El Centro Cívico y mi proyecto de vida

Jueves de Yoandy

Para muchos la frase, o más que ella misma, la convicción de creer en la fuerza de lo pequeño puede resultar un mero eslogan, una muletilla por repetirla tantas veces, o una filosofía de vida que intenta justificar las obras en cuanto a su magnitud y alcance. Sin embargo, como soy uno de esos que, aunque no lo repita con frecuencia por lo manido de la expresión, asumo mi proyecto de vida con la misma esencia, quisiera compartir algunos argumentos que han servido para dar sentido a mi vida aquí y ahora, en Cuba.

Ayer, quienes conocimos, fuimos parte o nos relacionamos con el extinto Centro de Formación Cívica y Religiosa (CFCR) recordábamos su fundación 27 años atrás. Especifico quienes conocimos o nos relacionamos, porque en aquellos tiempos transcurría mi niñez, y los primeros acercamientos a la obra no pasaban de leer los volantes o anuncios de cada actividad, servicio, promoción o curso que llegaban a mi parroquia. Sin entender mucho de aquello, solo regresaba a casa con la certeza de que en la Iglesia se hacían muchas cosas. El tiempo pasó y cuando concluía la enseñanza primaria tuve la alegría de publicar por primera vez en una edición impresa. Se trató de la reseña que Ediciones Vitral, particularmente la Colección Memoria le hiciera a Carilda Oliver Labra. Participaba en la escuela primaria de un taller literario para el estudio de la obra de la poetisa matancera. Leíamos, producíamos textos, disfrutamos compartir los sonetos, las cartas y la prosa poética. Y apareció la oportunidad de una sección para niños en la compilación final. Sin dudas esos fueron los primeros pasos. Los recuerdo con mucho cariño, y mi ejemplar impreso, con su portada impresionante, me acompaña por más de 20 años.

Luego el CFCR, que inició como esa pequeña semilla que crece y se transforma en flor y fruto, amplió sus servicios. Fue teniendo desde un órgano de expresión, la revista Vitral con más de 12 mil ejemplares distribuidos en toda Cuba, hasta la revista Meñique, descrita como “Cuadernillo Infantil para la instrucción y el recreo”. Sus páginas fueron deleite para mí como lector y espacio propicio para compartir con otros niños pequeñas historias literarias.

Muchas otras iniciativas, que empezaron desde muy abajo crecieron y dieron sus mejores frutos. Los boletines EnConsulta de la Consultoría Cívica, con asesoramiento psicológico y jurídico; Econotas, Infonotas, los cursos de Computación, el Aula de Música, las clases de Inglés, la pequeña escuelita, los encuentros nacionales por temas de un itinerario de acuerdo a la realidad nacional cubana, son hechos que confirman que cuando la obra es de Dios, Él, que todo lo puede, acompaña en el camino y da fuerzas para seguir adelante, aun en medio de las dificultades.

Y cuando los tiempos se tornaron más difíciles, y las fuerzas humanas diezmaron o se quebraron, ya habían pasado muchos años, unos tantos como el que escribe habían sido beneficiados con sus obras y algo se había escrito en la memoria histórica. 

Hoy, tantos años después, doy gracias a Dios por haber puesto en mi camino las estaciones y las personas que me permitieron y ayudaron a pasar de ser un consumidor a ser parte del equipo-familia que es el Centro de Estudios Convivencia, heredero de aquel Centro (CFCR). Hoy producimos otra revista, Convivencia, con las mismas bases, ajustada a los nuevos tiempos. Han pasado más de 12 años, que sumados a los de la obra primigenia superan el cuarto de siglo. La comunidad de amigos ha crecido, el itinerario de pensamiento y propuestas para Cuba que inició en 2005, ya ha cubierto ocho nuevos temas y Ediciones Convivencia cuenta ya con ocho libros. La revista se mantiene cada dos meses, y de lunes a viernes cada miembro del Consejo de Redacción de Convivencia tiene espacio en nuestra web para una columna diaria. 

Con todos estos hechos, que han sido experiencias de vida compartidas es imposible dejar de creer en la eficacia de semilla, en la perseverancia, en el quehacer silencioso y empujando hacia delante todo aquello que sale del corazón.

¡Gracias Convivencia, por ser mi pequeño gran espacio de libertad!

 


  • Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
  • Licenciado en Microbiología.
  • Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
  • Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
  • Responsablede Ediciones Convivencia.
  • Reside en Pinar del Río.

 

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