Martes de Dimas
La producción de tabaco en la cosecha 2021-2022 será de unas 25 000 toneladas de hojas[1]. Según las Estadísticas de TABACUBA, del año 2001, en los veinte años que van de la cosecha de 1980-1981 a la de 1999-2000 se descendió de 53 696 a 37 987 toneladas de hojas. Veinte años después, entre 2018 y 2020 se recolectaron algo más de 30 mil toneladas anuales. Mientras la presente cosecha 2021-2022 quedará por debajo de esa cifra.
Lo antecedentes
El tabaco, originario de América del Sur, se desplazó a través del comercio hasta el centro de México y luego al resto de América. En Cuba, dos o tres mil años antes de nuestra era, los aborígenes lo utilizaban como medicamento, narcótico y rituales religiosos. Dos de los acompañantes de Cristóbal Colón en el primer viaje a América (1492), regresaron a la península ibérica con el hábito de fumar.
A mediados del siglo XVI, Jean Nicot, embajador de Francia en Portugal, llevó hojas de tabaco para obsequiarlas a la reina Catalina de Médicis, que padecía de jaquecas, con las cuales sus dolores desaparecieron. El hecho fue tenido en cuenta por el naturalista sueco, Carlos Linneo, quien al asignarle el nombre científico a la planta de tabaco, la bautizó como Nicotiana tabacum.
La creciente demanda de la aromática hoja estimuló en España la creación de empresas elaboradoras, comenzando por la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla en 1620; mientras en Cuba el cultivo, favorecido por la humedad relativa, la temperatura media y un favorable régimen de lluvia, contó, gracias a los inmigrantes españoles que se asentaron a la orilla de los ríos, con la atención permanente y delicada que esa planta requiere. El crecimiento de su cultivo fue tal, que en el primer cuarto del siglo XVIII el tabaco ocupaba el primer lugar como fuente de ingresos de la Isla.
El floreciente negocio no pasó desapercibido para la metrópoli. El rey Felipe V, en abril de 1717, estableció el monopolio del tabaco en Cuba. A los vegueros, que hasta ese momento vendían la hoja libremente y sólo tenían obligación con los Ayuntamientos o Cabildos, se les impuso un precio fijo, para lo cual se fundó la Real Factoría de La Habana (Estanco del Tabaco), que les compraba a los productores una cantidad fija y les prohibía vender el sobrante, lo que unido a la demora en los pagos, condujo a que los vegueros ocultaran parte de la cosecha para venderla al margen de la Ley, realizaran alzamientos armados, muchos huyendo del férreo control impuesto, emigraron a tierras menos vigiladas, como San Juan y Martínez, al suroeste de la provincia Pinar del Río.
Resultado de las luchas, la abolición del monopolio en 1827 y la reducción de los impuestos internos que gravaban al producto, estimularon la producción y la exportación, tanto en la época colonial como en la República de 1902 a 1958.
Después de 1959, el gobierno revolucionario -sin tener en cuenta el esmero y delicadeza que requiere el cultivo del tabaco, intentó producirlo, primero en tierras estatales con mano de obra asalariada, luego en las Unidades Básicas de Producción Cooperativa, y finalmente en las tierras entregadas en usufructo. Al fracasar una y otra vez, optó por facilitar a propietarios y usufructuarios los insumos para producir y comprarle la hoja como lo había hecho España hasta 1827: obligó al campesino a vender el 99% de la producción al Estado, al precio que éste le impone, menos el 1% para consumo personal, razón que explica el por qué algunos se las ingenian para vender una parte de la producción por la izquierda.
Para un control más eficiente en 1966 se creó la empresa Cubana del Tabaco, que abarcaba desde la fase agrícola hasta la comercialización en el exterior. De esa estructura vertical en 1976 se desgajó CUBATABACO, como empresa exportadora incorporada al Ministerio de Comercio Exterior. Y posteriormente, en julio del 2000, se conformó el Grupo Empresarial TABACUBA, encargado actualmente de la producción y comercialización del tabaco a través de empresas de acopio y de canalizar los insumos y servicios a los productores, a precios desfavorables.
Resultado de esa estructura monopólica, la ausencia de incentivos a los productores constituye uno de las causas del declive sostenido, en un cultivo que constituye el cuarto sector económico en aportación al producto interno bruto de Cuba. Según la compañía hispano-cubana Habanos, en el año 2000 las exportaciones alcanzaron los 507 millones de dólares.
En una conversación sostenida en San Juan y Martínez, con los propietarios de la finca La Isleña, me explicaron que antes de 1959, venía un representante de Cuba, pero también venían representantes extranjeros a negociar la compra de tabaco con los productores. Y en los años cincuenta existía la Caja Estabilizadora del Tabaco[2], que establecía un precio mínimo de compra, de manera que el productor no sufriera grandes consecuencias ante las malas cosechas; pero no estaban obligados a venderle a ninguno de los compradores. Hubo momentos que el tabaco se almacenó porque querían comprarlo a un precio muy bajo. Algunas veces había abusos por desconocimiento de la Ley, pero la Ley existía. Y eso favorecía al productor que tuviera un tabaco con muy mala calidad por inclemencias del tiempo.
En San Juan y Martínez estaba la Cuban Land, una compañía americana que poseía grandes extensiones de tierras. Producía y tenía una estructura paralela para producir con partidarios, es decir, campesinos que esa compañía le daba todos los recursos y a cambio recibía la cuarta parte de las utilidades obtenidas. Algo parecido a lo que ocurre ahora, con la diferencia de que la Cuban Land incentivaba a los partidarios: les construyó casas de mampostería, de las cuales todavía quedan algunas; les pagaban el médico y el seguro. Incluso se dio el caso de campesinos, que no entregaron la parte del tabaco que le correspondía a la Cuban Land, lo vendieron a empresas cubanas y le pagaron la cuarta parte correspondiente directamente en dinero.
Actualmente, a las irregularidades, las trabas, los fallos en el aseguramiento de de productos como el nitrato de amonio, guantes o ropa adecuada, el alto precio de los insumos, y los constantes atrasos en el sistema de pago en pesos cubanos o en moneda libremente convertible (MLC), se une que muchas veces los compradores, en nombre del Estado y de la Ley, aprovechan su función para violar lo establecido, todo lo cual perjudica doblemente al productor y en consecuencia desestimula la producción. He ahí algunas de las causas del retroceso.
El nombramiento el pasado 10 de noviembre, de Marino Murillo Jorge, ex jefe de la Tarea Ordenamiento, para presidir la empresa TABACUBA, después del resultado en su función anterior, indica parece anunciar la aceleración del retroceso que ya venía confrontado producción del tabaco.
La Habana, 31 de enero de 2022
[1] Diario Granma, 26 de diciembre de 2021.
[2] Creada en 1946, durante el gobierno de Ramón Grau San Martín para mantener los precios mínimos en la compra del tabaco a los vegueros.
- Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
- Reside en La Habana desde 1967.
- Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
- Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
- Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
- Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
- Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).