La coherencia de vida es una de las cualidades que los seres humanos siempre debemos conservar. Son muchos los momentos en la vida en los que nos enfrentamos al reto de ser coherentes: de actuar como sentimos y pensamos. Cumplir con los compromisos que asumimos, vivir acorde con los valores que escogemos para nuestra vida, y hacer lo que debemos hacer según el dictamen de nuestras conciencias son retos que a veces no nos resultan agradables, retos que implican esfuerzo y sacrificios.
Sin embargo, son retos que nosotros mismos debemos escoger, pues el ser coherentes pasa por un primer elemento que es saber lo que queremos para la vida, hacia donde queremos ir; somos cada uno de nosotros quienes debemos trazarmos unos objetivos, unos valores y un estilo de vida con el cual ser coherentes. Sin este primer paso la coherencia de vida carece de sentido, si voy a cualquier parte, y me da lo mismo una cosa que la otra entonces no necesito ser coherente con valores algunos o con un estilo de vida determinado.
Luego de definir una escala de valores, trazar unos objetivos para nuestra vida, soñar y dar pasos concretos hacia un proyecto de vida, la coherencia surge como una necesidad constante y como un requisito para no abandonar el camino, para poder llegar a donde se quiere. Ser coherente significa también perseverar, no darse por vencido, luchar constantemente para alcanzar las metas trazadas.
De igual modo no podemos ser coherentes si no superamos el pesimismo y la mentalidad negativa que siempre asecha cada decisión que se toma; si no superamos los miedos y miramos con optimismo el futuro, dando pasos responsables pero concretos hacia ese futuro que, aunque parezca incierto sabemos que es lo que queremos alcanzar. El optimismo ayuda a ser coherente, pues permite tomar decisiones arriesgadas, superar los miedos y barreras que invitan a desistir de un proyecto de vida o de vivir determinados valores por la idea de que puede salir mal.
Estoy seguro de que viviendo una vida un poco más coherente cada día que pasa, desde nuestros círculos de incidencia, podemos generar un importante cambio en nuestras vidas, en nuestras comunidades y nuestro país. Son muchos los cubanos que queremos cambiar la realidad en la que vivimos, los que soñamos con una Cuba diferente, más justa, con progreso y oportunidades de desarrollo personal y social, si además de querer y soñar esto, tratamos de encaminar nuestras vidas y nuestro accionar a la consecución de estas nobles metas, estaremos siendo coherentes y generando el cambio que deseamos.
Lograr armonizar sentir-querer-pensar-decir-hacer es el reto de la coherencia de vida. Lograrlo requiere de entrenamiento, práctica. Pocas cosas en esta vida se logran con fórmulas y automáticamente, en este caso específico lograr la coherencia de vida requiere de un proceso en el que con discernimiento, responsabilidad, valentía y perseverancia nos vamos acercando cada día más al estado en el que podamos sentirnos satisfechos al decir soy una persona que vive con coherencia.
Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía.