Martes de Dimas
El azúcar, símbolo de la economía, la historia y la cultura de Cuba, condensada verbalmente en aquella frase de cinco palabras: “sin azúcar no hay país”, es la prueba más irrefutable de la incapacidad del modelo estatizado y voluntarista, implantado en Cuba después de 1959.
Su declive, que comenzó en los años 60 del pasado siglo, tuvo su primer gran manifestación durante la monumental campaña voluntarista para producir 10 millones de toneladas en 1970; intento fallido que dislocó toda la economía del país y que parecía haber tocado fondo cuando en el año 2001, cuando el volumen de azúcar producido se redujo a 3,5 millones de toneladas.
La respuesta del gobierno, imbuido en el militarismo, fue designar ese año a un general de división al frente del ramo, quien presentó una nueva arquitectura del azúcar consistente en dos medidas: la “Reestructuración de la industria azucarera” y la “Tarea Álvaro Reynoso”, con las cuales se pronosticó una recuperación que alcanzaría la cifra de seis millones de toneladas.
Esa nueva arquitectura tenía por objetivo lograr un rendimiento mínimo de 54 toneladas de caña por hectárea —cuando el promedio mundial, según la FAO, era de unas sesenta y tres— y un rendimiento industrial del 11 %, que significa extraer once toneladas de azúcar de cada cien toneladas de caña. Una vez puesta en marcha la operación, con el argumento de la baja de los precios en el mercado internacional, el gobierno decidió cerrar 71 de los 156 ingenios existentes y redistribuyó el 60% de.las tierras cañeras para otros cultivos.
La zafra 2003 produjo 2,1 millones de toneladas, lo que puso al gobierno ante la disyuntiva de importar azúcar para el consumo interno o incumplir los compromisos exteriores. La de 2005 descendió hasta 1,3 millones de toneladas: la menor de los últimos cien años. Un resultado demostrativo de la diferencia entre la dirección de tropas, donde las voluntades individuales no cuentan, y la labor económica, en la que el interés individual constituye un factor determinante; lo que confirmó aquel pronunciamiento de José Martí, dirigido al general Máximo Gómez: “un pueblo no se funda, general, como se manda un campamento”[1].
En 2008, ante la crisis –calificada por el presidente del Consejo de Estado como asunto de máxima seguridad nacional–, se crearon las delegaciones municipales de la agricultura para controlar más cerca de la base productiva, ignorando que los controles desde el Estado “papá” a los productores “niños”, en medio del desequilibrio existente entre salario y costo de la vida genera corrupción. Agrónomos, pecuarios y veterinarios fueron convertidos en especialistas integrales, dotados de transporte y combustible para controlar informes y fiscalizar a los productores. El resultado: las zafras concluidas en 2009 y 2010 no reportaron ningún avance. Luego, con los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, y la sustitución del Ministerio del Azúcar por el monopolio AZCUBA, se intentó detener el declive e incrementar la producción del dulce y los derivados de la caña.
A pesar de los fracasos, AZCUBA anunció que la zafra 2013-2014 sería la mejor de la última década. Se planificó 1,8 millones de toneladas (200 000 por encima de la anterior). Para mayor garantía, Machado Ventura recorrió una buena parte de los centrales azucareros apelando a la conciencia. Al final, aunque los centrales molieron hasta el mes de junio, la mejor zafra de la última década incumplió el plan y penosamente logró sobrepasar la precedente.
El viernes 29 de enero de 2016, el segundo secretario del PCC, José Ramón Machado Ventura, confirmó el retroceso sufrido: “La zafra está muy mal”, dijo, “es la realidad, la zafra tiene problemas, porque esta época es precisamente que la zafra necesita estar seca, hasta un poquito de frío…”.[2]
Aunque los factores climáticos habían afectado las labores agrícolas, la causa principal estaba en otra parte: en el proceso de estatización que se inició en 1959.
Recientemente, a sólo dos meses de iniciada la zafra azucarera 2020-2021, la noticia de que estaba asegurada la cantidad de azúcar para abastecer la canasta familiar normada correspondiente a enero y febrero, indicaba que algo andaba muy mal. Fue la confirmación del decrecimiento permanente que ya venía enfrentando dificultades para cumplir los compromisos internacionales y que ahora tiene dificultades para abastecer el mercado nacional. De los 44-45 centrales que han molido en las últimas, en ésta sólo muelen 38. Y de ellos 14 comenzaron tarde. La molida planificada para aprovechar un 67% está a un 52% debido a las constantes roturas.
Desde que se creó AZCUBA para detener el declive de la producción azucarera, hace ya una década, aún no ha logrado cumplir uno sólo de sus planes. En los últimos años el volumen de azúcar producido apenas ha podido rebasar la producción de 1894, que fue de 1,4 millones de toneladas. El año pasado fue tan desastroso que por vez primera no se informó la cantidad producida.
Cuba, desde 2018, era la principal productora y exportadora de azúcar del mundo. En 1894 ya producía un millón de toneladas. Luego, a pesar de la destrucción causada por la tea incendiaria durante la Guerra de Independencia, en 1904 nuevamente sobrepasó el millón de toneladas, en 1925 produjo 5,16 millones, y en 1952 estableció el récord de 7,13 millones.
La conversión del mayor complejo azucarero del mundo en uno de los productores menos eficientes es un caso particular del fracaso y la más irrefutable prueba de la incapacidad del modelo, implantado en Cuba después de 1959, basado en la propiedad estatizada y el voluntarismo.
La Habana, 5 de abril de 2021
[2] En Diario de Cuba, sábado 30 de enero de 2016.
- Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
- Reside en La Habana desde 1967.
- Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
- Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
- Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
- Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
- Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).