CONVIVENCIA CUMPLE 12 AÑOS

Lunes de Dagoberto

Mañana 15 de octubre, fiesta de Santa Teresa de Jesús, santa española, poetisa, reformadora y primera mujer Doctora de la Iglesia, el Proyecto Convivencia cumple 12 años. En efecto, aquella noche de la misma fecha en el año 2007, nos reunimos en la casa de Toledo y Olga, el grupo de laicos y amigos que habíamos terminado en el proyecto del Centro de Formación Cívica y Religiosa y de su revista Vitral (1993-2007). Nos volvíamos a encontrar para proseguir los encuentros de formación cívica que se habían interrumpido seis meses antes, el 21 de marzo. Ahora se llamarían tertulias y seguían siendo los martes. Éramos un pequeño grupo con una arraigada vocación de amor a Cristo, a Cuba y a su Iglesia.

Nos habíamos planteado a nosotros mismos vivir un “Año Sabático” para reconstruir nuestros sueños y afianzar nuestra espiritualidad. La mitad del tiempo nos alcanzó para emprender un nuevo comienzo. La fecha de reinicio no fue casualidad, fue elegida conscientemente porque la Santa de Ávila, la andariega, la indomable en el amor que la traspasaba, siempre me ha inspirado, especialmente por su perseverancia en renovar desde dentro, en una recia e inspiradora vida interior, y en ese aplomo y sosiego que solo Dios puede dar en medio de la tormenta y la persecución; por ello comenzamos con su actualísima oración pletórica de ánimo y simplicidad: “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta. Solo Dios basta.”

Habíamos hecho un análisis llamado DAFO (para identificar debilidades y amenazas, fortalezas y oportunidades). Eran más las primeras que las segundas, pero el ejemplo de la intrépida monja española y de nuestro Padre Félix Varela, nos inspiró, fieles como nunca antes, a nuestro lema en Vitral: “Creer en la fuerza de lo pequeño”. Eso fue aquel reinicio. Digo reinicio porque los objetivos, la misión y la visión del Centro y de Vitral para darle espacio multicolor a “La libertad de la luz” se mantuvieron intactos. Solo cambiaban los medios, la ausencia de recursos y locales, y la circunstancia de que si decidíamos proseguir con este compromiso cristiano, emanado de nuestra fe y de nuestra vocación de laicos católicos, lo tendríamos que hacer totalmente “a la intemperie”.

Casi nadie de los pocos que se enteraron que habíamos recomenzado creía en la posibilidad de hacerlo, en la permanencia del proyecto bajo esas circunstancias y con la pobreza de medios y espacios. Las debilidades y amenazas desbordaban un pliego y nos invitaban a abandonar la utopía. Dos solitarias fortalezas pesaron más que la multitud de debilidades y peligros: La primera: lo hacemos por fe y vocación cristiana, por tanto, nos poníamos en las Manos de Dios, y la segunda: Cuba lo necesita.

Entre la utopía que nos llamaba y la realidad que vivimos están los pequeños pasos que mantienen viva nuestra esperanza. Hemos andado, durante 12 años, un escabroso camino sembrado de piedras de incomprensiones y maledicencias; sillas que nos invitaban a parar, a acomodarnos; espinas que abrieron huecos en el alma, boquetes de escapes que nos atraían a la huida y al vacío, naufragios que nos compelían a echar nuestro proyecto de vida por la borda, sin saber bien rumbo, ancla y puerto. Sin embargo, los que hemos tenido el don, el honor y el gozo de hacer la andadura de más de una década, no por mérito propio sino por pura Gracia de Dios, ahora solo podemos agradecer desde el hondón del alma. Y como las palabras se achican en el recuento, recurro a la sabiduría milenaria de la Biblia e invito a todos a recordar el Salmo 125 de otro poeta, el rey David, que de alguna forma reflejan, como en un redivivo y arcano eco, lo que ahora sentimos y creemos:

“Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares”.

“Los que iban llorando llevando la semilla, regresan cantando trayendo sus gavillas”.

En efecto, en estos 12 años nuestras gavillas no son, solo ni sobre todo, las actividades que se miden de alguna forma: 71 revistas sin fallar una, más de un millón de lectores alcanzados mensualmente en más de 80 países, los multiplicados catorce cursos de educación Ética y Cívica y la publicación del primer libro de texto independiente sobre esta materia desde aquel de la doctora García Tudurí en 1958, las tertulias semanales siguiendo el camino cubanísimo de Domingo del Monte, un laboratorio de pensamiento y propuestas para Cuba (think tank independiente) para prever el porvenir y la Cuba que debemos reconstruir después de los necesarios cambios, los micro-proyectos que intentan llevar a la práctica esas visiones y soluciones que, aunando aportes de la Isla y de la Diáspora para ejercitar los consensos de la única Nación cubana que respira con dos pulmones, proponemos “Pensando Cuba” (lema que elegimos hace 5 años) y que ahora ha encontrado eco en disímiles ambientes e interpretaciones. Esa es la riqueza de la diversidad.

Aquí deseo volver a recordar aquellas llamadas de alerta del Apóstol de nuestra independencia, José Martí dijo:

«Pensar es prever». «En prever está todo el arte de salvar». «Guiar es prever». «Prever es la cualidad esencial en la constitución y gobierno de los pueblos».

Decía que los más importantes frutos de estos 12 años no son estas “gavillas” que se ven más o menos, que han ido y venido, como marea que crece y decrece según la hora y la luna, digo que las gavillas más importantes son las que no se ven, las que no se pueden contabilizar, como por ejemplo: la fidelidad a un proyecto de vida, el sentido que ese proyecto da a nuestra existencia y permanencia en Cuba, el curtido del alma que se fortalece con los golpes del batanero, la certeza de que la libertad de la luz se abre camino independientemente de los bloqueos, la experiencia de que los que se alimentan de una fe pueden perseverar, reinventarse, ser fieles a su vocación y misión, ver a personas que han encontrado un espacio de fraternidad y una atmósfera respirable, comprobar el desarrollo humano de los que le han dado sentido y propósito a su vida en este proyecto y tantos otros frutos espirituales.

Por todo ello, y por lo que no se puede encerrar en palabras ni teclados, le damos gracias a Dios, a la Iglesia, comunidad de fe y esperanza, que nos ha formado y acompañado, a los amigos que nos han alentado y a los que se consideran adversarios, porque enemigos no tenemos por nuestra parte, por su aporte a la purificación de nuestras personas y proyectos en la transparencia, la coherencia y el sacrificio. A estos 12 años se suman los 13 del Centro y Vitral que suman 25 años de perseverancia en un mismo proyecto en dos etapas. Para una vida humana, un cuarto de siglo significa mucho. Es experiencia acumulada y ofrenda permanente.

Por mi parte, no cambio por nada, estos doce años tal y como han sido, aquí en la Cuba de adentro, estos años han sido lo mejor que nos pudo regalar el Padre de las Luces, el Señor de la Historia, Aquel que es el único que decide los destinos de las personas y de los pueblos. A él la acción de gracias, la ofrenda en el altar de Cuba y la plegaria para que nuestra amada y sufrida Patria se abra, por fin, a los caminos de la libertad, la justica, el amor, la paz y la prosperidad.

Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.

 


  • Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
    Ingeniero agrónomo.
  • Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017.
  • Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
    Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006.
    Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
    Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director.
    Reside en Pinar del Río.

 

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