Cuatro pinareños, glorias del siglo XX: Carmen Montejo, Humberto Medrano, Sergio Oliva y Pedro Camargo

Por Consejo de Redacción
 
Para seguir recogiendo y venerando nuestra historia local en este mundo que ya es una aldea global para algunos y un laberinto de fronteras para otros, el Consejo de Redacción de la revista Convivencia desea rendir un homenaje sencillo pero entrañable a cuatro grandes, en cuatro respectivos y muy diversos escenarios que tienen en común el virtuosismo en lo que hicieron, la integridad de sus vidas y el haber nacido en Pinar del Río, Cuba.

Por Consejo de Redacción
 
Para seguir recogiendo y venerando nuestra historia local en este mundo que ya es una aldea global para algunos y un laberinto de fronteras para otros, el Consejo de Redacción de la revista Convivencia desea rendir un homenaje sencillo pero entrañable a cuatro grandes, en cuatro respectivos y muy diversos escenarios que tienen en común el virtuosismo en lo que hicieron, la integridad de sus vidas y el haber nacido en Pinar del Río, Cuba.
 
Lamentablemente, tres de ellos, también tienen en común dos desgracias más: el exilio al que se marcharon y el desconocimiento que las nuevas generaciones de cubanos tienen de sus vidas y lauros.
 
Que estas líneas sirvan para remediar en algo estos pesares y para ensalzar, como se merecen, a nuestros coterráneos.
 
Carmen Montejo: “La Muñeca de Cuba” (1925-2013)
 
Carmen Montejo
Carmen Montejo

María Teresa Sánchez nació en Pinar del Río el 26 de mayo de 1925. Desde niña trabajó en programas dramáticos de la CMOX y a los 9 años se impactó para siempre con la vida de Sara Bernhardt. Con 14 años estudia Arte Dramático con Ludwig Shayovich, seguidor de la Bernhardt.
 
Cuando cumplió 17 años sus padres la premian por sus buenos estudios con un viaje a Estados Unidos pero ella prefirió visitar México que sería para siempre su segunda patria. Allí le ponen “La Muñeca de Cuba o La Muñeca Sánchez”, pero con el paso de los años le aconsejan buscarse otro nombre artístico y como al llegar a Mérida recorrió inolvidablemente el Paseo Montejo, y al arribar al Distrito Federal se hospedó en un hotel llamado Montejo, adoptó pues el nombre artístico con el que ha pasado a la historia: Carmen Montejo.
 
Se casó con Manuel González Ortega y tuvo una única hija, María González, enviudó a los 25 años y no se volvió a casar. Fue sindicalista y secretaria de la Asociación Nacional de Actores (ANDA) donde no llegó a ser secretaria general porque no había nacido en México. Fundó junto a otras artistas la Casa-Guardería infantil de ANDA para cuidar de los hijos de los artistas mientras estos trabajaban.
 
Está considerada la iniciadora de la época de oro del cine mexicano participando en más de 70 filmes de aquella nacionalidad, en más de 80 obras de teatro y en numerosas telenovelas. Recibió el Premio Ariel de Oro por la obra de toda la vida en 2005. Autorizó una biografía suya llamada “Carmen Montejo, una mujer alta”.
 
El 24 de enero de 2006 el teatro Tepeyac de la Avenida Guadalupe de Ciudad de México, cambió de nombre por el de “Teatro Carmen Montejo” en homenaje a la insigne artista pinareña.
 
Murió el 25 de febrero de 2013 a los 87 años de edad en su residencia en la Ciudad de México. Recibió el homenaje de los grandes en el Salón Principal del Palacio de Bellas Artes de la capital azteca. De ella dijo Verónica Castro: “Llora mi alma. Que en paz descanse. Algo está pasando en el cielo, mi “muñeca” se me fue.” Y Lucía Méndez: “Gracias, Carmen Montejo, fuiste un apoyo importante al inicio de mi carrera. ¡Te recordaré siempre!”
 
Ella había dicho de sí misma y de su fe y sentido de la vida, en una entrevista a Amelia Camarena:
 
“Me etiquetaron como mexicana y dije, ¡Aquí me quedo! Aquí fue sepultada mi madre y yo también tengo mi lugar en el panteón… Yo no le tengo miedo a la muerte… A nosotros, Dios nos dio el Espíritu Santo. Nos lo prestó mientras estamos en este camino en el que hay que aprender que hay cosas más importantes que lo material. Y cuando lo entiendes estás lista para dar el paso. Claro que a mí me gustan las cosas materiales, procuro vivir con aquello que es bello, darme comodidad, pero también estoy consciente de que no son mías y que un día las voy a perder, a dejar de disfrutarlas. La vida es lo mismo: un día la vamos a perder y hay que estar preparados.”
 
“He vivido plenamente en distintas etapas y circunstancias de mi vida y estoy satisfecha, he vivido momentos tan hermosos que ya me puedo morir mañana porque viví lo que tenía que vivir. Una vez soñé que mi madre estaba en un planeta hermoso y no me lo dijo, pero sé que allá me espera. Es un sitio maravilloso. Fue un sueño, ¡y a colores!”
 
Humberto Medrano, adalid del periodismo (1916-2012)
 
Humberto Medrano
Humberto Medrano

Humberto Medrano nació en Pinar del Río, el 25 de octubre de 1916, hijo del Coronel de la Guerra de Independencia, Ignacio Medrano, herido una decena de veces luchando junto a Antonio Maceo. Cursó todos sus estudios primarios y secundarios en las Escuelas Pías de Pinar del Río, recibiendo una sólida educación ética y religiosa que bebió también en el seno de su familia. En 1938 se graduó de Derecho en la Universidad de La Habana, con honores académicos.
 
Ejerció el periodismo desde su juventud, oponiéndose con honestidad y enhiesta envergadura cívica a todos los regímenes autoritarios. Primero a la dictadura de Fulgencio Batista y luego al totalitarismo comunista.
 
El 16 de mayo de 1960 fue asaltado e intervenido el diario Prensa Libre que Medrano había co-dirigido por más de veinte años. Este diario había sido fundado y también co-dirigido por su suegro y conocido político Sergio Carbó. Asilado en la embajada de Panamá salió al exilio el significativo 20 de mayo de 1960.
 
En el exilio trabajó como chofer de taxi, vendedor de automóviles, locutor de radio. Fue columnista del Diario Las Américas hasta su muerte. En 1974 fue nombrado representante de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
 
Recibió un sentido homenaje de la comunidad cubana en el Salón Padre Félix Varela en la Ermita de la Virgen de la Caridad de El Cobre en la ciudad de Miami por la obra de toda su vida y como defensor de la libertad de prensa y de todos los derechos humanos.
 
Se casó en primeras nupcias con Alelí Carbó, ya fallecida, con quien tuvo su único hijo Ignacio Medrano Carbó. Le sobrevive su segunda esposa, la señora. Mignon Medrano.
 
El adalid de la prensa libre en Cuba y en el exilio, una de las voces más audaces y valientes que ha dado la Nación, murió en su casa el 24 de diciembre de 2012 y su sepelio se realizó el jueves 14 de marzo de 2013.
 
Sergio Oliva, “el mito” del fisiculturismo mundial (1941-2013)
 
Sergio Oliva
Sergio Oliva

Sergio Oliva nació en Pinar del Río, el 4 de julio de 1941, uno de los 22 hermanos de su inmensa familia. Desde muy joven comenzó a cultivar su cuerpo haciendo ejercicios y levantando pesas en el conocido gimnasio “Atlas” de la calle Maceo, bajo la dirección del talentoso entrenador Berto LLanes. Algunos lo recuerdan todavía en su ciudad natal.
 
Se mudó para Guanabacoa en la capital cubana y allí lo descubrieron entrenadores que lo llevaron a ser Campeón Nacional de las 198 libras. En 1961 fue enviado como promesa olímpica a la hoy extinta Unión Soviética. Participó en 1962 en los IX Juegos Centroamericanos y del Caribe en Kingston, Jamaica, pero el día antes de que le tocara competir, Sergio decidió pedir asilo en la embajada de Estados Unidos en Jamaica. Después de trabajar como estibador en la ciudad de Miami se mudó para Chicago donde fue captado por el famoso entrenador y fisiculturista Bob Gajda.
 
Mientras entrenaba duramente, estudió inglés, empacó carne y trabajó como plomero. Pero pronto llegó la gloria, en 1966, Sergio Oliva obtuvo la corona de Mr. América en músculo de la AAA. A partir de 1967 obtuvo, por tres años consecutivos, el Mr. Olimpya y el título de Dios de Ébano del Fisiculturismo Mundial.
 
En el año 1970, tras un controversial fallo del jurado perdió el título a favor de Arnold Schwarzenegger. No obstante, Sergio Oliva fue Mr. World en 1966, Mr. Universo en 1969, Mr. América en 1970 y Mr. Europa en 1981. Este pinareño es considerado el hombre con el cuerpo más esbelto del siglo XX. Sus medidas fueron siempre consideradas como un exabrupto de la naturaleza humana: su pecho medía 58 pulgadas, los muslos 33 pulgadas. Los brazos medían 23 y la cintura solo 28 pulgadas. Todo esto sin tomar esteroides. He aquí el milagro y la virtud de nuestro coterráneo.
 
Cuando se alejó del fisiculturismo se convirtió en profesor de Educación Física en la Academia Policial de Chicago donde se incorporó como oficial teniéndosele que encargar su traje de policía a una modista especial, por sus medidas. Allí se jubiló después de 27 años de servicio en la Policía de la ciudad de Chicago.
 
En 1999 fue elegido al Salón de la Fama del Fisiculturismo “Joe Weider”. En 2007 salió publicada su biografía “Sergio Oliva, el mito” escrita por Frank Marchante. Tuvo dos hijos, Julia y Sergio, quien le siguió en su carrera y ha obtenido numerosos premios de fisiculturismo en la Florida.
 
Sergio Oliva, el mito, es otra gloria de la cultura física de Pinar del Río. Falleció el 11 de marzo de 2013 en su residencia de Chicago, víctima de un fallo renal, a los 71 años de edad.
 
Arnold Schwarzenegger ha dicho de Sergio en su cuenta twitter: “Oliva es uno de los mejores fisiculturistas de todos los tiempos… un competidor tenaz con una fuerte personalidad. Oliva casi lo atraviesa a uno con su mirada, su físico era tan perfecto que cualquier persona podía dudar que a quien miraba era a un ser humano.”
 
(Estas tres notas han sido confeccionadas con informaciones tomadas de diversos órganos de prensa y blogs como Café Fuerte, Miami Herald, Suceso.com.mex, Get Mighty Now. Las fotos también proceden de estos sitios).
 
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PEDRO CAMARGO: DECESO DE UN HOMBRE NECESARIO
 
Por José A. Quintana de la Cruz
 
Pedro Camargo
 
En el mediodía del 20 de marzo dejó de existir el más productivo y lúcido economista pinareño, estoy seguro que el más grande. Un ciudadano, además, de 24 quilates. Si se quiere establecer un parangón con otros hijos ilustres del terruño para calibrar la valía de su personalidad como profesional y ser humano, se podría decir que tenía la sencillez y el amor prodigado del Dr. Tebelio Rodríguez del Haya, el rigor y la constancia científica del Dr. José Jordán, hijo, y el afán perfeccionista por las soluciones prácticas del Dr. Eladio Blanco Rabasa.
 
Maestro normalista, ejerció esta profesión en forma esporádica y de manera suplente antes de 1959. Contador profesional, comenzó a trabajar en el Banco Nacional de Cuba al triunfar la revolución y ahí desarrolló toda su vida laboral. Fue auditor nacional y ocupó diversas jefaturas, incluso simultáneamente, en su provincia natal.
 
Profesionalmente tuvo una formación acabada y rigurosa en la que el esfuerzo autodidacta convirtió en saberes hondos y amplios las enseñanzas recibidas en la academia. Poseía una sólida formación matemática, así como muy bien adquiridos conocimientos de auditoría, contabilidad y finanzas. En esta última especialidad era brillante a pesar de su modestia. Puedo afirmar, que solo siendo su amigo y hablando a solas con él en ratos de “ocio”, se podía conocer todo lo que sabía en materia de finanzas. Me molesta decir que le sobraron conocimientos, que en las funciones que desempeñó, no tuvo necesidad de emplearse a fondo. Yo lo vi siempre como un hombre destinado a CEPAL, el Banco Mundial o algo de esa envergadura. A veces la sencillez, cuando alcanza cotas extremas, se padece.
 
El Banco lo formó como economista en cursos de superación internos. Pero él, en los años ochenta, decidió obtener el título de economista que otorga la educación superior. Se sometió a todos los exámenes a pesar de tener la mayor parte de las asignaturas convalidadas. Siempre obtuvo las máximas calificaciones. Fue el primer expediente de su curso.
 
Nunca, o casi nunca, escribió. No le agradaba participar como ponente en los llamados eventos científicos. No creía que las soluciones corrientes con las que ejercía su trabajo, por el que le pagaban, pudieran ser convertidas en “ponencias científicas”. Creo que, en su caso, esto fue un error. Fue miembro de jurados muchas veces. Se alegraba como un niño de los éxitos ajenos y padecía los errores y fracasos de los demás como propios.
 
Este caballero refinado y gentil, tenía un valor cívico envidiable. Nunca calló la verdad. La dijo a costa de lo que fuere, ante ministros, generales y dirigentes del partido. No era un orador, pero sus frases escasas y cortas, estaban llenas de convicciones y sabiduría, y sobre todo de ansia de hacer el bien.
 
Fue un hombre devoto de Dios y un patriota, pero no visitó iglesias ni militó en partidos. No tuvo descanso como economista. Su casa, que fue aula nuestra y tertulia, era una continuación de su oficina.
 
Hombres individualmente necesarios como Juan Pedro Camargo Contreras, cuando se piensan como un grupo, como una familia, se convierten en imprescindibles para el bienestar y la gloria de la Patria.
 
Reposa en paz, ilustre amigo.

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José A. Quintana de la Cruz
Economista jubilado.
Médico Veterinario. Pinar del Río. Cuba.
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