El anexionismo en Cuba, antes y ahora

Martes de Dimas

El anexionismo -doctrina política que propugna la incorporación de un Estado, o parte de un Estado, a otro- surgió en Cuba a mediados del siglo XIX. Aunque inicialmente hubo intentos de unirse a otros países, lo predominante fue la anexión a Estados Unidos, república federal fundada en 1776 resultado de la independencia de las 13 colonia inglesas de Norteamérica que, con la anexión de Texas, California y Nuevo México, agrupa a 50, de ellos 48 fronterizos entre los océanos Atlántico y Pacífico, más Alaska y Hawái.

El predominio alcanzado por el anexionismo cubano entre 1845 y 1855 se explica por las siguientes causas: Estados Unidos era el segundo mercado suministrador y compraba anualmente a Cuba productos por casi siete millones de pesos; el miedo de los hacendados esclavistas cubanos a la abolición de la esclavitud sin indemnización; la amenaza del Gobernador de Cuba, Juan de la Pezuela, de liberar los esclavos adquiridos después de 1820; la garantía de que en el Sur de Estados Unidos se mantenía la esclavitud; el impetuoso desarrollo alcanzado por ese país que hicieron de Norteamérica un modelo a imitar en eficiencia, desarrollo mercantil, industrial y tecnológico.

El razonamiento de los anexionistas era sencillo: si se formaba parte de Estados Unidos, se multiplicarían las posibilidades comerciales, desaparecerían las trabas arancelarias y progresarían más que si permanecían como colonia de España. Influidos por eso factores comenzaron a conspirar.

En 1847 crearon el Club de La Habana con ramificaciones en Puerto Príncipe y Santiago de Cuba, mientras en Estados Unidos fundaron la Junta Cubana de Nueva Orleans, el Consejo Cubano de Nueva York y el periódico La Verdad. En su campaña publicaron los contactos con las autoridades norteamericanas y divulgaron los preparativos de las expediciones a Cuba.

Cuando Inglaterra abrió sus mercados al azúcar cubano, José Luis Alfonso, hombre clave del anexionismo, cabeza del más importante grupo azucarero de Cuba y presidente del Club de La Habana almorzó con el capitán general José Gutiérrez de la Concha y se retiró del movimiento anexionista con su grupo azucarero, lo que induce a pensar -según narra Manuel Moreno Fraginals- que ellos querían que el gobierno español supiera lo que estaban haciendo, lo que podría explicar el fracaso de las primeras expediciones.

Narciso López -ex-general y ex-mariscal de campo del ejército español, quien había sido Gobernador del departamento del Centro y presidente de la Comisión Militar Ejecutiva y Permanente, en 1848 asumió un papel protagónico. Alentó la Conspiración de Manicaragua o de la Mina de la Rosa Cubana, capitaneada por su amigo Isidoro Armenteros, presidente de la Sociedad Libertadora de Puerto Príncipe. Otro alzamiento capitaneado por Joaquín de Agüero, jefe de las acciones en Camagüey, corrió la misma suerte.

Agüero y Armenteros fueron ejecutados junto a varios de sus compañeros. López huyó a Estados Unidos y desde allí organizó nuevas expediciones. Una, que debió partir de Isla Redonda, cerca de New Orleans, fue descubierta. Otra, desembarcó por Cárdenas, Matanzas, tomó la ciudad e izó por vez primera nuestra enseña nacional el 19 de mayo de 1850. Finalmente, en otra desembarcó por Pinar del Río, López fue apresado y ejecutado.

Posteriormente la Conspiración de Vuelta Abajo, en Candelaria, Pinar del Río, dirigida por Francisco Frías y Anacleto Bermúdez; la expedición encabezada por el español Ramón Pintó; y otra capitaneada por el matancero Francisco Estrampes, fracasaron y todos fueron ejecutados. A la vez, en 1855 la policía descubrió el local donde se editaba La Voz del Pueblo en La Habana, por lo que el joven tipógrafo Eduardo Facciolo fue agarrotado ante una muchedumbre.

Durante ese período los anexionistas sólo recibieron apoyo de los estados esclavistas del Sur de Estados Unidos. Al triunfar el Norte en la Guerra de Secesión y abolirse la esclavitud, la suerte del anexionismo cubano quedó echada. Sin embargo, es una simplificación, como dice Moreno Fraginals, afirmar que los anexionistas solo buscaban proteger la propiedad de sus esclavos. Hubo anexionistas sin esclavos o antiesclavistas antes y después del fracaso y este es un dato de importancia en la historia de Cuba.

Las intenciones de anexión pueden partir de una potencia, de un pueblo o de ambos actores. Cuando parte de un pueblo el objetivo perseguido es mejorar las condiciones de vida. Ello explica, en el caso de Cuba, que abandonadas por los ricos hacendados, las ideas anexionistas se mantuvieron vivas en hombres sin esclavos, amantes de las ideas liberales y del régimen democrático norteamericano, como se manifestó en muchos de los patriotas independentistas, pues el ideario de independencia no estaba reñido con la posibilidad de lograr que Cuba se convirtiera en un Estado de la Unión Americana.

Dos grande figuras del independentismo, Carlos Manuel de Céspedes e Ignacio Agramonte manifestaron ideas anexionistas. Céspedes el 15 de enero de 1869, escribió: “… todos los que tenemos las armas en la mano, y el pueblo en general, estamos convencidos de que se hace necesario pedir la anexión de esta isla a esos importantes Estados. Proceda Ud., pues, sin demora, a comunicarle así al gobierno de esa República para que si es aceptada nuestra petición”. Agramonte fue uno de los firmantes de la comunicación que el 6 de abril de 1869 la Asamblea de Representantes del Centro envió al senador Banks dicen: “Cuba desea después de conseguir su libertad figurar entre los Estados de la gran República; así nos atrevemos a asegurarlo, interpretando el sentimiento general”.

Si cierto es que en 1805 Jefferson había expresado su intención de adueñarse de Cuba, en 1823 John Quincy Adams enunció la política de la fruta madura, y en diciembre de ese año se proclamó la Doctrina Monroe: América para los americanos; cierto es también que el movimiento anexionista del siglo XIX estuvo determinado esencialmente por razones internas, promovidas por los propios cubanos, más que por Estados Unidos.

Como expresara Enrique Patterson, en la actualidad una anexión implicaría asumir un país destruido, brindar servicios sociales a una población en gran parte sumida en la pobreza, lo que representaría una carga económica que ni el Estado ni los contribuyentes norteamericanos estarían dispuestos a asumir.

Si en la actualidad las ideas anexionistas han reaparecido es responsabilidad del Partido-Estado-Gobierno de Cuba. El retroceso económico, la falta de libertades, la prohibición a quienes se marchaban de regresar y la pérdida de sus propiedades, demostraron a miles y miles de cubanos que resultaba imposible prosperar en su país de origen. El país vecino comenzó a percibirse como lugar propicio para la realización personal. La razón, como antes, es sencilla: si los cubanos en Norteamérica progresan, el éxodo o la anexión son preferibles a permanecer en Cuba, algo que no lograron los anexionistas del siglo xix.

La Habana, 17 de diciembre de 2019

 

 


  • Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
  • Reside en La Habana desde 1967.
  • Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
  • Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
  • Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
  • Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
  • Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).

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