Los Obispos Católicos de Cuba se vuelven a pronunciar sobre el texto constitucional que será sometido a referéndum el próximo 24 de febrero. Los prelados ya habían enviado, el pasado 24 de octubre de 2018, una Carta Pastoral sobre la primera versión de la Carta Magna. Ahora su nuevo texto es preciso, claro y profundo. Oportuno discernimiento, cuyo fin es declarado en el mismo texto por los pastores: “esclarecer la conciencia y ayudar al ejercicio libre y responsable del derecho que tiene cada cubano de ejercer su voto” (No. 1).
El texto íntegro ha sido publicado hoy mismo en nuestro sitio web www.centroconvivencia.org y en nuestro perfil oficial en Facebook: Centro de Estudios Convivencia. Mientras exhortamos a nuestros lectores a estudiarlo detenida y concienzudamente, quisiera compartir mis apreciaciones personales como laico católico:
Los obispos declaran que la Constitución debe regir sobre todas las personas e instituciones, dígase organismos del Estado, instituciones de la sociedad civil y partido, lo que niega la declaración del presidente de la Comisión del parlamento cubano para asuntos constitucionales que expresó que la Constitución no podía dictarle pautas al Partido Comunista porque era la fuerza superior del Estado y de la sociedad. Estas son sus palabras que repiten tomadas del anterior Mensaje de octubre 2018 en su No. 6: “la Constitución en cuanto ley fundamental se aplica por igual a todos los ciudadanos e instituciones sin importar la índole de los mismos”.
Luego los obispos cubanos desean “priorizar cuatro temas: la exclusión de otras formas de realización plena del ser humano diferentes a las del socialismo y del comunismo, la recta comprensión de un Estado laico, la visión integral del matrimonio y la familia y la economía al servicio del bien común” (No. 4).
El primero de los puntos es un principio central de la Doctrina Social de la Iglesia que, además, coincide con el derecho primigenio de la libertad de conciencia. En efecto, este primer punto, atraviesa transversalmente todo el texto constitucional y es la raíz y el fundamento de todo discernimiento del voto. Se trata de que la libertad de conciencia es el cimiento de la libertad de pensamiento, expresión y acción. Nadie puede pensar, hablar y actuar contra su conciencia y esta no puede ser obligada por Constitución y ni ley alguna, sea civil o religiosa a actuar contra su ser interior. Así lo expresan categóricamente los pastores de la Iglesia en Cuba: “En el Preámbulo del texto propuesto a referendo ha sido añadida, como novedad, la afirmación: “solo en el socialismo y en el comunismo el ser humano alcanza su dignidad plena”, excluyendo así otras visiones sobre el hombre, la sociedad y el universo que no asumen la ideología marxista-leninista que, históricamente, también en nuestra Patria, ha inspirado y sostenido el ideario comunista” (No. 5).
Dentro de este mismo punto, los prelados reafirman, en el No. 6, el derecho a la pluralidad y a la libertad de pensamiento y repiten el consejo olvidado de José Martí que ya habían citado en la Carta anterior del 24 de octubre. En el actual Mensaje expresan respondiendo al texto que dice que solo en el socialismo y el comunismo se puede llegar al pleno desarrollo humano: “Lo absoluto de tal afirmación que aparece en el texto constitucional excluye el ejercicio efectivo del derecho a la pluralidad de pensamiento acerca del hombre y del ordenamiento de la sociedad. La pluralidad debe ser salvaguardada por la Constitución, tal como ella misma expresa en el Artículo 1 al citar a José Martí: “Con todos y para el bien de todos”. Esta convicción, los obispos cubanos la expresamos en la Circular del 21 de noviembre de 1991: “El cristiano no puede ser obligado a someterse a una concepción de la realidad que no corresponda a su conciencia humana iluminada por la fe”. De acuerdo con lo anteriormente dicho acerca de una ideología única en orden a la realización personal y social que sirve de fundamento e inspiración al texto constitucional y a toda la legislación posterior, cabe recordar la afirmación de José Martí que ya expusimos en nuestro mensaje del pasado 24 de octubre: “Una Constitución es una ley viva y práctica que no puede construirse con elementos ideológicos”.
El segundo punto priorizado por los Obispos en este Mensaje se refiere a las libertades fundamentales como la plena libertad religiosa y la libertad de expresión y asociación en un Estado verdaderamente laico y no en uno que aunque se declara laico establece una sola y excluyente ideología, lo que los estudiosos de las ciencias sociales consideran como “una religión secular”. El filósofo, politólogo, sociólogo y economista francés, Raymond Aron (1905-1983) decía al respecto: “El comunismo es una versión degradada del mensaje occidental. Retiene su ambición de conquistar la naturaleza y mejorar el destino de los humildes pero sacrifica lo que fue y tiene que seguir siendo el corazón mismo de la aventura humana: la libertad de investigación, la libertad de controversia, la libertad de crítica, y el voto.”
Por su parte los Obispos cubanos se refieren al segundo punto con una diferenciación entre libertad de creencia y de culto y la plena libertad religiosa que debe incluir todas las demás libertades:
“En nuestro caso concreto, esta libertad implica, además, el reconocimiento jurídico de la Iglesia y de su identidad y misión propias, lo que incluye la posibilidad de dar a conocer su enseñanza moral de acuerdo al Evangelio, de acceder de modo sistemático a los medios de comunicación, la libertad de enseñanza y de evangelización, de construir edificios y de adquirir y poseer bienes adecuados para su actividad; la libertad de asociarse para fines no solo estrictamente religiosos, sino también educativos, culturales, de salud y caritativos”. Aspectos estos que no han sido lo suficientemente explícitos en el texto constitucional. También constatamos respecto a la objeción de conciencia que no se expresa que la preservación del derecho de unos no implique el violentar el derecho y la conciencia de otros” (No. 10 y 11).
Para nosotros, los laicos que hemos sufrido primero la persecución por profesar la fe, luego de aceptada la profesión de fe sufrimos por la persecución por practicar activa y comprometidamente el culto, las obras asistenciales de caridad y la catequesis y otras enseñanzas ad intra de la la Iglesia; y ahora, por último, los laicos somos hostigados por usar los Medios, las redes, las publicaciones, las obras educativas, los centros de pensamiento, el compromiso social, económico y político con los que aplicamos los principios de la Doctrina Social de la Iglesia. Esta última y más plena dimensión de la libertad religiosa sigue conculcada en el actual texto constitucional. Nos alegramos de que en este Mensaje nuestros obispos lo hayan expresado tan claramente.
El tercer tema que han priorizado los obispos en su Mensaje es el referido al matrimonio, la familia y la educación, pilares fundamentales de toda sociedad: “La mayoría de las intervenciones del pueblo iban dirigidas a mantener la definición de matrimonio como “la unión de un hombre y una mujer” como fundamento de la familia, tal como ha sido concebida a lo largo de nuestra cultura e historia, en palabras de José Martí: “el amor es la adhesión ardorosa e incondicional que un individuo de un sexo siente respecto a un individuo del otro. La diferencia de sexos es, no solo su cualidad, sino su esencia característica. Por lo anteriormente expresado, lamentamos que no ha habido cambio sustancial en lo referente al matrimonio y a la familia con lo propuesto en el Anteproyecto debatido en la consulta popular…” (No. 13 y 16).
Dentro de este mismo tercer punto los Obispos dedican un párrafo muy especial respecto a la educación y el derecho de la familia, antes que la del Estado, de escoger el tipo de educación que desean darle a sus hijos y no una impuesta por un partido y una sola ideología. Lo expresan de esta manera: “En este contexto valoramos que la Constitución, en su Artículo 84, reconozca “la responsabilidad y funciones esenciales de la familia en la formación integral de las nuevas generaciones en los valores morales, éticos y cívicos”, pero, al mismo tiempo, no aparece que “la familia tiene una función original e insustituible en la educación de los hijos”, lo cual coincide con la Declaración de los Derechos Humanos cuando dice que “los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darle a sus hijos” (No. 19).
El episcopado cubano dedica el cuarto punto a los temas de la propiedad, la economía y la inversión. Así dan voz a cientos de miles de cubanos que, con espíritu emprendedor y con fuerza e iniciativas privadas se quedan en el país para intentar salir adelante, crear riqueza, puestos de trabajo, brindar servicios y eficiencia a una economía en crisis total. Sin embargo este texto constitucional solo abre la puerta tímidamente y sosteniendo que la ineficiente empresa estatal socialista es la forma primordial de la economía. Los obispos reflejan lo que dicen los cubanos que trabajan por salir adelante cuando dicen:
“Como ya lo expresamos en nuestro anterior Mensaje: “el principio de la Doctrina Social de la Iglesia que reconoce el destino universal de los bienes y la función social de la propiedad para lograr el desarrollo integral de la persona, la familia y el bien común, por ello, nos complace que el Proyecto de Constitución también reconozca la propiedad privada, aunque siempre se deberá tener en cuenta que los límites de cualquier propiedad deben estar solamente condicionados por el principio descrito anteriormente. En este campo, consideramos que lo expuesto con relación a la inversión extranjera debe ser extendido al ciudadano cubano sustentado esto en la igualdad de todos los cubanos en sus derechos, deberes y oportunidades sin discriminación alguna” (No. 20).
Como vemos, esta competente ayuda para que cada cubano pueda hacer, en conciencia, su discernimiento, y pensando con cabeza propia decida cuál será su voto, los Obispos cubanos han vuelto a ejercer su labor pastoral de guiar a su pueblo en este momento histórico decisivo.
Por cierto que, como un dato colateral, deseo expresar mi sorpresa y mi inconformidad incluso con el diseño de las boletas del referendum. En efecto, en lugar de colocar a la misma altura las dos posibles respuestas a la única pregunta, quedando el SÍ y el NO en la misma línea, alguien decidió poner la casilla del SÍ encima, y la casilla del NO debajo. Eso es una manipulación que sugiere prioridades, o sugiere una diferencia de importancia. Para quien esté alerta tampoco este rejuego será una distracción.
Como laico cristiano y como católico cubano, agradezco una vez más a nuestros pastores por esta orientación cívica y religiosa que pone en nuestras manos las herramientas para poder decider en conciencia y con coherencia entre la fe que profesamos y las decisiones políticas que tomamos. Votar es una de ellas y es una enorme responsabilidad. En nuestras circunstancias, además de esa responsabilidad cívica, es un deber ético y religioso que nos obliga en conciencia.
Ya yo había decidido que iré a votar y cual sería mi voto, pero este Mensaje de la Iglesia en Cuba me ha aportado nuevas razones y me ha confirmado en la fe y en sus consecuencias cívicas y políticas, que constituyen derecho y deber de todos los creyentes y de todo ciudadano.
Por eso #YoVotoNo.
Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.
- Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
- Ingeniero agrónomo. Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017.
Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006.
Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director.
Reside en Pinar del Río.