Martes de Dimas
La profunda crisis en que Cuba está sumida confirma el papel decisivo que desempeña la relación entre economía y política para el progreso social. Las más reciente prueba la brindó el titular de Economía y Planificación, Alejandro Gil, en el programa televisivo Mesa Redonda del pasado viernes 18 de junio.
La incapacidad productiva del modelo (en 1958, según el anuario azucarero de ese año, Cuba importaba el 28% de lo que consumía y actualmente importa el 80%), agudizada por la insuficiencia de las reformas emprendidas; la disminución de los ingresos por turismo, alquiler de profesionales y remesas; el manejo inadecuado de las relaciones con Estados Unidos; el impacto de la Covid-19. Esos factores explican la incapacidad para honrar las deudas contraídas o renegociadas con prestamistas y acreedores y en consecuencia el desabastecimiento del mercado interno. A lo anterior se añade el acceso a las nuevas tecnologías de la información y el debut de las redes sociales en un escenario de descontento popular, resurgimiento de conductas ciudadanas y de crecimiento cuantitativo y cualitativo del activismo social y el periodismo independiente.
El factor común a todos componentes de la crisis es la relación interdependiente entre economía y política. Si la economía es el sustento del desarrollo, la política es una herramienta para direccionar la economía; función que ha llevado a la política a ser definida como expresión concentrada de la economía y/o como el arte de lo posible en cada momento.
El Gobierno cubano ha demostrado carecer de la voluntad política necesaria para acometer las soluciones con la profundidad que la crisis demanda. La más reciente manifestación de esa realidad fueron los planteamientos del ministro de Economía y Planificación.
Veamos cinco de sus planteamientos: 1- El desabastecimiento no es causado por la Tarea Ordenamiento, sino por el bloqueo norteamericano y la Covid-19. 2- El ordenamiento es lo primero, pues hay que ordenar lo que tenemos. 3- El ritmo y la velocidad llevan una “gradualidad para que no haya distorsión en el proceso. 4- Estamos en condiciones de acelerar el paso. 5- Hay que estremecer la empresa estatal.
Entrando en materia
1- Insistir en que el desabastecimiento es causado por el bloqueo y la Covid-19, es evadir las causas principales: la incapacidad del modelo implantado para producir y la falta de voluntad política del Gobierno para acometer una reforma profunda.
2- Comenzar por ordenar lo que tenemos es una pérdida tiempo. Lo que no ha funcionado en seis décadas no funcionará, y por tanto inútil. No corresponde ordenar sino sustituir.
3-Todo proceso es gradual, pero el ritmo y la velocidad no pueden estar supeditados a que el Gobierno lo conduzca sin distorsiones, sino a las características y gravedad de la crisis. El ritmo y la velocidad depende de si las medidas se toman en o fuera de tiempo. La crisis llegó a un punto que no admite un tiempo prolongado de estudios, ensayos y aprobaciones. El malestar agotó el tiempo de espera.
4- Si la incapacidad e inviabilidad del sistema son las causas principales de la crisis, la pregunta es ¿acelerar el paso cómo y hacia dónde? A lo único que se puede referir es a la urgencia de las medidas, y la única forma de hacerlo es liberando cuanto antes las fuerzas productivas.
5- No se trata de “estremecer la empresa estatal”. La economía tiene sus propia leyes y su terminología. El estremecimiento no es ni una cosa ni la otra. ¿Qué significa estremecer la empresa estatal? y al mismo tiempo reiterar que ella constituye la principal forma de propiedad. No hay nada que estremecer, lo que hay es que suspender el control monopólico que el estado totalitario estableció sobre las cosas y sobre las personas.
Concluyendo
– Si el Gobierno considera que la empresa estatal -una de las causantes de la crisis- seguirá siendo el principal actor, las medidas irán dirigidas a fortalecer a esa forma de propiedad.
– Las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) constituyen una necesidad en la que todos estamos de acuerdo; pero si con ellas lo que se intenta es salvar las ineficientes Unidades Empresariales de Base (UEB), entonces estamos ante un cambio de forma para conservar el contenido. Ese propósito está explícito en las palabras del Ministro: la que no puede salir perjudicada es la empresa estatal.
– Cuba tiene una extrema e insostenible dependencia de factores que están fuera de su control: turismo, alquiler de profesionales y remesas. Esa dependencia tiene que sustituirse por la primacía de la producción. Ello requiere de la liberación de las fuerzas productivas, para lo cual se carece de capital y de fuentes inexistentes, como lo demostró la reciente renegociación de la deuda con el Club de Paris. Por tanto las MIPYMES no pueden estar concebidas para salvar lo insalvable, sino para estimular la producción y ello necesita de la economía de mercado, de libertades y de un marco jurídico que estimule su creación.
– La forma planteada parece apuntar a la “liberación de las fuerzas productivas” controlada desde el poder, lo que significa supeditar el bienestar de la nación al control. De no ser así ¿cómo explicar que el sector agropecuario, el más necesitado para el despegue, no esté incluido en las MIPYMES?; o como expresara el primer Ministro unos días antes, acerca de que hay actividades en las que las MIPYMES no incursionarían inicialmente en algunas actividades que si pueden realizar los trabajadores por cuenta propia.
– Cuba no puede salir de la crisis sin una alteración profunda del modelo que la generó. Las autoridades cubanas, aferradas a la estatización, la planificación centralizada y la ausencia de libertades, hundidos en la insolvencia financiera y sin acceso a los mercados de capital, enfrentan una contradicción insoluble: la incompatibilidad de los cambios con la conservación del modelo.
En consecuencia, los cambios que demanda la economía cubana son imposibles sin cambios en la política, lo que confirma la tesis del papel decisivo de la relación entre economía y política.
La Habana, 21 de junio de 2021
- Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
- Reside en La Habana desde 1967.
- Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
- Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
- Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
- Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
- Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).