Martes de Dimas
El pasado mes de diciembre el III Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, fiel a la continuidad, aprobó la propuesta del general Raúl Castro azucarera de salvar el azúcar, tarea depositada en un grupo temporal de trabajo integrado por 18 científicos y expertos acompañados de un sistema de aseguramiento político basado en “la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista, el Plan Nacional de desarrollo Económico y Social hasta el 2030, los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución para el período 2021-2026, y la estrategia Económica y Social”[1].
La industria azucarera ha entrado en terapia intensiva. El pronóstico es triste. Su salvación depende de la ideología, un medicamento de “última generación”.
Cuando de enfermedades se trata, junto a los análisis correspondientes, el estudio de la historia clínica del paciente es el paso previo al diagnóstico. Resulta que en la colonia, en 1892, ya Cuba producía 1 millón de toneladas de azúcar. Luego en la República se arribó a 2,5 millones en 1913; rebasó los 3 millones en 1916; los 4 millones en 1919; fabricó 5,3 millones en 1925; sobrepasó los 6 millones en 1948 y rompió su récord en 1952 cuando elaboró algo más de 7,2 millones. Ello indica que hasta ese momento no presentaba problemas de salud.
Después de 1959, con un esfuerzo colosal que dejó al país extenuado, se produjeron 8,5 millones en 1970, para descender gradualmente hasta 3,8 millones de toneladas en 1999[2].
Para revertir el retroceso, en 2001 se designó a un General de División al frente del ministerio del Azúcar y se anunciaron dos proyectos: 1- la Reestructuración de la Industria Azucarera, dirigida a lograr un rendimiento industrial del 11%, y 2- la Tarea Álvaro Reynoso[3], para alcanzar en la agricultura 54 toneladas de caña por hectárea. El pronóstico con ambas tareas, se consideró tan exitoso que se aseguró una recuperación tan rápida, que en ese mismo año se alcanzarían los 5 millones de toneladas de azúcar producidos en 1925.
Para que el medicamento en sangre fuera más efectivo, se cerraron 100 de los 156 ingenios existentes y se pasaron a otros cultivos más del 60% de las tierras cañeras; pero el enfermó no reaccionó al tratamiento. Entre los años 2001 y 2010 la producción continuó su descenso hasta 1,1 millón de toneladas de azúcar. Ante el empeoramiento, el MINAZ y el General de División fueron sustituidos por el Grupo Empresarial de la Agroindustria Azucarera (AZCUBA) y se proyectó entonces un crecimiento anual del 15 por ciento hasta el año 2016.
La zafra de 2011 quedó por debajo de 1,3 millones de toneladas; la del 2012 incumplió el plan de 1,45 millones de toneladas; la de 2013 de 1,7 no pudo rebasar 1,6 millones. A pesar de que esas manifestaciones indicaban que la enfermedad seguía avanzando, se anunció que la zafra de 2014 sería la mejor cosecha de la década. Y que según José Ramón Machado Ventura, entonces segundo secretario del Partido Comunista -galeno de profesión-, planteó; “esta zafra tiene que ser mejor que la anterior, porque el país lo necesita…”[4]. Sin embargo, el 28 de febrero hubo que reprogramar el plan y en marzo, el vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Salvador Valdés Mesa, pidió a los azucareros de Cienfuegos un esfuerzo extra, pues dijo: “se registran complicaciones técnicas en el extremo oriental del país”[5]. Así, año tras año se llegó al mayor descalabro de esa industria en la historia de Cuba: en 2021, de 1 200 mil toneladas planificadas no se pudo rebasar la cifra de 816 mil; una cantidad casi similar a las 807 mil producidas en 1891[6].
En resumen, el cambios de dirigentes, la Reestructuración de la Industria Azucarera, la Tarea Álvaro Reynoso, el cierre de unas 100 fábricas de azúcar, la redistribución para otros cultivos de un alto por ciento de las tierras destinadas a las plantaciones de caña, la sustitución del MINAZ por AZCUBA y un variado paquete de medidas económicas y estructurales, y otros medicamentos no han logrado alcanzar la cantidad de caña por hectárea ni el rendimiento industrial planificados.
Una lectura atenta a la historia clínica revela que la enfermedad emergió con el monopolio estatal de la propiedad, los salarios insuficientes la pérdida de interés de los productores, y se agravó con la eliminación del colonato: una institución que surgió, resultado de la competencia entre ingenios, en la segunda mitad del siglo XIX, en la que los más pequeños, al arruinarse, se convirtieron en colonos que entregaban sus cañas al ingenio vecino por una parte del dulce. De ahí en lo adelante la materia prima para la producción de azúcar quedó garantizada para producir, incluso, hasta más de siete millones de toneladas, como ocurrió en 1952 sin paralizar el país, llamamientos ideológicos, recorridos por los ingenios o un “sistema de aseguramiento político”.
Entonces no es difícil arribar a la certeza que la enfermedad, devenida crónica, la causó la estructura de la propiedad y el sistema de planificación implantados. Por tanto, aunque el enfermo se encuentra en fase terminal, el único tratamiento que pudiera salvarle la vida es un cambio radical en el tratamiento: la restitución de los mecanismos e instituciones erradicados por la Revolución.
No se trata pues, de una caída provocada por factores externos o coyunturales, ni tampoco por las causas esgrimidas año tras año: roturas, interrupciones industriales, dificultades en el suministro de la caña, molidas inestables, envejecimiento de la materia prima, ausencia de frío, humedad del suelo por la lluvia, retraso en la llegada de piezas de repuesto y neumáticos, falta de combustible, o Covid-19.
Aunque el presidente Miguel Díaz-Canel, planteó no hacer lo mismo que hasta ahora se ha hecho[7], se sigue haciendo, porque lo determinó el VIII Congreso del PCC, en abril de 2021: la empresa estatal y el sistema de planificación socialista seguirían siendo la forma principal para la dirección de la economía nacional.
Al cierre de 2021, según publicó el diario Granma del 24 de diciembre, se sembró menos del 70% de la caña de azúcar prevista, para una producción que parece competirá con la alcanzada en 1865: 547 364 toneladas. Por tanto, lo que resta es esperar la dolorosa y desconsoladora noticia: el azúcar falleció, y sin azúcar no hay país.
La Habana, lunes 17 de enero de 2022
- [1] Granma, sábado 18 de diciembre de 2021, p. 5.
- [2] Moreno Fraginals, Manuel. El Ingenio: Complejo económico social cubano del azúcar. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1978, pp. 39-40.
- [3] Álvaro Reynoso, destacado científico cubano, quien cuando Cuba ocupaba el primer lugar mundial en la producción de azúcar y el último en productividad agrícola, analizó íntegramente todas las operaciones relacionadas con el cultivo y cosecha de la gramínea y las publicó en su famoso Ensayo sobre el cultivo de la caña de azúcar (1862).
- [4] Granma, 3 de diciembre de 2018
- [5] Granma, 18 de marzo de 2019.
- [6] Moreno Fraginals, Manuel “El ingenio, complejo económico social cubano del azúcar”. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1978, t.3, p.38
- [7] Granma, sábado 18 de diciembre de 2021
- Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
- Reside en La Habana desde 1967.
- Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
- Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
- Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
- Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
- Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).