La soberanía nacional: cuestión de todos

Jueves de Yoandy

En estos días, en que la soberanía nacional es un tema sobre la mesa, debemos recordar que es un asunto que nos concierne a todos. Con frecuencia quienes disienten y expresan sus criterios abiertamente, con respeto pero con sinceridad, son atacados y caracterizados como personas que atentan contra la soberanía nacional.

Es imposible que, quienes piensan, trabajan y proyectan sus esfuerzos para una Cuba de futuro puedan ser, a su vez, desconectados del asunto patrio. Más bien, el ataque hacia estas personas igualmente dignas ante Dios y ante la sociedad, demuestra que: incluso tratándose de soberanía, la cosa va en una sola línea y debe ser monocolor.

También escuchamos que son atacadas varias personas y grupos independientes de la sociedad civil cubana por su relación con otros países, que pueden ser amigos de Cuba; pero si se trata de contactos no intergubernamentales pareciera como si no fueran válidos. ¿Cuando se habla de contacto pueblo a pueblo, a qué se refiere? ¿Cuando se califica de gobiernos en contra de Cuba, a qué se refiere? El más fidedigno ejemplo han sido las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. El gobierno cubano puede realizar intercambios culturales, académicos, económicos y de cualquier índole, mientras que continúa siendo mal vista la relación de cualquier grupo independiente con universidades, instituciones académicas o la participación en eventos en los que puedes compartir con funcionarios cubanos y oficialistas.

La soberanía nacional no es eso. No hay soberanía sin ciudadanía, ni en ausencia del pleno ejercicio de la libertad. Mucho menos cuando, enarbolando un concepto amañado y politizado se reafirma que “dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada”. Parece contradictorio con el propio concepto que se asocia con “cambiar todo lo que deba ser cambiado”.

La soberanía nacional, queridos amigos, nos importa y concierne al Estado y a los ciudadanos. No es cierto que establecer puentes, intercambios o asociaciones, atenten contra ella. Mucho menos es correcto que un juez, que no es imparcial y no maneja todo los hilos del mundo, defina qué actitudes van en contra de la soberanía nacional.

A veces, cuando escucho la censura y el ataque, justificados por atentar contra la soberanía nacional, me hace reflexionar acerca de dónde viene realmente el ataque y cuál es el objetivo. Pareciera olvidarse al más universal de los cubanos o no se ha entendido claramente el significado de “una República en la que quepamos todos”, incluso los que piensen distinto, pero eso sí, nunca atentan contra la soberanía nacional.

 


Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.

 

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