En esta época de enterramientos, desenterramientos y cambio de lugar de importantes monumentos que son patrimonio de la nación cubana, urge trabajar con empeño y, sobre todo, con la experticia necesaria para no cometer errores.
Muchos historiadores consideran un error, por ejemplo, lo sucedido recientemente con el cambio de lugar de los restos mortales de Mariana Grajales y Carlos Manuel de Céspedes, incluso sin las ceremonias religiosas requeridas en el caso de dos católicos natos, ni la consulta a los descendientes de ambos que aún viven en Cuba.
Pero existen errores aún más visibles. Esos que saltan inevitablemente a la vista de todos; esos que no se deben permitir cuando se trata del más alto respeto a fundadores y pilares de la Nación y de cada pueblo.
Hace poco, la capital de todos los cubanos acogió una nueva escultura de José Martí, la famosa ubicada en el Parque Central de Nueva York. Esta vez una réplica quedaría emplazada en el parque que se ubica enfrente del Palacio Presidencial. Asombro, bochorno, desencanto son algunas de las reacciones que he escuchado para referirse a la inscripción que aparece en el pedestal gigante que soporta la estatua del más universal de los cubanos. Más de dos metros de altura, de fino mármol pulido, contienen una inscripción de 63 palabras, dos de ellas con sendos errores ortográficos. “Nacío” en lugar de “nació”. Al emplear el vocablo incorrecto les recuerda a algunos cubanos la manifestación en forma de forúnculo que puede salir en la piel a causa de una infección bacteriana. La otra pifia: “cuidad” en lugar de “ciudad”. Pareciera que, hasta el propio monumento evocase el correcto uso de las palabras en cada caso.
Otro ejemplo desafortunado, este desde hace bastante tiempo ya, perdura en Pinar del Río. Más de un semestre hace que concluyó la restauración del monumento a José Martí en el parque cercano al sitio fundacional de la provincia más occidental de Cuba. Desde entonces, ciudadanos conocedores de la historia local notaron que, en la inscripción donde se enuncia quiénes lideraron la erección de dicho monumento aparece un error respecto al Alcalde Municipal. Aparece el nombre de “José” M. Cabada y se trata de “Juan” María Cabada y del Haya. El cambio de nombre ha sido reportado por varios pinareños al Consejo de Patrimonio de la ciudad. El error no ha sido subsanado.
Considero que el desarrollo de proyectos como estos debe estar monitoreado por personas conocedoras de la historia, que velen a quienes ejecutan las obras y que garanticen que este tipo de errores humanos no se cometan. En caso de suceder, lo más prudente es dar fe de errata y solucionarlo en la mayor brevedad. No se debe hacer caso omiso, como si la historia se tratara, solamente, de tiempos pasados.
Obviar la historia, amigos, es también cometer este tipo de errores. El respeto a nuestros héroes es además escribir sus hazañas, contar su vida y adornar sus monumentos con una impecable ortografía y sin permitirnos equivocaciones.
Espero y deseo que estos dos casos puntuales tengan solución lo antes posible
Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.
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