La edad de Cristo, viviendo en Cuba

Jueves de Yoandy

Hoy arribo a mis 33 años de edad. Muchas de mis amistades me hacen referencia a los años que vivió en esta Tierra Jesús de Nazaret. Otros dicen que si Cristo logró culminar su misión redentora en solo 33 años uno debería preguntarse, al cumplir esta edad, qué hemos hecho con nuestra propia vida.

Aprendí en mi familia, sobre todo con su ejemplo, a que la laboriosidad es uno de los secretos del triunfo. Toda meta en la vida se alcanza con trabajo y sacrificio. Doy gracias a Dios porque a esta fecha de mi vida he logrado culminar mis estudios, cumplimentar mi servicio social y graduarme satisfactoriamente de dos Maestrías en universidades extranjeras.

De la Iglesia y Convivencia aprendí que cada ciudadano debe formarse ética y cívicamente para ser capaz de discernir su propia escala de valores, educar su conciencia buscando la verdad y equipado de todo eso, hacer su propia opción fundamental y diseñarse un proyecto de vida coherente con los principios, creencias y valores que profesa. Al cumplir mis primeros 33 años doy gracias a Dios por haberme dado tal familia y haber puesto en mi camino muchas personas y mi religión, que me han acompañado en la cimentación de mi proyecto existencial.

Ahora bien, ni puedo dormirme en estos “laureles”, ni puedo dejar de preguntarme si las condiciones de las familias cubanas, de la escuela y de la Iglesia, favorecen hoy esa formación y cultivan las virtudes necesarias para que las nuevas generaciones de jóvenes cubanos puedan tener las “herramientas” necesarias, y los ambientes favorables, para hacer un proyecto de vida libre y responsablemente, para que sea viable aquí en Cuba sin tener que escapar a otra latitudes, y sin tener que sufrir las limitaciones y presiones que en nuestra sociedad sufrimos los que pensamos con cabeza propia y criterios independientes.

Creo que a mis 33 años puedo decir que soy una persona consciente de dónde vivo, para qué vivo, aún más: sé por qué gasto mi existencia. Sin embargo, aún me falta camino y a veces caen dudas y flaquea mi esperanza porque en lugar de mejorar las condiciones para la realización personal y social, cada día constato que la vida se nos pone más difícil a los cubanos que hemos optado, libremente, por permanecer aquí en nuestro país.

Cuba tiene que cambiar mucho y rápido para que los jóvenes cubanos que arriben a sus 33 años puedan asumir, sin tantas limitaciones y sufrimientos, los desafíos propios de un desarrollo humano integral.

Respeto todas las opciones, pero brindo el testimonio de que a los 33 años de vida un joven cubano puede, no sin sacrificios e incomprensiones, faltas de libertades y oportunidades, realizar su proyecto de vida aquí, y ser feliz trabajando por cambiar todo lo que se necesite para que todos los cubanos sin exclusiones ni censuras, puedan realizarse en su propia patria como es derecho de todos los nacidos en Cuba. No ha sido fácil, pero vale la pena.

 

 


  • Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
  • Licenciado en Microbiología.
  • Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
  • Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
  • Responsable de Ediciones Convivencia.
  • Reside en Pinar del Río.

 

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