El Padre Félix Varela: fundador y profeta

Lunes de Dagoberto

Hoy, 20 de noviembre, se cumplen 229 años del nacimiento del presbítero Félix Varela y Morales, padre de nuestra cultura, fundador de la Nación y profeta que propuso las bases éticas y cívicas de Cuba: “No hay patria sin virtud, ni virtud con impiedad” -decía a los jóvenes criollos en las “Cartas a Elpidio, contra la impiedad, la superstición y el fanatismo”, obra fundacional que constituye la piedra angular del edificio ético de la nación cubana.

Siendo fiel hasta el final de sus días a su condición de cristiano y sacerdote católico, Varela fue haciendo lo que cada circunstancia de su vida personal y de la tierra a la que sirvió le fueran solicitando, pero no con un pragmatismo “cambia colores” como dijera él mismo en el periódico El Habanero, sino sometiendo cada escenario a un riguroso discernimiento ético. He aquí el secreto de su fidelidad a su fe y sus principios cívicos.

En el plano de las obras podrían reseñarse una miríada de sus iniciativas, algunas de las cuáles cito en la “Biografía del Padre Félix Varela” que escribí en el bicentenario de su natalicio y que fue publicada en primera edición por Ediciones Vitral para ser repartidas en la Misión Vareliana con la que el Obispo emérito de Pinar del Río, Mons. José Siro González Bacallao, quiso despedirse de su diócesis al jubilarse por razones de edad en 2006 y que está accesible gratuitamente en mi libro “Cuba, hora de levantar cabeza” en www.centroconvivencia.org/ediciones

Entre las obras que le dieron coherencia ética a la prédica del Padre Varela, deseo mencionar una de las que tiene mayor urgencia para la Cuba de hoy y de mañana. Me refiero a la fundación de la Cátedra de Constitución en el Seminario San Carlos y San Ambrosio de La Habana, matriz y cuna de nuestra nacionalidad. De esta cátedra ideada por el Obispo Espada e inaugurada bajo el profesorado del Padre Varela, “el que primero nos enseñó en pensar” dijo:

“Esta es la Cátedra de la Libertad y de los Derechos Humanos, la fuente de las virtudes cívicas y la base del gran edificio de nuestra felicidad”.

Cuando el sacerdote precursor comprobó que la autonomía, la reforma y la independencia no eran todavía posibles, por haberlas agotado todas en sus experiencias como pensador, como parlamentario, como periodista, no se dejó vencer por el desánimo. Por el contrario, usando ese método de discernimiento permanente, optó por la labor de los profetas que son los que asumen como vocación y misión propias, la de “preparar el camino” a la libertad y el progreso. Y él consideró que la mejor forma de preparar el camino de la emergente Nación y de la futura República es abrir y pavimentar las dos sendas principales de esa autopista de la democracia:

  1. Enseñar a los cubanos a pensar con cabeza propia.
  2. Ofrecer un programa de educación ética y cívica para superar el daño antropológico y el analfabetismo político.

La prueba de la eficacia discreta, paciente y silenciosa de estas obras precursoras que cimentan el camino de la libertad y la prosperidad la tenemos en la pléyade de fundadores de la Nación que fueron discípulos del Padre Varela. Mencionemos solo algunos: José A. Saco, Domingo del Monte, literato y protector de escritores y artistas, José de la Luz y Caballero, aquel gran maestro que dijo que “enseñar puede cualquiera pero educar solo quien sea un Evangelio vivo”. Heredero de las enseñanzas de estos hombres, y a su vez alumno del Seminario, fue también Rafael María de Mendive, el maestro de José Martí.

La conexión educativa del profeta Varela y el apóstol Martí se manifiesta cuando este preparaba su visita a San Agustín de la Florida y escogió ir: “primero a la tumba del santo cubano”. Allí acudió para honrar a quien no cejó en la esperanza cuando se cerraban otras puertas. Y las abrió de tal forma que, hoy todavía, el proyecto ético y cívico de Varela y Martí siguen siendo visión, inspiración y programa para construir entre todos. El Centro de Estudios Convivencia (2007-2017) y su precursores, el extinto Centro de Formación Cívica y Religiosa (1993-2007) y su revista Vitral han intentado dar humilde continuidad a la obra educativa y de pensamiento de Varela. Por ello, como santo y seña de este propósito, el domingo 5 de marzo de 2006, el Obispo Siro bendijo la primera y única, hasta hoy, imagen de cuerpo entero del “patriota y santo” en los jardines de la Catedral pinareña.

Quiero terminar este sencillo homenaje al “santo cubano” con las mismas palabras que hace más de 30 años tuve el honor de pronunciar junto a sus restos en el Aula Magna de la Universidad de La Habana en el tributo que los delegados al Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC, 1986) le rendimos en el primer acto público de la Iglesia después de 1959:

“Para honrar a un hombre entero hemos venido aquí. Para aprender de él. Para seguir sus pasos. Ese hombre es un sacerdote cubano: el Padre Félix Varela, cuyos restos reposan y convocan desde esta Aula Magna de la Universidad de La Habana. A él acudimos hoy los católicos cubanos, como signo de los caminos que buscamos recorrer para cumplir nuestra misión de servicio en el presente y en el futuro de nuestra Patria.”

Hagámoslo hoy y siempre.

Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.

 


Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
Ingeniero agrónomo. Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007 y A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011.
Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006.
Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director.
Reside en Pinar del Río.

 

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