El dolor compartido

Hace unos días ha tenido lugar en Cuba uno de los sucesos más difíciles de los últimos tiempos: el accidente del vuelo de Cubana de Aviación de la ruta La Habana – Holguín, donde perdieron la vida más de un centenar de personas. Sin duda esta catástrofe ha provocado un duelo nacional que va más allá de los días establecidos. Cada cubano o extranjero que ha conocido la noticia ha reaccionado ante el terrible hecho.  

Sin embargo, hay quienes parecen no conocer el verdadero significado de la compasión, ese sentimiento que permite estar en comunión, solidaridad y respeto ante determinada situación, máxime cuando se trata de muerte y dolor.  

Han proliferado los mensajes en las redes sociales que, como toda forma de comunicación, sirven lo mismo para bien, que para ocasionar los más dañinos efectos. Hemos leído muchos mensajes de condolencias; se han manifestado las más insospechadas formas de ayuda de parte de artistas y personalidades de dentro y fuera de la Isla; se siente el dolor que provoca un evento como este. Otros han reaccionado visceralmente, como si no se tratara de seres humanos, y han respondido como jueces de vivos y muertos, literalmente, buscando responsables y atribuyendo la “culpa” a los propios pasajeros por haber abordado el tan nefasto vuelo.  

Es una pena que se llegue a tal extremo. Resulta muy desagradable que se tome una situación tan difícil y seria para hacer política de un lado y de otro. Parece al menos desatinado realizar una y otra entrevista a familiares y parientes cercanos, con el mero objetivo de tener la primicia, hacer noticia y cubrir la información para los medios de comunicación. Es momento de compadecer, “padecer con” los más cercanos este adverso momento de sus vidas. A veces cuando lo que se dice o se hace es más dañino que el silencio, lo mejor es callar, porque pareciera que se cumple, minuciosamente, lo que expresara el Generalísimo Máximo Gómez: “los cubanos no llegan o se pasan”. 

 


Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.

 

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