Educar para el bien de todos

Yoandy Izquierdo Toledo
Jueves de Yoandy

Ha reiniciado el curso escolar en Cuba. La vuelta a las aulas después de muchos meses en casa por la pandemia de la Covid-19 demanda, una vez más, gran responsabilidad de la familia. El sistema educativo en Cuba no escapa de las consecuencias del modelo político, y responde también a cuestiones ideológicas venidas desde “arriba”. La escuela y la familia deben formar una comunidad educativa donde la formación en valores y virtudes prevalezca, y la instrucción sea de calidad. Quisiera compartir las siguientes ideas a fin de ubicar, en orden de jerarquía, a la persona, la familia y las instituciones en su importante función de garantizar la formación de las generaciones.

  1. La primacía de la persona humana: la persona como centro de las relaciones

La relación a seguir debería ser personalista, es decir, que todo el proceso educativo esté encaminado a la formación respetuosa, liberadora y solidaria de la persona; lo que acompañará su propio proceso de crecimiento humano. Ese acompañamiento debe significar: despertar y estimular la conciencia crítica; facilitar los instrumentos para el discernimiento y la elección de las opciones fundamental y específicas; compartir el depósito, el acervo cultural para que la experiencia y la sabiduría de las anteriores generaciones sirvan para la propia orientación ética y cívica.

Ni la escuela, ni la Iglesia, ni el Estado, ni la propia familia pueden violentar el derecho primordial e inalienable de la persona humana.

  1. El derecho prioritario de la familia: la familia, primer círculo de relaciones

La dinámica de relación entre la familia, la escuela, la Iglesia, el resto de la sociedad civil y el Estado se establece por el reconocimiento, el respeto y la promoción de la familia como primer sujeto-protagonista del proceso educativo. La relación debe tener presente:

  • Primero, que la familia asuma su responsabilidad, los medios para ejecutarla y que no haga dejación de ella por ninguna razón.
  • Que el Estado respete, en la práctica cotidiana, y en las leyes, decretos ministeriales, reglamentos escolares, el derecho primordial de la familia frente a la escuela, la Iglesia, el Estado.
  • Que la escuela, la Iglesia y el resto de la sociedad civil organicen sus propios espacios y actividades, con la libertad y el respeto requeridos, así como los espacios comunes, medios y métodos, de modo que favorezcan el protagonismo prioritario de la familia, es decir, su participación sistemática en la educación.
  1. El carácter subsidiario de la escuela, la Iglesia, la sociedad civil y el Estado

Otra de las dinámicas fundamentales de relación entre los agentes educativos es la subsidiaridad, que debe formar parte de toda la dinámica social y no solo de las relaciones entre la familia, la escuela, la Iglesia y el Estado. Se entiende por subsidiaridad aquel principio por el cual toda instancia igual o superior debe hacer solo y todo lo que no pueda hacer una instancia igual o inferior por sí misma.

Entonces, respetando el orden de prioridades, las relaciones de subsidiaridad consistirían en:

  • Que el Estado no debe asumir ningún papel, función o servicio que pudieran hacer por sí mismos la persona, la familia, la escuela, la Iglesia o la sociedad civil.
  • Que las organizaciones de la sociedad civil no deben asumir ningún papel o servicio educativo que la Iglesia, la escuela, la familia o la propia persona no puedan asumir por sí mismos.
  • Que la escuela y la Iglesia no deben asumir ningún papel, función o servicio educativo que la familia no pueda asumir por sí misma.
  • Que la propia familia no debe asumir ningún rol que la persona no sea capaz de asumir por sí misma.

Algunas de las propuestas generales que se pueden hacer en el plano educativo, para solventar la crisis de valores y el analfabetismo cívico en Cuba, son: la reconstrucción de la persona humana, la familia, la sociedad; la reforma profunda de un sistema educacional autoritario hacia un sistema educacional liberador y participativo que interrelacione familia-escuela-sociedad civil y Estado; la formación de la conciencia crítica y la capacidad de discernimiento autónomo para empoderar a los ciudadanos y que estos puedan hacer su propio proyecto de vida y pasar de una moral formulada a una moral vivida, libre y responsablemente.

Recordamos a san Juan Pablo II que, durante su histórica visita a Cuba, en enero de 1998, nos proponía que: “La familia, la escuela y la Iglesia deben formar una comunidad educativa donde los hijos de Cuba puedan crecer en humanidad”. Eso urge en Cuba hoy: educar para la conciencia cierta, verdadera y recta. Una necesidad imperiosa y un desafío urgente para el bien de la Patria, que es el bien de todos.


  • Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
  • Licenciado en Microbiología.
  • Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
  • Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
  • Responsable de Ediciones Convivencia.
  • Reside en Pinar del Río.

 

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