UNA Y MIL MESAS -el ecumenismo del arte-

Foto de Yerandy Pérez Aguilar.

Bajo la rúbrica del proyecto artístico y pedagógico “Farmacia” se desarrollaron en Pinar del Río, en el marco de la XIII Bienal de La Habana, una serie de exposiciones que convirtieron a la occidental provincia en subsede del prestigioso evento. Una de ellas, probablemente la más interesante, es la que bajo el título de “Obras de sitio” nos estuvo mostrando el quehacer de numerosos miembros del proyecto. La obra de sitio entraña un carácter conceptual: idea, espíritu, lo sublime e inasible que subyace en el imaginario del artista; la obra de sitio se concibe y se crea para, como su nombre lo indica, un lugar en específico, fuera del cual, en la mayoría de los casos, pierde el sentido telúrico sobre el que se erige.

Con “Una y mil mesas” inaugurada el Sábado Santo 20 de abril, en la iglesia parroquial de La Caridad, en nuestra occidental provincia, su autora, Wendy Ramos Cáceres, desplegó ese concepto superior de la religión y que lo anuncia la etimología de la palabra en sí: Religar, unir fuertemente.

No me gusta pensar el mundo y lo que en él sucede de manera rígida, porque es difícil tener certezas, y aún más difícil intentar dialogar con un convencido. Hay una palabra que adoro: “ecumenismo”, y que me gusta descontextualizar, y pensarla como fuerza que busca la unidad de los hombres sean cuales sean sus credos (o no credos). En el arte he encontrado un espacio imparcial sobre el que dialogar con el prójimo, el arte es el ecumenismo en su estado puro.

Fue lo que hizo de este Sábado Santo una jornada de apertura y de regocijo, legitimada por el propio párroco cuando se refirió al arte “como camino para llegar a Dios”. A la vez que la presentación, montaje in situ de la obra, presentó lo performático, escultural, intertextual (Una y tres sillas de J. Kosuth), decorativo, y hasta utilitario, de una manera que no afectó, más bien enriqueció, el carácter litúrgico de la ceremonia. Asumiendo que el templo se convirtió además en espacio del campo artístico, me tomo la libertad de referirme a la heterogeneidad presente como “público” antes que feligreses.

Quienes se acercaron a la iglesia de La Caridad entre el 20 de abril y el 12 de mayo pudieron apreciar un conjunto de cinco mesas de tamaño escalonado; cuatro de ellas, partiendo de la más pequeña, apenas un escabel, hasta la penúltima, sostenían sobre sí cuatro tallas en madera: “Estoy contigo”, “Ángel encinta”, “Nuevo Sol” y “En ti me complazco”, que muestran la anunciación, la encarnación, el nacimiento, y la vida pública de Cristo a través de la figura maternal de María. La quinta mesa, el altar de mármol, desnudo de adornos, queda como “símbolo de la única herencia que nos dejó Jesús”, “Signo del sacrificio al que voluntariamente se sometió”. El altar es la quintaesencia (literal) que legitima a “Una y mil mesas” como auténtica obra de sitio.

Wendy, estudiante de tercer año de la carrera de Restauración en el Instituto Superior de Arte (ISA), exhibe de manera simultánea en la exposición “Árbol del mundo” el lienzo “Roca Antigua”, con lo que se reafirma que en esta mujer la religiosidad es leitmotiv de su arte.

Con “Una y mil mesas” y con “Roca Antigua” queda demostrado que puedes creer o no, puedes “creer a mi manera”, aceptar las sagradas escrituras al pie de la letra o reinterpretarlas, darles un cariz científico para que no entren en contradicción con tu formación materialista, o afanarte científicamente en demostrar la no existencia de Dios. Sea cual sea la postura desde la que abordes la religión, nunca podrás negar su insoslayable carácter cultural, pero sea cual sea la postura desde la que abordes la cultura, nunca podrás negar su insoslayable carácter ecuménico.

 


  • Yerandy Pérez Aguilar (San Luis, 1990).
  • Poeta y narrador.
  • Textos suyos aparecen antologados dentro y fuera de la isla.
  • Actualmente estudia Gestión Sociocultural en la Universidad de Pinar del Río.

 

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