CUBA NECESITA EDUCACIÓN ÉTICA Y CÍVICA 

Yoandy Izquierdo Toledo

Jueves de Yoandy

  • Estos tiempos parecen ser de muchas definiciones en Cuba. Es tal el grado de crispación y de violencia virtual, verbal o física, que en vez de vida deberíamos hablar de supervivencia. Hemos llegado a un punto que el calor del momento, el fragor de la batalla, la inmediatez de la noticia han dejado a un lado los valores humanos de siempre y el papel de factores esenciales en la formación y desarrollo de la persona para vivir en sociedad y servir a ella. 

 

  • Para algunos seguirá siendo superfluo el papel de la educación hoy día; o no solo de la educación, sino de todas aquellas personas y grupos que establezcan como proyectos de vida o líneas de trabajo, respectivamente, la formación ciudadana, la preparación ética y cívica, la generación de pensamiento y conocimientos para el futuro no solo personal, sino en función del bien de la nación. Ponerse a hablar con otros sobre este tema puede correr el riesgo de clasificar entre utopías y pasiones de los que no tenemos otra cosa que hacer, o de quienes carecemos del valor necesario para decir con palabras fuertes (a veces hasta groseras) lo que igualmente se puede decir a través de la palabra aguda pero sosegada, fuerte pero respetuosa, seria y profunda pero que edifique y no destruya para siempre. 

 

  • Cada hora de estos días en Cuba me confirma la importancia y pertinencia de una educación integral en el estricto sentido de la palabra, y no según las acepciones cubanas que establecen bajo este adjetivo la formación política ideológica por encima de la instrucción y formación en valores. La permanencia y sistematicidad en los programas de formación es una siembra para el futuro próspero y democrático de Cuba. 

 

  • De nada o de muy poco servirían los cambios políticos o las transformaciones económicas si no van acompañados de una sanación del daño antropológico mediante un proyecto educativo regenerador de valores y de virtudes. Un sistema educativo que prepare ética y cívicamente a los cubanos para vivir en sana convivencia plural y decente. De lo contrario, los cambios políticos se pudrirán con la corrupción y el caudillismo; y las transformaciones económicas darán lugar a nuevas explotaciones y a individualismos atomizadores del tejido social. Cambios sin ética ni civismo terminan mal. Cambios sin educación sistemática, plural y humanista nos harán caer en los mismos errores o en otros mayores. De aquí la importancia de proyectos personales y cívicos que se dediquen a la formación moral de la nación.

 

  • Vivo feliz de haber dedicado la mayor parte de mi tiempo al estudio y la superación constante, no solo para el bien personal, sino también social en la búsqueda del bien común; es decir, tanto para el autodesarrollo, como para adquirir los conocimientos, principios, virtudes y herramientas sociales para servir mejor a la reconstrucción de mi país sobre bases sólidas y permanentes de virtud y amor, de fraternidad y sana convivencia. 

 

  • Todo cubano libre y responsable que aspire a servir a su familia, a Dios y a la Patria, sea cual fuere su edad, su vocación, su proyecto futuro, debería construir esos sueños sobre los inconmovibles cimientos del saber para servir, del ser más para hacer el bien y de tener para compartir.

 

  • La pertinencia y la urgencia de la formación humana integral y los proyectos de formación ética y cívica, junto a los laboratorios de pensamiento y propuestas para Cuba, son y deben ser los primeros fundamentos de la reconstrucción nacional.

 


  • Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
  • Licenciado en Microbiología.
  • Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
  • Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
  • Responsable de Ediciones Convivencia.
  • Reside en Pinar del Río.

 

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