Martes de Dimas
La prensa oficial cubana, creada por el partido gobernante y subordinada a su ideología, nunca tuvo momentos de esplendor. Sus debilidades se había manifestado una y otra vez de forma solapada, pero en la reunión sostenida con el presidente Miguel Díaz-Canel, el pasado 19 de agosto, se hicieron públicas.
El origen de su mal endémico se remonta a 1962, cuando tres de las organizaciones que tomaron parte en la lucha insurreccional: el Movimiento 26 de Julio, el Directorio Revolucionario y el Partido Socialista Popular, se unieron en las Organizaciones Revolucionarias Integradas, luego se convirtieron en el Partido Unido de la RevoluciónSocialista y en octubre de 1965 integraron el Partido Comunista de Cuba (PCC).
Antes de 1959, el periodismo que existía en Cuba –conformado por una diversidad de órganos de prensaescritos, radiales y televisivos– reflejaba la diversidad de opiniones e intereses de la sociedad cubana y que desempeñó un papel decisivo en los cambios políticos, económicos, sociales y culturales ocurridos en la República.
Paralelo a la creación del Partido Comunista, de la concentración de la propiedad y del poder, salvo los diarios Noticias de Hoy, Revolución, La Calle y el Mundo, el resto de los órganos de prensa fueron nacionalizadospor el Estado. Y en octubre de 1965, Noticias de Hoy y Revolución se fundieron para crear el órgano oficial del PCC: el diario Granma, que junto a Juventud Rebelde, Trabajadores y los órganos provinciales, conforman la red actual de propaganda del Partido-Estado-Gobierno. Desde ese momento el concepto de periodismo, entendido como la trasmisión de mensajes precisos, rápidos y apegados a la verdad, carecieron de la libertad de expresión; requisito desaparecido del escenario cubano.
La subordinación a los dictados del Partido-Estado-Gobierno, el criterio único y la pérdida de credibilidad -resultado de la defensa acrítica del totalitarismo implantado- aunque antes había sido expuesto por la prensa independiente y algunos intelectuales críticos, en la reunión con el presidente fue expuesto por los propios periodistas oficiales.
Teniendo en cuenta el rigor ideológico con que se seleccionan a los estudiantes de periodismo y a los graduados que ejercen esa función oficial, las opiniones vertidas por algunos de participantes, que como oficialistas son coparticipes y corresponsables del estado de la prensa, dan la medida de la magnitud de la crisis. Veamos una síntesis de los planteamientos expresados:
Periodismo cargado de consignas, retórica y triunfalismo; necesidad de otro modelo de periodismo; imposibilidad de hacer periodismo sin transparencia; discursos de los dirigente que no llegan al pueblo; noticias tardías u omitidas; la posibilidad de que los sucesos del 11-J se repitan si no se comunica mejor; a una prensa no creíble un gobierno no creíble; la noticia de los dirigentes no puede ser la primera en todos los órganos de prensa; transformar el modelo de comunicación política a la par del modelo de comunicación mediática; los estudiantes pasan de un nivel a otro de la enseñanza y se gradúan sin haber visto las publicaciones que se dirigen a ellos, porque lo que contamos no se parece a lo que ellos viven en la universidad, en la calle o en sus hogares; no vamos a construir en el imaginario de los jóvenes un país en el que ellos se sientan parte; cuando un grupo de jóvenes escenificó una protesta frente al edificio del ICRT, a los periodistas nos prohibieron salir a reportarlo; el discurso políticamente correcto ya no comunica; gran cantidad de jóvenes se enorgullecen en decir que no ven el noticiero, que no leen el Granma, que no siguen los medios públicos en las redes; cualquiera sin ser periodistas ni comunicador decide como los profesionales de la prensa deben dar las noticias.
Esos planteamientos, característicos de la prensa oficial desde su surgimiento, no se hubieran escuchado en la voz de periodistas oficialistas –corresponsables por el deterioro de esa profesión–, sino hubiera sido por el surgimiento del periodismo ciudadano: una nueva forma de producción e intercambio de información, independiente del Partido-Estado-Gobierno, de las instituciones creadas para esos fines y de las políticas editoriales que, gracias a Internet ya las redes sociales han posibilitado la ruptura del monopolio periodístico con la irrupción del debate público, que ha puesto contra las cuerdas a la prensa y a su tutor: el Partido-Estado-Gobierno; algo que sintetizó uno de los participantes en la reunión con el presidente con las siguientes palabras: a una prensa no creíble un gobierno no creíble.
Comparando la trayectoria de la prensa oficial con la democratización que el periodismo ciudadano está demostrando, la reunión con el presidente hizo evidente su decadencia. Mientras la calidad del periodismo independiente lo demuestran los reconocimientos,nominaciones, menciones y premios recibidos en los últimos años.
En la clausura de la reunión, el presidente cubano, además de desaprovechar el señalamiento que le hiciera una periodista para que se disculpara de su fatídico llamado a los comunistas y revolucionarios a combatir los manifestantes pacíficos del 11-J, insistió en que lo ocurrido era parte de un plan que se venía preparando. Ante el reclamo de transparencia y participación, respondió que en Cuba sí existen esos mecanismos. Y contrario a Ana Teresa Badía, Armando Prats y Cristina Escobar, quienes plantearon que la gente no ve los programas ni sigue la prensa oficial, respondió enfáticamente que la gente si sigue la Mesa Redonda y el Noticiero de televisión.
Con esa visión tan alejada de la realidad, sin disposición para autocriticarse ni acometer los cambios que la prensa oficial necesita para poder ser calificada como periodismo, el presidente confirmó que la prensa oficial está en su peor momento y que más temprano que tarde, esa conducta se reflejará en la fractura latente que existe al interior de las propias instituciones creadas y al servicio del partido-Estado-Gobierno.
La Habana, 14 de septiembre de 2021
- Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
- Reside en La Habana desde 1967.
- Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
- Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
- Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
- Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
- Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).
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