Martes de Dimas
José Julián Martí Pérez (1853-1895), periodista, organizador, orador, literato, maestro y político, humanista por excelencia, dotado de gran inteligencia, profunda fe y férrea convicción, retomó el inconcluso proceso de conformación de la nación para conducirla hasta una república moderna; un proceso en el que, con excepción del padre Varela, los protagonistas precedentes lo hicieron siempre desde y para la clase social que representaban: igualdad con los de arriba, desigualdad con los de abajo.
– Como periodista alcanzó su renombre entre 1880 y 1890 por medio de los artículos y crónicas que, desde Nueva York, escribía para importantes medios de Venezuela, Argentina y México.
– Como orador y organizador recorrió varios países de América hispana y ciudades norteamericanas con el objetivo de unir a los veteranos de la guerra de 1868 con los nuevos pinos, como le llamaba a los más jóvenes, acopiando centavo a centavo. A mediados de 1894 organizó el Plan Fernandina, el cual al ser descubierto se perdió el esfuerzo y los recursos recabados. Imbuido de una profunda y convicción de su obra, reinició la labor casi desde cero, recaudó lo necesario, dio la orden para el alzamiento del 24 de febrero de 1895 y firmó, conjuntamente con el general Máximo Gómez, el programa de la guerra: el Manifiesto de Montecristi.
Como literato, autor de una enjundiosa obra en la que destacan sus Versos Sencillos y sus Versos Libres, en los que defiende el valor de la originalidad de la poesía nacida de las entrañas. Fue precursor del modernismo en América Latina., junto al peruano Manuel González Prada, el nicaragüense Rubén Darío, el salvadoreño Francisco Gavidia, el cubano Julián del Casal, el mexicano Manuel Gutiérrez Nájera, el dominicano Manuel de Jesús Galván, entre otros.
Como maestro concibió la educación como función social transformadora de las condiciones socioculturales y económicas; como puente de oportunidades para el desarrollo integral del sujeto educativo; aspectos viables en procesos de enseñanza y aprendizaje que posibilitan la exploración, el diálogo y la consciencia social.
Aunque la obra de José Martí es enciclopédica, sus mayores aportes fueron como político:
– El concepto que José Antonio Saco elevó desde las villas originales hasta la patria-nación, Martí lo definió como comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines. El de República, lo concibió como estado de igualdad de derecho de todo el nacido en Cuba; espacio de libertad para la expresión del pensamiento; de muchos pequeños propietarios; de justicia social para que cada cubano fuera hombre político enteramente libre. Definiciones que remató con ideal aún lejano: yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre.
– En su estudio crítico acerca de la Guerra Grande, el Apóstol se preguntó: ¿Qué pasó? ¿Qué está pasando? La respuesta fue un sistema de principios: el empleo de la política y la observación del tiempo en la misma, el carácter democrático y participativo, la revolución como forma de la evolución, la inclusión de todos los elementos en el análisis y la unión de los diversos factores.
– De esos principios emergió el concepto que bautizó como guerra necesaria, el papel del partido como institución organizadora y creadora de conciencia y la idea que expresó a Máximo Gómez en 1882: sólo aspiro a que formando un cuerpo visible y apretado aparezcan unidas por un mismo deseo grave y juicioso de dar a Cuba libertad verdadera y durable, todos aquellos abnegados y fuertes, capaces de reprimir su impaciencia en tanto que no tenga modo de remediar en Cuba con una victoria probable los males de una guerra rápida, unánime y grandiosa.
– En las Resoluciones del PRC, de noviembre de 1891, planteó: el Partido no ha de trabajar por el predominio, actual o venidero, de clase alguna; sino por la agrupación, conforme métodos democráticos, de todas las fuerzas vivas de la patria; por la hermandad y acción común de los cubanos residentes en el extranjero; y por la creación de una república justa y abierta para el bien de todos”.
– Declarado enemigo del empleo de la violencia, en 1883, en el artículo Karl Marx ha muerto, a la vez que reconoce los méritos del fundador del marxismo, señala sus limitaciones: “… Karl Marx estudió los modos de asentar al mundo sobre nuevas bases, y despertó los dormidos, y les enseñó el modo de echar a tierra los puntales rotos. Pero anduvo de prisa, y un tanto a la sombra, sin ver que no nacen viables, ni de seno de pueblo en la historia, ni de seno de la mujer en el hogar, los hijos que no han tenido gestación natural y laboriosa… Suenan músicas; resuenan coros, pero se nota que no son los de la paz”.
– Consciente de los peligros del caudillismo, al distanciarse del Plan Gómez-Maceo en 1884, escribió al generalísimo: “Pero hay algo que está por encima de toda la simpatía personal que usted pueda inspirarme…y es mi determinación de no contribuir en un ápice, por amor ciego a una idea en que me está yendo la vida, a traer a mi tierra a un régimen de despotismo personal, que sería más vergonzoso y funesto que el despotismo político que ahora soporta”. Y en su Diario de Campaña, catorce días antes de morir, anotó: “Maceo tiene otro pensamiento de gobierno; una junta de los generales con mando, por sus representantes, -y una Secretaría General: -la patria, pues, y todos los oficios de ella, que crea y anima al ejército, como secretaría del ejército”.
– Antes, el 10 de octubre de 1890, había expresado: “El político de razón es vencido, en los tiempos de acción, por el político de acción; vencido y despreciado, o usado como mero instrumento y cómplice, a menos que, a la hora de montar, no se eche la razón al frente, y monte. ¡La razón si quiere guiar tiene que entrar en la caballería! Y morir, para que la respeten los que saben morir”.
Transcurrido más de un siglo de su caída en combate, la República con todos y para el bien de todos, por la que murió y por la que varias generaciones de cubanos ofrendaron su sangre, continúa pendiente. El último episodio de la República inconclusa es el fracaso del modelo totalitario implantado en 1959, que es, exactamente, la negación del sueño del Apóstol, con la agravante de habérsele usado para calificarlo de autor intelectual.
Martí, cima del pensamiento político cubano, hombre de fe, fuente inagotable de ejemplo y de virtudes, el político mayor y el hombre más informado de su época, es la síntesis de lo mejor de nuestra historia política y cultural. Sus ideas constituyen un modelo, no superado de la nación de todos, de la república moderna, democrática, inclusiva.
Por su obra Martí tiene bien merecidos los títulos de Apóstol de la independencia, maestro y héroe nacional. Los cubanos tenemos la obligación de hacer realidad su sueño.
La Habana, 3 de noviembre de 2019
- Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
- Reside en La Habana desde 1967.
- Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
- Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
- Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
- Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
- Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).