Confieso que no me gusta llamarme periodista independiente. Estudié una carrera de ciencias naturales, no de periodismo. Eso sí, he venido haciendo periodismo ciudadano desde hace aproximadamente una década, porque ha sido la forma más efectiva de comunicar sobre la realidad y el pensamiento, sobre todo en los sistemas donde la información tiene sus sesgos. Leo la prensa oficial y veo el noticiero de la televisión cubana, ¿cómo se puede comunicar si no se sabe “por dónde van los tiros”, como decimos en buen cubano? Y en ese ejercicio de la lectura y la escucha, la interpretación y la comunicación, llaman la atención esos titulares especiales, que a veces no tienen nada que ver con el contenido, o atrapan solo una de las ideas (la más positiva) o, sencillamente, que son atractivos por la carga negativa que soportan.
Hace unos días, el pasado viernes 27 de septiembre, al recibir el semanario Guerrillero, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba en Pinar del Río, comencé a hojearlo como de costumbre para ver los principales titulares. Son pocas páginas, es una edición que se imprime en los Talleres gráficos de Granma, en La Habana, porque la más occidental de las provincias no cuenta con un combinado poligráfico, y sale solo los viernes. Son estas algunas de las razones por las que considero que la edición debe ser esmerada, bien revisada y se debe publicar la mayor cantidad de artículos posibles. Pues en esta ocasión tuve una gran sorpresa al llegar a la página 3, correspondiente a la sección de opinión, y chocar con los dos grandes titulares que la encabezan. Se refiere a dos artículos, de diferentes periodistas locales, que no tienen nada que ver entre ellos (o sí, porque uno habla de cualidades positivas y el otro de negativas), pero al leer los títulos y, más aún, si se colocan en la posición en que aparecen, pareciera que uno es la pregunta, y el otro es la respuesta.
Considero que la edición es como la curaduría de una exposición, el acabado de una obra de arte, el maquillaje de una bonita dama antes de salir para que le vean: el toque final que embellece y permite una visualidad con sentido. En este caso del semanario Guerrillero, colocar a la izquierda “De qué están hechos los cubanos”, y a la derecha “Sexo, bebidas, béisbol y mentiras (I)”, al menos para mí como lector, me resulta contradictorio, me confunde si solo me quedo en los titulares y no voy a los contenidos de cada columna de opinión por separado. Destacan mucho más porque son dos artículos de mediana longitud, pero que están casi encabezados a la misma altura y cubren la página hasta casi el final; además, son de las pocas columnas de opinión con que cuenta el semanario.
Otro asunto es el de los contenidos. Si bien la forma en que están presentados ya es algo debatible, cuando se responde a la pregunta sobra la composición, o más bien, la esencia del cubano, se alaba la generosidad, la comprensión, la camaradería, la solidaridad, (especialmente enfocados en la capacidad de respuesta y de adaptación a la “situación coyuntural”); sin embargo, en el artículo del lado se narran una serie de artilugios (que en este caso achacan a los peloteros) y que describen rasgos conductuales negativos. En el primer artículo se presentan tantas buenas actitudes, que llega a expresar que “Con personas así, hasta los malos momentos se saborean”. En el segundo, se dice que “Cuando pasan los años se hacen los recuentos, se mira hacia atrás, entonces comprendemos mejor lo que debimos hacer”. Intentando conectarlos, aunque insisto que no tienen más conexión que la de compartir espacio en la misma hoja, digamos que debemos aprender de todos los momentos, sobre todo para no recaer en los mismos errores o repetir aquello que dignifica a la persona humana; pensemos ahora lo que requiere el presente y proyectémonos también hacia el futuro, para no lamentar luego el paso del tiempo con las mismas actitudes o las mismas dolencias sociales. Hagámoslo como personas libres y responsables que somos.
La fuerza de un titular es la que atrae al lector, que a veces no pasa la vista más allá de esas letras reforzadas y de mayor tamaño que le separan del texto. No hay que tener “ojos de buen cubero” para haberse dado cuenta de las posibles interpretaciones en esta ocasión. No es un ejemplo aislado, puede ser un gancho de los medios de comunicación, o una estrategia bien pensada para atraer seguidores. Espero y deseo que este no haya sido el caso, y que mañana, cuando salga la parte II de “Sexo, bebidas, béisbol y mentiras”, no venga pareado con otro polémico titular.
- Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
- Licenciado en Microbiología.
- Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
- Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
- Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
- Responsablede Ediciones Convivencia.
- Reside en Pinar del Río.