En medio de los problemas que afronta el mundo, América Latina y especialmente Cuba, por ser la tierra que nos vio nacer, y donde hemos decidido echar nuestras raíces, recuerdo cada día, e intento poner en práctica, la frase de Abraham Lincoln que un día un gran amigo me regalara: “He notado que un hombre es tan feliz como decida ser”.
La felicidad es un estado pasajero, es la capacidad que tiene la persona humana de transformar los reveses en experiencias positivas para la vida, es disfrutar de cada momento como si fuera el último, de modo que entreguemos a cada tarea alma, corazón y vida. Esperando las grandes hazañas, las oportunidades más efectivas y los momentos de gloria, se nos pueden ir, por el borde del camino, los detalles más importantes de toda nuestra existencia.
Contrapuesto al positivismo, corriente filosófica que afirmaba que el conocimiento científico era la base de todo conocimiento, que daba más valor a los números como respuesta, que a la descripción de cualidades, realidades y procesos; cuando hablamos de ser positivos nos referimos a encontrar las claves para lograr el éxito en la vida a través de actitudes que nos conduzcan a ser mejores personas cada día.
Agunas reglas mínimas para tender a la positividad
1. No a la renuncia
Una persona positiva no renuncia a la interacción con aquellos que le rodean y no comparten sus intereses, estilos de vida, opiniones, etc., sino que cultiva la autoestima y confía en su propio juicio para evitar que aquello que no le es afín afecte en gran medida su desarrolo emocional. Todo lo contrario de la práctica común de descartar, anular, excluir e irrespetar la diversidad.
2. No a la pasividad
Una persona positiva no se queda inmóvil, a la espera de que venga de los demás lo que debe conquistar con su entrega, el esfuerzo cotidiano y la responsabilidad constante de involucrarse activamente en la construcción de su vida. Todo lo contrario de la cultura del paternalismo y la apatía.
3. No anclarse al pasado
Una persona positiva no vive dependiendo eternamente de lo que ha sucedido en el pasado. Toma las experiencias de este, sean positivas o negativas para, con la mayor resiliencia posible, proyectarse hacia el futuro con una propuesta alternativa a cualquier revés. Todo lo contrario de esa recidiva que algunos guardan para sacar en el momento más oportuno.
4. Ser agradecido(a)
Una persona positiva da gracias todos los días por la oportunidad de vivir, por las relaciones humanas, por la naturaleza y todas las maravillas que nos rodean. Todo lo contrario de hundirse en el vacío y las crisis existenciales.
5. No dejarse atrapar por las limitaciones
Una persona positiva conoce sus propias limitaciones y se reinventa. Entiende que no existe una única solución sino múltiples salidas que pueden ser experimentadas. Todo lo contrario del pesimismo y la autocensura.
6. No deja que el miedo sea una limitación
Una persona positiva no se autolimita por sus temores, que siempre existen, sino que está consciente de que incluso los fracasos son pasos necesarios para una vida exitosa. El miedo lo valora como un estado de transición hacia la acción creadora y edificante. Todo lo contrario de aquel que se impone mayores limitaciones para justificar el inmovilismo.
7. Sonríe
Una persona positiva intenta mirar con alegría la vida y mantiene de base un carácter afable, accesible y gratamente contagioso. Todo lo contrario de la amargura, la desazón y el rencor.
8. Es buen comunicador(a)
Una persona positiva reconoce que una comunicación sosegada es la única forma de establecer un vínculo efectivo con los demás. Transmitir los mensajes respetuosamente, de manera precisa y adecuados a cada momento garantiza la convivencia pacífica y civilizada. Todo lo contrario del ataque, la descalificación y la cerrazón al diálogo.
9. Es capaz de experimentar diversas emociones
Una persona positiva no solo reacciona bien ante los momentos de felicidad, sino que crece ante la adversidad, siendo capaz de entender que la vida es un conjunto de situaciones que corresponde enfrentar con la mayor responsabilidad posible, pero también con el mejor carácter para poderse sobreponer a todo aquello que nos enoje o nos aleje de nuestra zona de confort. Todo lo contrario a vivir reducido a un grupo de amistades exclusivo, una sola ideología, un solo modo de pensar que hunde en la monotonía.
10. No culpa a los demás
Una persona positiva es totalmente responsable de sus actos, no se hace víctima de la vida, no busca la causa de los problemas en quiénes le rodean. La relación con los otros es estrictamente beneficiosa, sabe trabajar en equipo, y asume sus propios actos con total madurez. Todo lo contrario de aquellos que se erigen en jueces de vivos y muertos, hacen de la vida un tribunal, buscando culpables y ajustando cuentas.
Ser lo suficiente críticos y hacer una autoevaluación de nuestras vidas a través de estos diez puntos sería un buen ejercicio para comenzar desde ya a ser más positivos.
Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.