Diez años dignos de conmemoración

Foto de Archivo.

RENÉ GÓMEZ MANZANO | Hace varias semanas, por conducto de su director, el ingeniero Dagoberto Valdés, me llegó el atendible anuncio: En breve, la prestigiosa revista Convivencia habrá de cumplir diez años de existencia.

Junto con la información, recibí el pedido de una colaboración para incluir en el número jubilar. Esa amable solicitud representa para mí un mandato cuyo cumplimiento no podría eludir. Por ello he redactado estas líneas, y lo he hecho con gran complacencia.

El esfuerzo que representa elaborar Convivencia www.centroconvivencia.org -y antes de ella, Vitral www.vitral.org– merece ser catalogado como trascendente. Siempre he comentado algo que ahora, de cara a la inminente celebración, me complazco en consignar por escrito: Si cada provincia de Cuba contara con una revista independiente del nivel intelectual y sociopolítico que tiene Convivencia, con enfoques francos, documentados y alternativos como los que menudean en ella, nuestra Patria habría avanzado un trecho bastante más largo en su marcha hacia la inevitable democratización.

Porque debemos reconocer que Pinar del Río -antes conocida como “La Cenicienta”- y sus intelectuales de talante democrático no se quedan atrás, en ese orden de cosas, cuando los comparamos con los de otras regiones de nuestro país. De hecho, podemos afirmar que esa publicación, que ve la luz en una provincia otrora considerada de las más atrasadas, posee -a no dudarlo- un alcance nacional.

Pero es que no se trata solo de la revista. Junto a ese importante empeño editorial se ha nucleado el Centro de Estudios Convivencia, que desde hace años viene realizando una labor de tremenda importancia, un trabajo que me atrevo a calificar de indispensable. Se trata de un empeño en el cual la pequeña capital provincial de Occidente se hermana nada menos que con Miami, la cual, como consecuencia del desastre económico en que está sumida nuestra Patria, es -como se sabe- no solo la segunda ciudad de los cubanos, sino también -y muy de lejos- el centro urbano en el que más riquezas crean los nacidos en este Archipiélago.

Ese empeño del Centro de Estudios consiste en repensar a nuestra Patria y su ineludible futuro de libertad; dejar plasmadas ideas fundamentales que estén a la disposición de quienes encabecen nuestra República el día inevitable -y ya menos lejano- en que Cuba vuelva a la senda que abandonó en 1952.

Y cuando lleguemos a ese punto, será necesario recordar que Pinar del Río tiene el honor de haber visto nacer a los que, lamentablemente, son los dos últimos presidentes democráticos que ha tenido nuestro país. Han decursado más de 65 años desde que un aciago golpe de Estado puso fin a aquella etapa de nuestra vida nacional, pero los cubanos no podemos olvidar a los doctores Ramón Grau San Martín y Carlos Prío Socarrás. Esa realidad (haber dado a la Patria dos jefes de Estado libremente electos) no es superada por ninguna otra de las provincias de nuestro país.

Por desgracia, la inminente celebración de este primer decenio de vida tiene lugar en medio de la feroz arremetida represiva del régimen contra las mujeres y hombres comprometidos con el noble empeño que representa Convivencia. En los últimos meses nos hemos mantenido informados de las maniobras -arbitrarias todas, ilegales en su mayoría y otras apenas seudo-legales- perpetradas por los agentes gubernamentales en ese sentido.

Esperemos que en definitiva se imponga la cordura, y que la relevante actividad que despliega Convivencia –que es de pensamiento- deje de ser enfrentada por esos otros medios.

Aquellos que, por vivir en un credo autocrático, no pueden aceptar los principios de tolerancia y de libre juego de las ideas que proclaman la vibrante revista pinareña y su Centro de Estudios, harían bien en combatirlas con las armas del intelecto, que son las mismas que ellos emplean. No mediante la cárcel, la amenaza, el enjuiciamiento penal, el acoso y la coacción.

Revivo los recuerdos de más de un decenio atrás, cuando viajé a Pinar del Río para visitar la redacción de lo que entonces aún constituía la primera época de la revista Vitral; cuando todavía el inolvidable Monseñor José Siro regenteaba la Diócesis de San Rosendo y no se había acogido a su discreto retiro en Mantua.

Rememoro un comentario que entonces me hizo el ingeniero Dagoberto Valdés refiriéndose a su terruño: “Por aquí no se pasa; aquí se viene”. Para él, como pinareño legítimo, esa aseveración representaba una obviedad, casi una perogrullada. Pero para alguien como yo, nacido en una región del país donde sí es normal que haya forasteros que se dirigen hacia otro lugar, el aserto constituyó una especie de revelación.

Y es así, imbuido de esa verdad, que durante estos años he viajado de manera deliberada a la más occidental de nuestras capitales, para hacer mi modesto aporte a los trabajos del Centro de Estudios Convivencia. Y seguiré haciéndolo, si Dios quiere.

Sé que estos diez primeros años de existencia de ese órgano de la verdadera sociedad civil cubana, implican la promesa cierta de seguir informándonos y deleitándonos con nuevas entregas de la revista. También sé que a lo anterior se unirá el propósito indeclinable de mantener, continuar y desarrollar la vital tarea que lleva a cabo el Centro de Estudios.

Por eso solo me resta alentar a los buenos amigos de Convivencia a perseverar en el mismo camino emprendido con inteligencia y valor hace ya diez años. Eso es algo que les pido, pero lo hago sabiendo que eso es también algo que todos los cubanos podemos dar por sentado.

Del mismo modo, los amigos pinareños no ignoran que podrán contar también con mis eventuales colaboraciones a la revista y con mi continuada participación en los trabajos del Centro de Estudios Convivencia.

 


René Gómez Manzano (La Habana, 1943).
Abogado y periodista independiente.
Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC). Cuba.

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