Juan Santos Fernández Hernández –médico oftalmólogo, nacido en Matanzas y fallecido en La Habana (1847-1922)–, comenzó sus estudios de medicina en la Real y Literaria Universidad de La Habana en 1867 y los concluyó en 1872 en el Colegio de Medicina de San Carlos, Madrid, con el título de Licenciado. Viajó a Paris para especializarse en Oftalmología
En una sintética representación de insignes médicos cubanos de la época colonial –junto a Tomás Romay, Nicolás Gutiérrez y Juan Carlos Finlay, entre otros muchos–, ocupa un lugar ese otro grande que dejó una huella imborrable en la ciencia médica: Ramón Zambrana Valdés (1817-1866). Médico, pero también catedrático, filósofo, publicista y poeta
Juan Carlos Finlay de Barres, médico epidemiólogo nacido en Camagüey y fallecido en La Habana (1833-1915), se graduó en el Jefferson Medical College de Estados Unidos en 1855 y continuó su formación en Francia. Realizó estudios sobre el cólera y el muermo[1]; describió el primer caso de filaria[2] en sangre observado en América; incursionó en la oftalmología e investigó sobre el tétanos
Nicolás José Gutiérrez Hernández, nacido y fallecido en la capital cubana (1800-1890), se graduó de médico en la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana, donde obtuvo el grado de doctor. Se desempeñó como catedrático de Anatomía General y ocupó el cargo de rector de la Real y Literaria Universidad de La Habana. Fue cirujano Mayor y profesor de Anatomía
Tomás Romay Chacón –médico, escritor, poeta, orador, historiador, catedrático, higienista, político, economista y amante de las ciencias jurídicas nacido y fallecido en La Habana (1764-1849)–. Se graduó en 1783 de Bachiller en Artes, en 1785 obtuvo la Cátedra de Texto Aristotélico y el título de maestro en Artes
Esta entrega es parte de una serie dedicada a hechos y figuras de las ciencias médicas que colocaron a Cuba a la altura de los avances obtenidos en Europa y Estados Unidos, a la vez que desmonta el mito acerca de la inferioridad de la medicina cubana antes de 1959
En José María de la Concepción Varela y Morales –el padre Varela– descansan los cimientos de la pedagogía cubana. Figura fundacional del pensamiento cubano, vivió la en la época de la Revolución Industrial en Inglaterra, del surgimiento de Estados Unidos como república
Entre las víctimas de la regla impuesta en 1961 "Dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada", (1901-1970), Ana Echegoyen Montalvo, encarna un caso absurdo y paradigmático, entre otras por dos razones: 1) por ser la primer mujer no blanca —en un medio caracterizado por los prejuicios raciales— que llegó a ocupar la Cátedra de Metodología Pedagógica
La relación entre educación y desarrollo social, que asumió una importancia significativa durante la segunda mitad del siglo XIX, generó una corriente teórica que revolucionó la enseñanza en Cuba. José Agustín Caballero, Félix Varela y José de la Luz y Caballero —pioneros de las reformas educacionales en Cuba—, tuvieron un magnífico relevo en el siglo XX
En 1762, en medio de la Toma de La Habana por los ingleses, nacía un 28 de agosto, uno de los fundadores de la ciencia, la enseñanza, la cultura y la nacionalidad cubanas. Me refiero a José Agustín Caballero y de la Barrera (1762-1835), filósofo y teólogo formado en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio, y en la Universidad de La Habana