas del Pacto de Varsovia, y en 1970, en el aniversario del nacimiento de Lenin, Fidel Castro elogió al líder ruso. Ante esos hechos, un grupo de intelectuales opuestos a la ortodoxia soviética, se alzaron como obstáculo. La respuesta fue convertir el Congreso de Educación de 1971 en Congreso de Educación y Cultura, con el propósito de que los maestros ocuparan el lugar de los incómodos intelectuales.

La “batalla de ideas”, emergida del litigio por el niño balsero Elián González Brotons a partir de 1999, fue una campaña utilizada para levantar el desánimo generado por el derrumbe de la Unión Soviética. Se inauguraron miles de salas de televisión, se adquirieron nuevas y modernas imprentas, se compró un millón de televisores a China, se construyeron miles de obras de educación, se crearon nuevos canales educativos, y se estableció  el súper ministerio de la Batalla de Ideas.

Actualidad

La prohibición de las escuelas privadas, la “nacionalización” de la enseñanza, la eliminación de la autonomía universitaria, y el límite establecido al pensamiento: “dentro de la revolución todo, contra la Revolución nada”, condicionó el terreno para el control sobre la enseñanza, que comenzó, según vimos, con la sustitución de la Escuela Normal por la formación improvisada de maestros, la Campaña de Alfabetización y el adoctrinamiento ideológico, a la vez que el ejército de maestros-soldados se utilizó en disímiles fines, como ocurrió en 1971 en el Congreso de Educación y Cultura, para desplazar a los intelectuales opuestos a la ortodoxia soviética.

El proyecto del “hombre nuevo”, experimento de ingeniería social “teorizado” por Ernesto Che Guevara para transformar las conductas “heroicas” en acciones cotidianas de las masas, junto con la “batalla de ideas” inaugurada en 1999, fracasaron.

 Hoy, la enseñanza pública, única permitida en el país, no es ni gratuita ni de calidad. Sus gastos se deducen de los descuentos del salario de los trabajadores y de los gastos que los padres asumen para meriendas, zapatos, uniformes y repasadores privados, mientras algunas escuelas funcionan gracias a las contribuciones de padres y familiares destinadas a adquirir ventiladores, pintar las aulas, comprar cloro y detergente para limpiar los baños, conseguir papel de escribir y bolígrafos, y bajar de internet contenidos de estudio destinados a profesores y alumnos. Todo lo cual indica que ya la escuela cubana no es solamente estatal, aunque el Estado siga dictando sus pautas.

En cuanto al déficit de maestros, en el curso 2022-2023 nada variará. En Sancti Spíritus faltan 923 profesores en los distintos niveles de enseñanza; en Las Tunas 263, la mayoría de ellos en la enseñanza secundaria básica; en Granma estudiantes universitarios fungirán como maestros en el curso escolar que se iniciará el 2 de noviembre; y 1825 maestros provenientes de ocho provincias serán trasladados a La Habana con el consiguiente aumento de gastos en transporte, alojamiento y avituallamiento. La causa principal de déficit: ausencia de libertades, falta de incentivos y bajos salarios.

Decenas de miles de profesionales son alquilados por el Gobierno como esclavos modernos, mientras otros miles de graduados han abandonado la docencia para laborar en cualquier otra actividad con mejor remuneración  salarial o para emigrar del país.

Otro de los efectos dañinos ha sido la eliminación de la libertad académica, un derecho fundamental que consiste en la libertad de enseñar y debatir sin limitaciones ideológicas, investigar, difundir y publicar los resultados. En Cuba los profesores y estudiantes son expulsados por el intento de hacer uso de ese derecho, como lo confirmó la viceministra primera de Educación Superior, Martha Mesa Valenciano: “El que no se sienta activista de la política revolucionaria de nuestro Partido, un defensor de nuestra ideología, de nuestra moral, de nuestras convicciones políticas, debe renunciar a ser profesor universitario”. Las víctimas de esa política están documentadas por el Observatorio de Libertad Académica en sus informes mensuales.

A manera de conclusiones

Sin restarle mérito a uno que otro resultado positivo, desde la Campaña de Alfabetización hasta la formación del “hombre nuevo” o la “batalla de ideas”, el balance se inclina hacia el lado negativo. La enseñanza revolucionaria tiene más manchas que luces por el daño antropológico causado a cuatro generaciones de cubanos. Una prueba irrefutable de que el control totalitario lo puede todo, a la vez que lo destruye todo.

Lleida, 16 de octubre de 2022

 

 


  • Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
  • Reside en La Habana desde 1967.
  • Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
  • Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
  • Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
  • Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
  • Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).

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