La UNEAC, enferma de nacimiento, arriba en estado crítico al 60 aniversario

Martes de Dimas

La pasada semana la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) arribó a los  60 años de edad sin haber logrado el principal propósito para lo que fue concebida: controlar la libertad de los escritores y artistas cubanos.

Creada el 22 de agosto de 1961, en la última sesión del Primer Congreso de Escritores y Artistas, dos meses después del límite calvinista[1] que Fidel Castro impuso a las libertades: Dentro de la Revolución: todo; contra la Revolución ningún derecho.

Conjuntamente el Instituto Cubano de la Industria Cinematográfica (ICAIC), la Imprenta Nacional, la Editora Nacional de Cuba y el Instituto Cubano de Radiodifusión, entre otras instituciones, la UNEAC completó el control del Estado sobre la producción cultural y los creadores quedaron atrapados entre la masificación de la cultura y la subordinación al poder político.

Desde las primeras manifestaciones de los que se negaron a plegarse hasta hoy cientos y cientos de intelectuales fueron sometidos al ostracismo o abandonaron el país, pero no se logró el sometimiento absoluto como se pensó al permitir una sola asociación subordinada a razones ajenas a la cultura. En cambio se ha causado un gran perjuicio a la cultura cubana.

Entre 1968 y 1970 el apoyo cubano a la invasión de las tropas soviéticas a Checoslovaquia, el encarcelamiento del poeta Heberto Padilla y el discurso apologético de Fidel Castro a la Unión Soviética, provocaron un cisma en intelectuales, cubanos y extranjeros, que hasta ese momento apoyaban a la revolución, lo que demostró la insuficiencia de los controles establecidos para el sometimiento de la cultura. La respuesta, conjuntamente con otras medidas, como la declaración de la Universidad para los revolucionarios, en 1971 el Congreso de Educación fue convertido en Congreso de Educación y Cultura; los maestros transformados en sus principales promotores y las escuela secundarias y preuniversitarias en el campo, con los estudiantes apartados de la ciudad y de la familia, como medio idóneo para el adoctrinamiento ideológico. Tampoco así se pudo evitar el disenso.

En los años 80 Ramón Fernández Larrea, Daina Chaviano, Chery Lima, Alberto Serré, Félix Luis Viera, Eliseo Alberto Diego, Daysi Valls y otros intelectuales destacados tuvieron que abandonar el país. En 1991, resultado de la “Carta de los Diez”, redactada por María Elena Cruz Varela (firmada por Raúl Rivero, Manuel Díaz Martínez, Nancy Estrada, José Lorenzo Fuentes, Bernardo Marqués Ravelo, Manuel Granados, Fernando Velázquez Medina, Roberto Luque Escalona y Víctor Manuel Serpa), sufrieron fuertes represalias y acosos que los lanzó al exilio. En 2003 otros miembros de la UNEAC como Raúl Rivero y Manuel Vázquez Portal, después de cumplir prisión, fueron desterrados; y otros muchos como el escritor y cineasta Jesús Díaz se fueron. En resumen, la falta de libertades lanzó fura del país a un considerable número de miembros de la UNEAC, provocando el empobrecimiento de la cultura al interior, su enriquecimiento en el exterior y el surgimiento de proyectos de unificación como la revista “Encuentro de la Cultura Cubana”.

Un ejemplo paradigmático de la ideologización tuvo lugar en julio de 2003. Ante la muerte de la cantante cubana Celia Cruz, el diario Granma publico la siguiente nota: activa en las campañas contra la revolución cubana en las últimas décadas e ídolo de la contrarrevolución. Y en julio de 2004, al morir el bailarín español Antonio Gades, el mismo Granma le dedicó varios días y calificó el suceso como: Lamentable pérdida de un inmenso amigo… defensor indeclinable de la Revolución cubana.

En mayo de 2013, un grupo de cineastas cubanos propusieron la creación de una Ley de Cine que diera estatus jurídico a las producciones independientes. En su declaración final, titulada “La Ley de Cine a que aspiramos”, plantearon: nuestro reclamo de una Ley de Cine es el reclamo por el verdadero papel que la cultura toda debe tener en ese rediseño nacional del que queremos ser parte.

En abril de 2014 Miguel Barnet, presidente de la UNEAC, calificó a esta asociación como el Moncada de la cultura, palabras que confirman las razones del deterioro sufrido y la necesidad de la libertad de asociación para que esos intelectuales cubanos participen en el quehacer de la cultura desde nuevas asociaciones.

En julio de 2014 el poeta Rafael Alcides, miembro de la llamada Generación de los 50, renunció a la membrecía de la UNEAC y devolvió la Medalla Conmemorativa del 50 Aniversario, que había recibido como fundador y declaró: En vista de que ya a mis libros no los dejan entrar en Cuba ni por la Aduana ni por el correo, lo que es igual a prohibirme como autor, renuncio a la UNEAC.

En enero de 2015 Tania Bruguera, artivista destacada, devolvió la Distinción por la Cultura Nacional que le fuera entregada en el año 2002 y escribió: Hoy devuelvo la Distinción al Ministerio de Cultura, la pongo en manos del Viceministro… también renuncio a mi membrecía de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba.

En julio de 2015, Juan Carlos Cremata, destacado director teatral y cinematográfico, fue censurado por la obra El rey se muere. Al respecto Cremata escribió: Nuestra razón de ser es crear. Seguiremos haciéndolo. Aunque intenten cortarnos las alas. No podrán nunca doblegar el pensamiento.

En octubre de 2018 varios miembros de la UNEAC, entre ellos Gisela Arandia, Gladys García, Rodolfo Alpizar, expresaron su inconformidad por la exclusión del debate sobre el proyecto de Constitución. Al respecto Alpizar expresó: “Alguien de arriba” decidió que no nos reunamos para esa discusión y la UNEAC, que se clasifica como organización social, no gubernamental, con personería jurídica propia, acató la absurda decisión.

En julio de 2021 Los cineastas Carlos Lechuga, Alejandro Alfonso, José Luis Aparicio; el director de teatro Yunior García, la actriz Ketty de la Iglesia y el historiador Leonardo M. Fernández, entre otros, renunciaron a las organizaciones culturales oficiales en apoyo a las protestas del 11-J. Mientras los músicos Adalberto Álvarez, los integrantes de Los Van Van, los soneros Pupy Pedroso y Elito Revé, el pianista Chucho Valdés, las actrices Luisa María Jiménez, Laura de la Uz, Yuliet Cruz, el cantante Leoni Torres y otros muchos más, expresaron, cada uno a su manera, estar al lado del pueblo. Leo Brower, por ejemplo escribió: Nunca imaginé que las fuerzas del orden en Cuba fuesen a agredir a gente común y pacífica como somos los cubanos. Cuando el cubano protesta, no cabe duda de que la política o, mejor dicho, el poder político y militar se ha extralimitado.

Más reciente, el actor Omar Franco (Ruperto en el programa humorístico “Vivir del Cuento”, desilusionado totalmente después de los sucesos del 11-7 y del llamado de Miguel Díaz-Canel llamó a los comunistas y revolucionarios al combate contra los cubanos que se manifestaron pacíficamente.

Esa secuencia de intelectuales que abandonaron, continúan abandonando el país y/o fueron expulsados o renunciaron a la UNEAC, constituye una prueba definitiva de que la cultura, por su naturaleza, resulta insubordinable al poder político; mucho menos cuando ese poder ha sido incapaz, incluso, de satisfacer las necesidades materiales más elementales del pueblo.

José Martí escribió: Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único modo de ser libre. Pero, en lo común de la naturaleza humana se necesita ser próspero para ser bueno[2]. La realidad cubana de hoy le dio la razón: en condiciones de precariedades económicas y ausencia de libertades no se puede cultivar lo humano en el hombre ni progresar, pues la libertad es premisa para el desarrollo y condición de la cultura.

La Habana, 23 de agosto de 2021

[1] Juan Calvino, teólogo francés, uno de los autores de la Reforma Protestante, autor de la expresión; dentro de la Iglesia todo, fuera de la iglesia nada.

[2] Maestros ambulantes, publicado en la revista La América, Nueva York, mayo de 1884. En José Martí, Obras Completas, tomo 8, p.208.

 

 


  • Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
  • Reside en La Habana desde 1967.
  • Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
  • Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
  • Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
  • Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
  • Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).

Ver todas las columnas anteriores

Scroll al inicio