La conciencia ecológica

Escuchamos hablar mucho de los países que no han firmado o violan el Protocolo de Kyoto, del efecto invernadero, del agujero de la capa de ozono y de la extinción de ciertas especies. Escuchamos, como en muchos temas, hablar más de fuera que de dentro. 
En la edición del periódico Granma correspondiente al día 5 de junio, fecha en que celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente, se enumeran los siete problemas ambientales más graves que afectan al planeta. Ellos son:
  1. La deforestación.
  2. La sequía.
  3. La generación de residuales.
  4. La contaminación del aire.
  5. El cambio climático.
  6. La contaminación del mar.
  7. El peligro de extinción de las especies.
Corresponde hacer una evaluación suficientemente crítica que nos permita valorar cuáles de esos problemas tenemos vigentes en Cuba y cuáles son las estrategias del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente para mitigar los daños que ocasiona el mal manejo de los recursos naturales, la aprobación de leyes en detrimento del medio ambiente y la cultura cotidiana de no protección del entorno. 
Se requiere, ante todo, una conciencia ecológica; que como toda conciencia debe ser recta, verdadera y cierta. No es coherente hacernos voceros de los efectos del cambio climático y luego lanzar la basura en cualquier esquina o no desarrollar un buen programa de recogida de desechos sólidos. No es coherente debatir intensamente sobre la contaminación del aire y las aguas y luego no desarrollar políticas lo suficientemente eficientes como para evitar la emisión de gases altamente nocivos a la atmósfera, o el vertimiento de residuales de la industria a las aguas.
Contrario a lo que muchos pueden pensar, la conciencia ecológica no se contrapone al desarrollo económico. Se puede producir de forma sustentable, trabajar con energías limpias, y emplear mayormente los recursos renovables. 
La conciencia ecológica es entender que dependemos de la naturaleza y somos los principales responsables de su conservación; es reaccionar ante la destrucción del medio ambiente y, sobre todo, trabajar en la generación de propuestas en la esfera ambiental que favorezcan una vida sana en el planeta. La relación hombre-naturaleza debe cambiar si deseamos la supervivencia de la especie humana y no su autodestrucción. 

Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).

Licenciado en Microbiología.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.

 

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