Martes de Dimas
El peligro de la dinámica demográfica en Cuba fue el tema central del tercer encuentro del Presidente Miguel Díaz-Canel con miembros de la Academia de Ciencias de Cuba, el lunes 27 de diciembre de 2021.
Contradictoriamente, el presidente calificó al envejecimiento poblacional como una conquista, resultado de lo que ha hecho la Revolución en todos los ámbitos[1], a la vez que se habló de estudiar una veintena de medidas para estimular la natalidad y que el problema se abordará en una reunión conjunta del Buró Político del Comité Central del Partido y el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros.
Para ayudar a la compresión del impacto del problema demográfico en el presente y provenir de Cuba, dedicaré dos trabajos. En el presente expongo un breve recuento para facilitar la comprensión de por qué la supuesta conquista requiere, como expresara el Presidente, de medidas para revertirla. En el próximo me detendré en sus causas e impacto en la sociedad cubana.
La emigración es un reacomodo geográfico que ocurre cuando las condiciones naturales o sociales de un lugar impiden la satisfacción de las necesidades de los habitantes y/o amenazan sus vidas.
La inmigración
La población de Cuba es un resultado de la inmigración. Sus primeros habitantes guanahatabeyes, siboneyes y taínos llegaron a través del mar de las regiones vecinas. En el siglo XVI arribaron los colonizadores españoles, los africanos traídos como esclavos y los culíes[2] chinos.
En 1906 el presidente Tomás Estrada Palma promovió la inmigración de las Islas Canarias y de Europa, y para poblar las regiones rurales y proveer obreros para la industria azucarera prohibió la exportación de braceros cubanos al exterior. Arribaron inmigrantes sirios y libanes provenientes del Medio Oriente. Hacia 1913, los presidentes José Miguel Gómez y Mario García Menocal autorizaron la entrada de braceros antillanos para la industria azucarera y de agricultores y trabajadores chinos. Con la disminución de la zafra y de los precios del azúcar, resultado de la I Guerra Mundial, el presidente Alfredo Zayas exigió el reembarque de los braceros antillanos a sus países natales. En 1930 el presidente Gerardo Machado elaboró los principios de una política migratoria de acuerdo a las necesidades económicas y sociales del país. En 1933, durante el Gobierno de los Cien Días, Ramón Grau San Martín dictó la Ley de Nacionalización del Trabajo que limitó el número de trabajadores extranjeros, cerrando las puertas a los inmigrantes que buscaban empleo. Es decir, el movimiento migratorio hacia Cuba fue de tal magnitud que hubo que limitarlo.
La emigración
A finales del siglo XIX varios grupos de cubanos se establecieron en Estados Unidos; tabaqueros en La Florida, músicos en Nueva Orleans, y otros. Sin embargo, a pesar de la cercanía geográfica, el censo de 1910 arrojó que los cubanos en ese país eran algo más de 15 mil, y en 1959 se estimaba que habían aumentado hasta unos 124 mil.
El éxodo sostenido comenzó en 1959 con el exilio de familias vinculadas con el gobierno depuesto, miembros del Gobierno revolucionario y del propio Movimiento 26 de Julio opuestos al rumbo tomado por la Revolución y los primeros descontentos que volaron a los Estados Unidos para proteger sus fortunas amenazadas o por falta de libertad política.
Para controlar esa migración, en 1961 se implantó el “permiso de salida” y se reguló el tiempo de permanencia en el exterior; se reglamentó la incautación de los muebles, inmuebles o de cualquier otra clase de valor a quienes abandonan el país; se les tildó de traidores a la patria y a la nación. Sin embargo, el éxodo continuó en aumento: desvíos de naves marítimas o aéreas, huida hasta en trenes de aterrizaje de aviones, penetración en sedes diplomáticas, y deserciones de cualquier misión que saliera al exterior.
Entre 1960 y 1962 con la Operación Peter Pan, unos 14 mil niños fueron sacados de Cuba.
En 1965, ante la imposibilidad de detener el éxodo se optó por una nueva estrategia. El líder de la Revolución anunció que abriría el puerto de Camarioca, en Matanzas para que se fuera todo el que lo desease. El resultado entre los que salieron en barcos y los que lo hicieron por vía aérea hasta 1973, escaparon 260 mil cubanos.
En 1980, cuando miles de cubanos irrumpieron en la embajada de Perú, el Gobierno convocó a la “Marcha del pueblo combatiente” para “demostrar al mundo” el apoyo masivo a la revolución. Como prueba de que los que se iban eran lo peor de la sociedad, a las embarcaciones que venían a recoger familiares se les exigió incluir una cuota de reclusos y enfermos mentales. Y adicionalmente se instituyeron los abominables actos de repudio como procedimiento “disuasivo”. A pesar de todo ello otros 125 mil cubanos abandonaron la Isla.
En 1994, como preludio de una nueva oleada, varias residencias diplomáticas fueron invadidas por cubanos y se produjeron varios secuestros de embarcaciones marítimas, hasta que el 5 de agosto de ese año, cientos y cientos de habaneros se manifestaron en las calles de La Habana contra el Gobierno, lo que se conoce como el “Maleconazo”. Ante el hecho, el Presidente cubano acusó a Estados Unidos de seguir fomentando la inmigración ilegal y de forma similar a 1965 y 1980 dijo: o se toman medidas o no obstaculizaremos a aquellos que vienen a buscar a sus familiares. Como resultado aproximadamente 33 mil cubanos más escaparon de la Isla.
Cerradas esas vías, los cubanos tomaron la ruta de Centroamérica para entrar a Estados Unidos. En noviembre de 2015 la vicepresidente de Nicaragua, Rosario Murillo, denunció que se trataba de una supuesta violación al territorio nacional y cerraron el paso a los cubanos.
En 2018 muchos cubanos aprovecharon que Panamá otorgó a los cuentapropistas una Tarjeta de Turismo para una estadía de 30 días y que aumentó las visas de entradas múltiples por un término de cinco años con la finalidad de promover el turismo de compras de ciudadanos cubanos.
El pasado año 2021 el gobierno de Nicaragua anunció la entrada de los cubanos que deseen viajar a su país sin visa. Inmediatamente cientos y cientos de cubanos comenzaron a vender sus pertenencias para adquirir boletos, a pesar de que los elevados precios. Todo apunta a una nueva gran oleada de cubanos, que depende únicamente de la capacidad de las líneas aéreas.
A esos flujos de emigrantes se unen los que están viajando por Rusia para tratar de llegar a España y los que cada vez más se arriesgan en frágiles embarcaciones para escapar de la Isla.
Además de la pérdida de vidas humanas y de las separaciones familiares, el éxodo migratorio se ha acompañado de dos efectos colaterales: el decrecimiento de la población y la descapitalización de profesionales. Ambos representan una bomba de tiempo, con graves consecuencias sociales.
En fin, a falta de otras conquistas sociales, Cuba ha logrado algo propio de los países desarrollados: la combinación del envejecimiento poblacional, sin economía para su sostenimiento.
La Habana, 3 de enero de 2021
[1] Granma, martes 28 de diciembre de 2021, p. 3
[2] Peones contratados por un período de tiempo no menor a ocho años a cambio del transporte y un sueldo, que llegaron a Cuba tras la abolición de la esclavitud.
- Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
- Reside en La Habana desde 1967.
- Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
- Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
- Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
- Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
- Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).